-----Narra Jazmín-----
Dos semanas han pasado desde que salimos de Afganistán, despedirme de Alam fue muy doloroso, sentí mi corazón quebrarse como si de una fractura se tratara, no sé, si lo volveré a ver, pensar en él hace que sufra, su ausencia es como un veneno para mi cuerpo, ya que cada día me siento más débil, vulnerable y sola.
No voy a negar que salir de Afganistán es un alivio muy grande para todos nosotros, pero la tristeza ha invadido nuestros corazones, seguir nuestro camino y dejarlo atrás no fue nada fácil, el silencio fue nuestro mejor compañero, cada uno de nosotros ha cambiado, no hay alegría en nuestros rostros solo amargura y tristeza, todos extrañamos a Alam de eso no hay duda.
Al despedirnos de Alam nos montamos en un camión, este nos llevó por todo el corredor de Wakhan, el conductor iba hacia China a comprar alimentos, muchos pueblos de la cordillera del Pamir en Afganistán viven gracias a este conductor, el cual arriesga su vida, para traer el pan a la mesa de varias familias afganas, por supuesto que nada es gratis, él trae alimento a los pueblos a cambio de ganado y ovejas.
El viaje fue muy difícil, ya que estábamos rodeados de acantilados, ríos y grandes piedras, las montañas tocaban el cielo eran infinitas y blancas, inmensas llanuras cubiertas por hierbas, era un paisaje muy bello, pero peligroso, fuertes vientos y un frío atroz que hasta en los huesos llegué a sentir, eso nos mantuvo cada uno junto al otro, atravesamos una reserva natural, donde había mucha vida silvestre y salvaje, vimos varias cabras, tenían unos cuernos muy grandes, gracias al cielo llegamos con éxito a China, a la provincia de Sinkiang.
Después de cruzar la ruta de la seda, nombre que también se le da al corredor de Wakhan, llegamos al pueblo étnico llamado Tajik, ellos nos recibieron con los brazos abiertos, nos ayudaron a cambiar de vestimenta, me dieron un pantalón y vestidos, ambos eran de algodón y el sombrero era de piel de oveja.
No había militares en la zona fronteriza, puesto que no vienen turista y la mayoría de personas son pastores, ellos no tienen necesidad de estar en este lugar, así que pasamos sin ocultarnos, el conductor nos dejó en el poblado y siguió su viaje hacia un distrito cercano a la ciudad, podíamos haber seguido con él, pero los muchachos decidieron descansar, sé que tomaron esa decisión por mí, ya que mis vómitos y mareos han aumentado. Nos quedamos en el pueblito étnico hasta que yo me recupere.
Heydar cambió los billetes afgani por billetes renminbi o yuan. Luego en un camión nos trasladamos hacia la ciudad Urumqi, al llegar a la ciudad Heydar compró cuatro boletos de tren para trasladarnos a Pekín.
Dos días enteros estuvimos montados en ese tren bala, este iba a toda velocidad, hubo varias paradas que nos ayudaron a descansar, disfruté mucho de la comida, aunque al montarme en el tren vomitaba, así que en las demás paradas agarré miedo de comer, pero a pesar de no hacerlo vomitaba el agua, fue muy desagradable, ya que ese sabor amargo en mi boca no desapareció en todo el viaje, gracias a Dios mi niño Adel siempre estuvo a mi lado dándome el apoyo que tanto necesitaba, él levantaba mis cabellos y me daba leves golpes en la espalda, y Jamir y Heydar me veían con lástima.
—¿Te encuentras bien?, ¿quieres que busquemos un médico? —me pregunto con dulzura Heydar, él estaba sentado enfrente de mí, su mirada estaba triste.
—Heydar ve por el médico, yo la veo muy pálida, —Habló Jamir con la voz neutra, él no mostró ninguna emoción, pero estaba muy preocupado.
—¿Cuánto falta para llegar? —Pregunté recostando mi cabeza dolorida en el asiento.
—5 horas. —Respondió Heydar con ternura.
Antes ambos nos caíamos mal y por todo peleábamos, sin embargo ahora todo ha cambiado, él me ve como si fuera su hermana, tal vez es lástima lo que siente por mí, pero estoy feliz de poder contar con tres seres tan bondadosos y humildes, antes de quedarme dormida mis últimas palabras fueron.
—Tranquilos, cuando lleguemos a Pekín y bajemos de este tren, seguro dejaré de sentirme tan mal. —Les dije suspirando con nostalgia, vi a Adel recostado en las piernas de Heydar dormido, me dio mucha tristeza verlo tan demacrado, prometí encargarme de ellos, por lo menos ayudarlos a encontrar un trabajo y un lugar para vivir, todavía no he podido cumplir mi promesa.
Hace una semana llegamos a Pekín, la madre de Alam la señora Lina nos ha tratado con mucho amor y cariño, pero el padre de Alam ha sido todo lo contrario, es grosero y cruel al hablar, así que estoy esperando recuperarme por completo, para llamar a Isabella y pedirle ayuda para salir de esta casa y ayudar a mis tres compañeros.
Estoy dentro del baño cepillando mis dientes, este baño se ha convertido en mi habitación, pues vomito todo lo que como, hasta el agua me cae mal en el estómago, debo tener algún parásito que me está ocasionando todos estos malestares.
—Jazmín, ¿estás bien?
—Sí, no se preocupe doña Lina, ya salgo.
—¿Necesitas que te ayude en algo?
—No se preocupe, —abro la puerta y ella me mira con lástima, ella se acerca a mí, toca mi cabeza y en su cara se nota la preocupación.
—Jazmín, estás muy fría, ¿te sientes bien?, ¿quieres que te llevemos al médico?
— No se preocupe por mí, no es nada.
—Vamos a almorzar, si vuelves a sentirte mal, debes decírmelo.
—Está bien, pero no se preocupe por mí, ya bastantes problemas le hemos ocasionado al estar aquí.
—Ustedes no son un problema para mí, son mi esperanza en medio de tanta tristeza.
—Gracias por ser tan bondadosa, prometo recompensarle su ayuda, perdóneme, no piense que soy una maleducada, pero realmente no tengo hambre, solo quiero acostarme a dormir y rezar para que mañana me sienta mejor.
—¡Jazmín!, —Exclama con tristeza— debes comer por lo menos un poco y luego te acuestas.
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lucha por sobrevivir, infancia dificil, conoceras el verdadero amor.
Editado: 31.10.2024