Amaro estaba haciendo huecos a los puños de su saco mientras escuchaba la conversación que mantenían Teo y su hermana.
― Me preocupa un poco mi acento, a veces siento que se nota demasiado…
― Eso es parte de ti, es lo que te hace diferente y única.
― Sí, pero ser “diferente” y “única” solo provoca atraer atención, y preferiría pasar desapercibida.
― Siempre he querido preguntarles, pero no he encontrado la oportunidad… ¿Por qué hablan tan bien el español?
― Mamá y papá lo hablaban en la casa y nos hicieron aprenderlo desde muy pequeños, una suerte en realidad ― respondió Amaro encogiéndose de hombros, pero claramente aliviado de no tener que aprender un idioma de cero en un tiempo limitado, se podía imaginar la catástrofe que eso hubiese sido.
― Me voy a cerciorar de agradecerles después ― aseguró Débora.
Siguieron caminando en silencio por un tramo, y cuando pasaron frente al colegio Amaro lo observaba con un brillo en los ojos que solía poner en alerta a sus padre y Débora con más reserva de lo usual.
― ¿Estás emocionada?
― La verdad, me da igual ― respondió ella continuando con su camino, a pesar de no tener idea del lugar al que se dirigían, suponía que lo más lógico era continuar caminando ―. Va a ser lo mismo que en el anterior colegio.
Amaro soltó un bufido llamando la atención de sus acompañantes.
― Por favor, no.
Aricia lo vio sin entender y el niño rodó los ojos, “como si no lo supiese” pensó.
― Era muy frustrante ver a gente revoloteando alrededor tuyo.
Ella le sonrió de lado.
― ¿Celoso?
El niño se cruzó de brazos, sacó su labio inferior e infló los cachetes.
― No, yo soy más bien un solitario. Y ― agregó como recordando algo desagradable ―, ya tengo suficiente con Teo revoloteando alrededor tuyo.
― Estás celoso ― canturreó ella.
El niño le sacó la lengua y agarró la mano de Teo, quien veía toda la interacción divertido.
― Fue amigo mío primero.
― Pero yo lo conocí primero ― contraatacó ella tomando la otra mano del chico.
Hubiesen seguido discutiendo de no haber sido por la voz de Felipe interrumpiéndolos.
― Bueno, si quieren regresamos mañana.
Se encontraba sentado junto a Mateo y Hugo en el capo del auto de Rebecca, quien los veía molesta desde el piso.
Alejo y Lisandro estaban sentados en el césped del borde de la carretera.
Débora se separó en seguida de Teo y se acercó a saludar a sus primos.
― ¿Qué hacen aquí? ― interrogó para distraerse.
― Bueno, Teo nos dijo que ibas a necesitar nuestra ayuda ― habló Rebecca.
Ella lo regresó a ver interrogante. El chico solo sonrió e inclinó la cabeza en dirección a la colina que llevaba al molino.
― Teo, ¿qué estás planeando?
Como única respuesta empezó a subir la colina aún sonriente.
Ella regresó a ver al pequeño grupo buscando respuestas, ellos lo conocían durante más tiempo después de todo.
― Será mejor que lo averigüemos por nosotros mismos, él no va a soltar nada ― le aseguró Hugo bajándose del auto y empezando a caminar en dirección al molino.
Como no tenían otra opción empezaron a subir la pequeña colina hasta llegar al molino. Como usualmente pasaba, no había nada más que ese viejo cilindro.
― Teo, ¿para qué nos trajiste aquí? ― preguntó Amaro, con Lisandro a su lado pasando sus pulgares por los agujeros e los puños de su saco ― Ya conocemos el molino.
El chico sonrió y sacó una llave de su bolsillo.
― No el interior.
Hugo abrió grande los ojos.
― ¿De dónde las has sacado?
― Convencí a papá.
Todos compartían miradas emocionadas y desbordantes de curiosidad. Todos excepto Débora, ella no entendía que podía tener de emocionante el interior de un viejo molino.
― ¿Listos para conocer a Fabián? ― preguntó colocando la llave en la puerta del molino.
Débora regresó a ver a Amaro, pero su hermano estaba tan emocionado que fue corriendo hasta donde estaba Teo.
― ¿A qué se refiere? ― preguntó a nadie en particular.
― Tu papá y su papá solían venir todos los días aquí, era como su santuario ― le explicó Alejo pasando a lado de ella.
Regresó a ver a Rebecca, pero incluso la pelirroja parecía emocionada ante la idea de poder entrar a ese lugar.
Después de un rato se encontró completamente sola a la entrada del molino.