Cali (2ª parte de Gemelas)

CAPITULO 3

Al salir del hotel nos esperaba una limusina, el chófer nos abrió la puerta ceremoniosamente y enseguida nos adentramos en el tráfico de la ciudad, el interior era cálido, una música suave deleitaba nuestros oídos, mágicamente, James sacó dos copas de un compartimento oculto a la vista y una nueva botella exclusiva de champán de una neverita que, no me digáis cómo, estaba incorporada. Bebimos de nuevo y observé que nos dirigíamos hacia la salida del aeropuerto.

—¿Dónde vamos? Creía que íbamos a un restaurante a cenar—Inquirí extrañada.

—He pensado que para cenar en compañía de una mujer tan especial como tu solo hay un sitio a donde podamos ir, a París.

Tras de ese sorprendente cambio de planes, me miró a los ojos y luego a los labios con deseo, pero no me besó, sacó su móvil se disculpó e hizo una llamada, solicitó, a la que supuse que sería su asistente personal, que nos esperara el coche en el aeropuerto de Orly y nos reservara una mesa en el prestigioso restaurante “Le Cinq”.

Yo estaba sin palabras, ese restaurante era uno de los mejores del mundo, estaba en el lujosísimo hotel Four Seasons George V, en los mismísimos Campos Elíseos, estaba segura de que su chef tenía al menos tres estrellas Michelin, lo sabía porque había indagado para mi reportaje comparando los hoteles de la capital con los de otras capitales del mundo. No entendía cómo podía conseguir una mesa, seguramente las reservas estaban hechas con meses de antelación. Estaba claro que James estaba acostumbrado a lo mejor, esto era sin duda ¡¡¡ OTRO NIVEL!!!! No acertaba imaginarme porqué podía haberse interesado en mí.

En el aeropuerto me di cuenta que viajaríamos en avión privado, todo estaba dispuesto a nuestra llegada y tardamos apenas unos minutos en despegar, el avión era pequeño, pero muy coqueto y con todo tipo de lujos y comodidades, James se disculpó pues tenía que hacer unas llamadas, dijo que quería dedicarme todo su tiempo al llegar.

 Yo me alegré de tener tiempo para asimilar todo lo que me estaba pasando, una agradable auxiliar de vuelo me sirvió un coctel con unos exquisitos canapés, y me dejó unas revistas para leer, las hojee por encima, mientras observaba a James que hacía llamadas a distintos lugares del mundo, cambiando fluidamente de idioma, francés, alemán, e inglés por supuesto, él me dirigía miradas y sonrisas  de vez en cuando, como para comprobar que todo estaba bien, el sillón en el que estaba recostada era mucho más mullido y cómodo que el sofá de mi casa, la temperatura era muy agradable, poco a poco se me fueron cerrando los ojos.

Me espabilé al sentir un suave toquecito de James.

—Despierta bella durmiente, tu carroza ha llegado.

Habían pasado dos horas y ya habíamos aterrizado, estaba emocionada, al pie de la escalerilla del avión nos esperaba un majestuoso Rolls, me sentía como una princesa mientras paseábamos lentamente por las calles de París, realmente me parecía estar viviendo un maravilloso sueño del que no quería despertar.

El hotel era de una elegancia exquisita, en el restaurante, había rostros famosos por doquier, políticos, actores, deportistas de alto nivel, algunos saludaban a James al pasar mientras nos dirigíamos a nuestra mesa, también capté miradas curiosas dirigidas a mí, supuse que no era el tipo de mujer que solía acompañarle. La mayoría de las mujeres que estaban cenando parecían modelos de alta costura, y el resto, tenían ese rostro sin edad que se consigue actualmente con las más costosas intervenciones de cirugía estética.

La comida hacía honor a las tres estrellas michelín de su chef, yo casi no era capaz de concentrarme, aunque trataba de fingir que la suntuosidad del local y todo lo que me rodeaba no me impresionaba.

James, tenía puesta toda su atención en mí, me preguntaba acerca de mi vida, mis aspiraciones, parecía que quería saberlo todo de mí, yo hablé animada por el alcohol que había bebido y le conté algunos de mis deseos, como el de viajar algún día a Maldivas, tener mi propia revista editada a nivel mundial, o escribir un libro alguna vez.

—¿y por qué no lo haces? —me preguntó

—¿escribir un libro?, se necesita tiempo libre, aún estoy haciéndome un nombre en la profesión, y tengo que sobrevivir —dije sarcásticamente—, necesito mi sueldo, no puedo abandonarlo todo para dedicarme a una quimera sin tener ninguna garantía de éxito.

—¿Y es lo que te gustaría?, ¿no tener que preocuparte por el dinero y poder dedicarte solo a tu obra? —parecía sinceramente interesado.

—Algún día lo haré —dije completamente segura—. Algún día podré dedicar menos tiempo al periodismo y más a mi sueño de escribir, mientras tanto disfruto lo que la vida me ofrece —dije sonriéndole—, ¡Umm! Esta comida es un manjar del cielo, ¡Está increíble!, saboreé las delicatesen que tenía en mi plato.

James, me miraba sonriendo como si nunca hubiera visto comer a una mujer, y supongo que así era, pues con un rápido vistazo me di cuenta que las bellas mujeres que nos rodeaban, no comían, se limitaban a mover las ridículas cantidades de ensalada que tenían en su plato y beber únicamente agua, supuse que el vino contenía demasiadas calorías para ellas.

Por mi parte, estaba paladeando un vino que maridaba perfectamente con las viandas. Me daba cuenta que ya estaba un poquito achispada y eso soltaba mi lengua.

—¿Y tú qué más esperas de la vida, si ya lo tienes todo? —pregunté a James, iniciando sutilmente mi entrevista.




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