Cali (2ª parte de Gemelas)

CAPITULO 9

Salíamos para dirigirnos a la cena y al espectáculo que nos ofrecerían después, yo aún seguía un poco molesta, pero no habíamos tenido tiempo para hablar más, al salir del baño, la estilista me estaba esperando para maquillarme y peinarme.

Estrenaba un nuevo vestido, era precioso, negro, enmarcaba mi figura maravillosamente, me sentía bella y sexy con él, tenía un escote palabra de honor, y un fino tejido de guipur se sobreponía desde el escote hasta mi garganta y bajaba por las mangas, dándole a la vez un estilo sobrio y elegante.

James había aprobado mi elección, me dijo que en la cena habría hombres de negocios árabes muy poderosos que, aunque pareciera que habían aceptado las costumbres y la cultura occidental, era sólo una fina pátina, en el fondo eran muy tradicionalistas con respecto a la vestimenta de las mujeres. James me dijo que quería establecer relaciones con ellos y que era muy importante seguirles el juego, que procurara mantenerme a su lado en un segundo plano.

Yo salí aún un poco contrariada, me parecían unas ideas muy retrógradas, pero entendía lo que James había querido decirme. 

Durante la cena, charlé animadamente con algunas personas, en algún momento, la conversación derivó hacia temas políticos, capté varias miradas reprobatorias de James, y en algunas ocasiones, me sugirió muy paternalistamente que no debía opinar pues eran temas que quizás me venían grandes, que no tenía una visión realista y global del mundo.

Tuve que morderme la lengua para no contestarle airadamente.

El señor Benuf uno de los invitados que participaba en la conversación contestó al comentario de James.

—¡Déjela James!, su novia es joven e idealista, con el tiempo comprenderá cómo funciona el mundo, el idealismo es un privilegio de la juventud.

Me sentí frustrada, estaba comprobando que James no quería una compañera a su lado con opiniones propias, sino un ornamento, una mujer florero a la que exhibir. En algunos momentos incluso llegó a darme un toquecito con el pie por debajo de la mesa, para que me callara, y no es que yo estuviera diciendo sandeces, me gusta la política y tengo opiniones muy firmes, el problema es que eran bastante opuestas a las que se debatían en la mesa, estoy más a favor de la distribución de la riqueza en el mundo, mientras que allí se defendía el libre comercio y el capitalismo extremo.

James se inclinó hacia mí y me susurró que por favor dejara de contradecir las declaraciones de algunos de nuestros compañeros de mesa, que le estaba poniendo en evidencia, al mismo tiempo, tomó mi mano como si estuviera susurrándome alguna palabra de amor al oído, a los ojos de los demás comensales eso parecía, pero lo que hizo fue apretar un poco mi muñeca como advertencia para que no siguiera exponiendo mis creencias, yo le miré entre disgustada y ofendida. Me solté disimuladamente, me excusé y me dirigí al baño.

Estaba allí, tratando de reponerme, cuando entró Miranda, de todas las personas que había conocido en ese viaje, ella me había parecido la más sensata y agradable, pensé que tal vez podía confiar en ella.

—¿Estás bien? —me preguntó.

Yo la miré a través del espejo.

—Sí, sí, es que me había mareado un poco por el calor —mentí.

Dudé un rato más, mientras ella se lavaba las manos, su preocupación me parecía sincera.

—¿Crees que he metido la pata al participar en la conversación?, ¿debería moderar mis comentarios y opiniones?

—Claro que no —me tranquilizó ella—, en nuestro círculo normalmente las mujeres no solemos participar mucho en ese tipo de conversaciones, principalmente porque la política no nos interesa demasiado, pero a mí me ha parecido interesante tu punto de vista, quizás tú tienes una visión distinta a nosotros porque procedes de otro estilo de vida, tal vez nos está haciendo falta alguien como tú, que nos abra los ojos a otras realidades que nos rodean y a las que no prestamos atención.

Me pareció que, aunque un poco snob, no lo decía con maldad.

—Creo que James se ha enfadado conmigo —dije haciendo un mohín.

—Bueno, quizás lo único que ocurre, es que James suele relacionarse con mujeres que no exponen tan abiertamente sus opiniones porque están con él por interés, solo ven en él un medio para escalar peldaños en la escala social y económica, creo que tú eres distinta y me gustas, considero que puedes hacerle mucho bien. A veces puede ser un hombre duro e insensible, que alguien le lleve la contraria de vez en cuando, puede ser muy positivo, no está acostumbrado a tener en cuenta las opiniones de nadie más, puede que eso le humanice un poco, creo que tú puedes conseguir que cambie —me sonrió animándome.

—Vamos no te preocupes —continuó— seguro que se le habrá olvidado en cuanto lleguéis a la habitación.

Yo sonreí débilmente, agradecí su apoyo, y la seguí de nuevo hacia la mesa.

Me senté sin mirar a James, observé que a mi alrededor había nuevos temas de conversación, los hombres hablaban de negocios entre ellos, mientras las mujeres, conversaban sobre vestidos, peinados, viajes, pero no daban opiniones ni participaban en las conversaciones masculinas, comprendí que yo era diferente a esas mujeres, muchas dependían económicamente de esos hombres, seguramente no querían incomodarlos como yo había hecho con James durante la cena.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.