Cuando desperté a la mañana siguiente, James estaba ya vestido, me traía una bandeja a la cama con zumos, bollos y café recién hecho, que olía deliciosamente.
—Ummm, ¿por qué no dejas la bandeja y te metes conmigo en la cama? —dije yo bajando un poquito la sábana e insinuándome provocativamente con la redondez de uno de mis senos
—Muy tentador —contestó el besándolo—, pero eso también podremos hacerlo en Dubái ¿Qué te parece si hacemos un viajecito?
—¿Dubái? —pregunté yo extrañada, sin entender a qué se refería, apenas habíamos llegado a la isla y ya quería irse.
—Está a solo cuatro horas de vuelo de aquí, será por un par de días, y luego volvemos si tú quieres, o nos vamos a otro sitio, el mundo está lleno de lugares maravillosos esperándonos —contestó tratando de convencerme—, me han invitado a un evento para la presentación de un nuevo edificio, la compra de un apartamento allí puede reportarme importantes beneficios si lo alquilo o lo vendo al cabo de unos meses. No quiero perder la posibilidad de ese negocio. Podrás conocer a gente de mi círculo y te divertirás, ya lo verás. Podremos disfrutar de todas las comodidades que ofrece el edificio, es el Royal Atlantis, te lo mostraré —dijo entusiasmado mientras iba a buscar su ordenador personal para mostrarme imágenes que despertaran mi interés.
A mí, de todo eso, me produjo curiosidad solo una cosa.
—¿Tu circulo? —me pareció una curiosa elección de palabras— ¿qué quieres decir? ¿tus amigos? —inquirí yo.
—Bueno, quiero decir la gente con la que me relaciono habitualmente, pero no sé si podría llamarlos amigos en el sentido estricto de la palabra, si por amigo entiendes alguien a quien contarías tus secretos o le confiarías tu vida, entonces no —contestó soltando una carcajada—, son personas con quienes hago negocios, nos reunimos compartimos información, oportunidades, inversiones, ya sabes.
—Entonces, ¿Quiénes son tus amigos? ¿dónde están? —seguí indagando yo.
Él se acercó con el ordenador y fue evidente el cambio de tema en la conversación.
—Olvida eso, ¡Mira! —dijo con entusiasmo— cada apartamento tiene su propia piscina infinita, servicio de limpieza, mayordomo, seguridad, cocineros del más alto standing a tu disposición, a cualquier hora del día o de la noche, y en el mismo edificio hay spas, médicos, gimnasio privado, y tiendas de las más exclusivas marcas. ¡Todo un estilo de vida sin salir del edificio y con las mejores vistas 360! ¡Un lujo al alcance de muy pocos!
Yo hubiera querido continuar nuestras idílicas vacaciones en la isla, pero me di cuenta que el estilo de vida de James era así de rápido, exprimiendo cada instante, tanto para el placer, como para los negocios… ninguna oportunidad podía ser desaprovechada. Él tenía ya puesta su mente en el beneficio que podría obtener con esa compra y comprendí que no le convencería para quedarnos.
Me uní a su entusiasmo y observé las maravillas que quería mostrarme, estuve de acuerdo en ir con él, e inmediatamente nos pusimos en movimiento.
Todo está ocurriendo demasiado rápido para mí, y trataba de adaptarme como podía, el común de los mortales nos demoramos meses planeando las vacaciones perfectas para cada verano y solemos viajar fuera de nuestro país una vez al año. Sin embargo, para James su patria era el mundo y se movía de un extremo al otro de manera natural cada día.
El recibimiento en Dubái fue perfecto, de VIP, nos trasladaron a una suite espectacular en uno de los más exclusivos hoteles, el Royal Atlantis Resort que estaba vinculado al grupo inversor del edificio de apartamentos del mismo nombre, que íbamos a visitar.
—Cariño, necesitas vestidos de cóctel y los vestidos más elegantes para la noche, hay boutiques exclusivas en el hotel, di que lo carguen a la habitación y cómprate lo mejor que haya, yo también debo ir a comprar unos trajes para los eventos —me dijo James urgiéndome a salir— y pásate por la peluquería y salón de belleza, quiero que estés espectacular esta tarde y los deslumbres a todos, tenemos una presentación a las cuatro, podremos comer algo allí mismo, te garantizo que la comida será la mejor que hayas probado en tu vida, esta gente quiere impresionarnos, no van a reparar en gastos.
—Pero James, ya tengo unos vestidos preciosos que me compraste en París, no creo…
No me dejó terminar mi frase.
—Carla, cielo, no me discutas, en este negocio todo cuenta, estaré compitiendo por conseguir el más exclusivo de los apartamentos, no pueden ver debilidad en ningún frente, como mi acompañante debes estar a la altura, debes impresionarlos con tu belleza.
No estaba muy segura de entender lo que me había querido decir, no obstante, salí de la habitación cavilando sobre sus palabras, al parecer no se trataba de comprar un apartamento cualquiera en el edificio, James iba a pujar por el más grande y el más alto, porque ese sería el que le reportaría más beneficios. Empezaba a comprender un poco su mundo, no era todo tan fácil y despreocupado como me había parecido en un principio, se trataba de competir todo el tiempo, de ser el mejor en todo, el que más dinero ganaba, el que mejores inversiones hacía, el que tenía el más potente coche, la casa más grande o el avión más rápido, y al parecer también la mujer más hermosa. Yo debía hacer mi parte y no desmerecer al lado de James, no es que yo sea espectacular, pero tengo buena figura y bonito pelo, el maquillaje y los vestidos cambian a cualquier patito feo así que no estaba preocupada, yo siempre he sabido sacarme partido.