Buscando a mi madre

Capítulo 72: ¡Bajen sus armas!

-----------Narra Alam-----------

En silencio nos acercamos a la puerta, Heydar trata de abrirla, pero está cerrada, él retrocede un poco, levanta su pie y golpea la puerta con fuerza, esta se abre y una bisagra cae al suelo, huele a cigarro, lo cual me repugna ya que llevo años sin tocar un cigarro, los hombres que están durmiendo se levantan algo desorientados, buscan sus armas, no les doy tiempo de que la encuentren, puesto que jalo el gatillo y le disparo a dos de ellos en la frente.

—¡Qué puntería tienes, hermano! —Comenta Heydar con algo de humor.

—Quedan dos, no te distraigas. —Le advierto señalándole por donde se fueron.

Los dos que faltan se han ido al interior de la vivienda. Con mi arma levantada, entro poco a poco, Heydar protege mi espalda.

—¡Vienen por ella! —Se escucha la voz de un hombre.

Heydar le dispara a la manilla de la puerta y la empuja, ellos nos reciben a disparos, Heydar se lanza al piso y yo también reacciono a tiempo, menos mal.

—¡Bajen sus armas! —Grito al no escuchar ningún sonido, ya que han parado de dispararnos.

—Ustedes primero. —Dice un hombre con la voz ronca.

—Dejen ir a la mujer y bajamos el arma. —Pronuncia Heydar asomando su cabeza a la puerta, yo me levanto del suelo y me coloco apoyado de la pared.

—No, no la vamos a soltar, váyanse de aquí, porque si no la vamos a matar a ella. —Yo entro a la habitación con las dos manos arriba en señal de que me rindo.

Miro y le sonrío a Heydar que hace lo mismo, estoy seguro de que él también desea acabar con estos idiotas, él no tiene mucha paciencia.

—En la cabeza. —Le susurro a Heydar, al unísono disparamos, yo mato al que tiene a Jazmín como su escudo, y él, al otro que nos ve con odio, ambos han caído al suelo.

Jazmín tiene el labio roto, se está despertando, sus ojos brillan al verme, aunque la noto con mucho miedo, aparta su mirada de mí, ella ve a todos lados como buscando a alguien o algo.

—¡¡Hay Dios!! —Exclama Jazmín al ver tanta sangre esparcida por la habitación.

—Tranquila, ya pasó, —me acerco a ella, la abrazo, sus manos siguen esposadas a la cama.

—¿Estás bien Jazmín? —Pregunta Heydar tocando sus manos.

—¿Esto es real? ¿Ustedes están aquí? —Cuestiona ella con lágrimas.

—Sí, mi bella, somos reales, —Le limpio las lágrimas y beso su frente.

—Esta cama es de hierro sólido, necesitamos la llave, o también me serviría un gancho pequeño para abrir las esposas. —Habla Heydar.

—Busca la llave en los hombres. —Le ordeno con calma a Heydar, él sale de la habitación para revisar a los dos que matamos al entrar a la casa.

—¡Él está aquí!, él tiene la llave.

—¿Quién Jazmín?

—El hombre que abusó de mí, te acuerdas de que te conté de él.

—¿Él te secuestró?

—Sí, él tiene la llave de las esposas. —Jazmín empieza a llorar.

—Pensé que volvería a hacerme daño.

—Ya estoy aquí, tranquila, yo te protegeré con mi vida si es necesario. —Menciono colocando mi frente con la de ella—. Calma, todo va a…

—¡Llegó un carro! — Interviene Heydar entrando nuevamente a la habitación.

—¡Por favor no me dejes! —Exclama Jazmín con los ojos brillantes y la cara enrojecida.

—Tranquila, voy a estar bien. —Expreso dándole un beso en los labios— Heydar quédate con Jazmín no salgas por nada.

Debo acabar con él, de una vez por toda debe pagar lo que le ha hecho a mi bella Jazmín.

—Cuídala. —Concluyo saliendo de la habitación.

—Sí señor.

—Cuídate Alam. —Escucho a Jazmín decir en voz alta.

Espero que él entre, pero no lo hace, me quedo en silencio detrás de una pared, escucho unos pasos llegar a la entrada pero no entra.

—¿Qué pasó aquí? —Ruge el malnacido.

El hombre saca su arma y entra un poco más a la casa, yo no he perdido tiempo, le estoy apuntando en la cien.

—¡Bájala! ¡He dicho que la bajes! —Exclamo con los dientes apretados.

—He dicho que la tires al suelo. —Amenazo acercando mi arma a él y colocando mi pistola encima de su piel.

—Mira como tiemblo, —escupe con una risa burlona, al escucharlo mi rabia crece y le disparo en el pie, él grita y su arma cae al suelo.

—Ahora te voy a ver temblando e implorando que te perdone. —Le digo con una sonrisa y levantando mi ceja.

—Por un disparo en el pie, jajaja, sigue soñando. —Se ríe y se queda firme donde está parado, es una piedra, aunque está herido, sigue de pié.

—¿Qué haces aquí? Tan enamorado estás de mi Jazmín que te arriesgaste a venir por ella. —Añade— Eres un buen soldado, pero yo soy un mercenario y acabaré contigo. —Se pone en posición de pelea.

—Pelea, pelea conmigo, ¿O acaso tienes miedo? —Prosigue el hombre alto y de ojos verdes.

—¿Miedo de ti? Eres una escoria y te voy a hacer pagar por todo lo que le hiciste a Jazmín.

Dejo mi arma en una mesa y con mi mano le hago señas al malnacido para que se acerque, él lanza una patada y yo la esquivo, fácilmente le lanzo un puño y le doy en la mejilla.

—Tienes suerte. —Balbucea el hombre escupiendo sangre por su boca, me quedo en silencio esperando que se defienda, no me gusta gastar saliva en personas tan cobardes y miserables como este ser.

Él empieza a lanzar golpes, yo le doy un puño en la costilla, él se las agarra con fuerza.

—Ahora, ¿dime si es suerte? —Pregunto con brusquedad.

—Alam, Alam, ¿todo bien? —Vocifera Jazmín desde la habitación.

Me descuido un poco y él aprovecha de darme una patada en la cara, esta me hace caer de rodillas y escupir algo de sangre.

—Ahora vas a morir —grita él— ella será solo mía. —Al escucharlo decir eso me levanto y me coloco en posición de ataque.

—Escúchame bien, Jazmín no es un objeto, ella tiene derecho de escoger lo que quiere para su vida, yo la voy a liberar de ti, para siempre, tú eres una escoria que merece morir.

Levanto mi cabeza, protejo con mis brazos mi cara y el torso, le doy un derechazo el cual impacta con fuerza y velocidad en su cara, él cae al piso votando mucha más sangre por la boca y nariz, espero que se levante, lo quiero hacer sufrir, al levantarse me apunta con un arma que seguro recogió del suelo.




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