Hannah
No recuerdo la última vez que me vestí sin preocuparme verdaderamente por mi atuendo, siempre, siempre me aseguro de que esté impecable; no me importa si la tela es o no la mejor del mercado. Sé a ciencia cierta que hay ropa hecha con telas de mala calidad y que aun así han sido realizadas con tanta creatividad e ingenio que pueden pasar desapercibidas con las de alta costura.
Recojo mi cabello en una coleta alta y me miro al espejo por última vez, estoy perfecta, como siempre. A menos por fuera lo estoy. Tomo mi chaqueta, el bolso y salgo de mi apartamento.
Hace una semana Clare me dijo que publique en un muro de internet que busco un novio falso de manera anónima y a pesar de que me pareció algo estúpido, dentro de la desesperación lo hice y hasta ahora ha dado resultados. Algunos hombres se postularon, y como no estaba segura en quién sería el indicado, dejé la elección a manos de Clare y ahora tengo una cita para conocerlo.
Cuando lo seleccionó me miró emocionada y me dijo “Jefa, ya lo encontré” con la voz aguda. A veces creo que Clare se cayó de pequeña y se dio un fuerte golpe en la cabeza, porque ¿quién en su sano juicio se emociona por elegir un novio falso?, nunca lo voy a entender y tampoco le voy a preguntar.
De camino al garaje me topo con Bruno, el guardia de seguridad que trabaja en el edificio desde antes de yo mudarme.
—Bonjour —me saluda con su sonrisa contagiosa—. Está muy bonita esta mañana, señorita.
—Todos los días me dices lo mismo, Bruno.
—No miento, usted y mi nieta son las jóvenes más hermosas de su generación.
Sus ojos brillan siempre que menciona a su nieta, es la única que tiene y según me contó, es la niña de sus ojos y el recuerdo de su hija que murió tras un complicado parto.
—Sobre todo tu nieta, cada vez que me enseña fotos de ella está más hermosa —le digo con una sonrisa igual de grande.
—No cabe duda, ¿Pero sabe algo, señorita?
—Dígame para saber.
—Ustedes don son muy parecidas, siempre están solas y nunca en compañía —su tono cambia por completo, ahora parece un poco triste.
—A mí me gusta la soledad, Bruno, me siento cómoda con ella —explico, en un intento de que cambie esa expresión en su rostro—. Además, con tanto trabajo ni se nota.
—Es bueno tener a alguien a tu lado, señorita, aun cuando quieras estar sola.
—Para eso lo tengo a usted, siempre alegra mis mañanas con un cumplido.
—Es bueno saberlo, pero no desperdicie su juventud encerrada o trabajando. La vida es corta y lo único que podemos hacer es aprovechar el tiempo viviendo. —Palmea mi hombro, ha vuelto a curvar los labios de nuevo—. Cuando el amor le toque la puerta déjelo pasar y permítase sentir, señorita, es mejor arrepentirse por algo que ya hizo, que por no haberlo hecho.
—Yo no creo que eso sea para mí, Bruno.
—Su momento llegará, señorita, y cuando así sea lo va a sentir aquí. —Se pone la mano en el pecho, y sonríe con una mirada llena de nostalgia—. Va a sentir que su pecho se calienta y no va a querer que esa sensación desaparezca, cuando sienta algo así déjese llevar y disfrute, porque solo pasa una vez en la vida.
No sé cómo responderle, ni siquiera creo en el amor y la posibilidad de que yo me enamore es casi nula; sin embargo, tampoco le voy a decir eso.
—Ese es un gran consejo, Bruno. Muchas gracias.
—Pase lindo día, señorita. Recuerde que usted ya no es la misma joven tímida que llegó al edificio hace años, salga allá afuera y cómase el mundo, usted puede lograr cualquier cosa que se proponga.
Deja unas últimas palmadas en mi hombro antes de alejarse, le digo adiós con las manos y me voy con un nudo en el pecho, Bruno me hizo recordar la época donde era más inseguridades que persona.
Cuando salí de Groenlandia y vine para la capital de la moda estaba tan feliz. Desde el momento en que vi una revista y quedé cautivada por un vestido, quise justamente lo que estaba viviendo. El golpe de realidad no tardó mucho, nada era como yo me lo imaginaba. No fue el cuento de hadas que soñé.
El restaurante donde me voy a reunir con mi futuro novio, es uno que eligió Clare por ser exclusivo y privado, ya que todo esto de la relación falsa la quiero mantener lo más secreto posible y tratarlo con la mayor discreción. No me puedo permitir tener un escándalo que dañe mi imagen o darle razones a la prensa para hablar sandeces.
Llego a la hora exacta que me indicó mi asistente, solo espero que mi cita sea puntual, me daría muy mala impresión si no lo es, aunque la relación que vamos a tener será falsa.
—Bonjour, madame. ¿Su nombre, por favor? —el recepcionista me recibe, con una libreta en manos.
—Hannah Olsen —respondo.
—Perfecto, sígame, su mesa está por aquí.
Camino detrás de él, el espacio es amplio y las mesas están distribuidas de tal manera que no se puede escuchar la conversación de alado, están lejos entre sí. No es la primera vez que vengo, lo he hecho unas cuantas veces con algunos de los modelos o en cenas de negocios. Es la primera vez que estoy y no es en la noche.
El recepcionista me lleva al fondo, donde un hombre está sentado con la cabeza metida en su celular.
—Es esta la mesa, madame. Avísenme cuando deseen que les traigan el menú. —dice el recepcionista antes de irse y dejarme al lado del desconocido.
Él levanta la los ojos de la pantalla y en el momento en que los posa en mí, siento que mi estómago se calienta. Creo que lo conozco de algún lado, ignoro esa sensación cuando lo detallo bien.
“Es perfecto para modelar en las pasarelas y vestir los mejores vestuarios de la colección”.
Este hombre tiene todo lo que yo busco en los modelos que trabajan para la casa. Es…, simplemente, no sé cómo describirlo. Me ha cautivado con solo la mirada, ni siquiera lo he visto de pie y ya me lo imagino modelando mi próxima colección.