Cali (2ª parte de Gemelas)

CAPITULO 12

Cuando volví a mi apartamento, el portero me dijo al entrar que me habían enviado unas flores, me extrañó que me las hubiera subido, podría haberlas recogido yo misma.

Al abrir la puerta mi sorpresa fue mayúscula, había docenas y docenas de rosas, de todos los colores, las habían ido disponiendo sobre todas las superficies libres, leí varias tarjetas al azar, todas eran de James. Se disculpaba por su comportamiento y me pedía que nos viéramos.

Recordé las llamadas perdidas y los mensajes sin leer en mi teléfono.

Al comprobarlos, vi que había llegado al aeropuerto en Dubái pocos minutos después de que mi avión hubiera despegado. Me había seguido, pero no había podido localizarme al haberme ido con mi hermana a casa de mi madre el día anterior.

Supuse que el niño rico no soportaba que su juguete se hubiera marchado, no estaba dispuesta a caer de nuevo en sus redes, ni pensaba volver a actuar impulsivamente nunca más, si finalmente accedía a verlo de nuevo, sería cuando estuviera preparada, él tendría que saber valorarme y respetarme.

Fui distribuyendo las flores por toda la casa, en cualquier tarro o botella que tenía libre, mientras, meditaba acerca de si debía darle o no una oportunidad a James, no quería convertirme en el capricho de un hombre, por mucho que el sexo con él fuera lo mejor que me hubiera ocurrido nunca y por maravillosa que fuera la vida de lujos sin preocupaciones que él podía proporcionarme. Yo quería imponer mis condiciones y él tendría que acatarlas si quería que volviese a su lado.

Seguramente yo había sido la primera mujer que se había atrevido a abandonarlo, y su ego no le permitía que yo dijese la última palabra. No albergaba ilusiones a pesar de saber que estaba en la ciudad, no creía que él fuera a cambiar por mí, yo tenía miedo de verlo de nuevo.

¿Sería capaz de no sucumbir a la tentación? Lo cierto es que lo echaba muchísimo de menos, pero no quería volver arrastrándome.

Imaginé que si seguía en mi apartamento tarde o temprano él aparecería para intentar convencerme de que volviera con él. Sabía que estaba siendo una cobarde, pero aún no me sentía lo suficientemente fuerte para enfrentarme a él, resolví ir a pasar la tarde con mi hermana en su apartamento, le daría mi apoyo y centrarme en sus problemas haría que me olvidara de los míos.

Decidí atravesar el parque paseando, era un lugar que siempre me había transmitido calma y sosiego. Estaba atardeciendo, sus bellas avenidas se teñían de la suave luz del ocaso, comencé a escuchar una distante música que se iba incrementando a medida que me iba acercando, procedía de una banda que estaba tocando valses de Strauss, era una música romántica que invitaba a soñar si mi estado de ánimo hubiera sido otro.

De repente, de la nada, surgió la figura de James, estaba frente a mí, a unos pasos de distancia, su actitud era cauta, como si no quisiera asustarme.

Imaginé que, como no había respondido a sus mensajes ni llamadas, probablemente llevaba horas en el parque esperando la posibilidad de encontrarme.

Por un momento tuve el impulso de huir, luego, me pareció un impulso pueril que no arreglaría nada, tenía que encararlo, el momento había llegado. No me sentía preparada, pero seguramente no iba a estarlo nunca.

Lo miré, estaba guapísimo, mi corazón empezó a latir frenéticamente, casi temía que pudiera oírlo. James dio un paso hacia mí, yo no retrocedí.

—Carla, por favor ¿Podemos hablar?

Me tomó delicadamente por el codo llevándome hacia un banco cercano, yo sentí el calor de su contacto, mi piel me traicionaba. Solo con verlo, ya deseaba olvidar todo lo que había pasado, solo quería volver a sentir sus brazos rodeándome, sus labios en los míos y que todo hubiera sido una absurda pesadilla de la que pudiera despertarme de nuevo en Maldivas, sin que nada de lo que sucedió después hubiera pasado. Pero sabía que era solo una ilusión, un deseo inútil, y sabía que no podía dejarme arrastrar por el embrujo y la pasión que James despertaba en mí sin proponérselo.

Me alejé unos centímetros, no quería notar la cercanía de su cuerpo.

—Carla, por favor, ¡dame una oportunidad!  He sido un tonto, un estúpido, nunca debí haber desconfiado de ti. Pero ¡tenía tanto miedo!, todo esto es nuevo para mí, nunca he sentido por nadie lo que siento por ti. Nunca nadie había vuelto mi mundo del revés como lo haces tú. Tenía miedo de que Flagman te pidiera que me abandonaras para irte con él, me cegaron los celos. Solo quería herirte como tú me habías herido a mí, quería que me demostraras que estabas conmigo y que harías cualquier cosa por mí.

—¿Qué estás diciendo?, nunca te di motivos de celos, Mark no me interesa ya te lo he dicho, y eso no justifica todo lo que pasó después.

—Lo sé, me volví loco, no estaba siendo razonable, creí que me habías traicionado y también que querías burlarte de mí, que al hablar con Benuf, cuando te había pedido que no lo hicieras, era un desafío para demostrarme que no me necesitabas como yo a ti, y que en cualquier momento podrías irte con Mark o con cualquier otro, que yo ya no te importaba.

—Pero eso es una locura sin sentido —dije yo—, no tenías porqué sentirte inseguro, ni pensar que iba a abandonarte, ¿por qué pensaste eso?

—No lo sé, en toda mi vida nunca he sido bueno para nadie, mis padres tenían su vida y no se ocuparon de mí, siempre estuve en manos de niñeras primero y en internados después, me sentí abandonado, he tratado de que me valoraran ganando mucho más dinero que ellos, pues parecía que eso era lo único que les podía impresionar, por eso los negocios son tan importantes para mí. Y las mujeres con las que me he relacionado, nunca se han molestado en conocerme de verdad, solo les importaba por el tren de vida y el estatus que podía proporcionarles. Supongo que no es excusa, pero es a lo que estoy acostumbrado. Por eso de repente tuve miedo al verte rodeada de tantos hombres que podían desearte, al no tenerte solo para mí, tuve miedo de que pudieras pensar que no era lo suficientemente bueno, y me dejaras. Quería que me demostraras tu lealtad. Lo he estropeado todo —explicó arrepentido.




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