Cuando me levanté a la mañana siguiente, y fui a la habitación de invitados donde suponía que había dormido James, la cama estaba desecha y vacía, las sábanas eran un guiñapo arrugado, como si él hubiera pasado la noche dando vueltas sin dormir. Era muy temprano, hubiera querido hablar con él a solas, tomar un café juntos y aclarar las cosas antes de que Andrés y Ali se despertaran, pero James se había ido, lo busqué en las distintas estancias, pero no estaba en toda la casa.
Me hice un café y salí a tomarlo a la terraza, un tenue sol que apenas calentaba, despuntaba clareando el día, yo me sentía un poco intranquila, no me gustaba que James se hubiera ido así sin despedirse, pero era una de sus tácticas, cuando teníamos alguna discusión desaparecía por horas y nunca sabía dónde estaba, pues no contestaba a mis llamadas o mensajes. Lo intenté también esta vez, pero sin éxito, no me dejó ni siquiera opción del buzón de voz, cortó mi llamada sin miramientos.
Traté de buscar alguna excusa para su comportamiento, pensé que quizás le habría surgido alguna reunión urgente y tal vez no podía hablar, le dejé un mensaje de texto preguntándole cuándo volvería, diciéndole que sentía mucho lo que había pasado la noche anterior y que debíamos hablar, que podíamos arreglarlo, pero que tuviera en cuenta que teníamos invitados y que no quería hacer una escena delante de ellos. Le pedí que volviera lo antes posible.
Enseguida oí pasos acercándose a la terraza, compuse mi mejor cara y me volví sonriente hacia mi hermana.
—¡Buenos días! ¿habéis dormido bien?, ¿qué quieres hacer hoy?
—Buenos días, ¡Ummm!, —se desperezó Ali—, he dormido genial, ese colchón es como acostarte en una nube, Andrés todavía duerme. No quiero interrumpir tu rutina. ¿No tienes que ocuparte de la revista? Nosotros podríamos irnos por nuestra cuenta, cuando la marmota se levante.
—Buenos días, si la marmota soy yo, ya me he levantado —dijo Andrés entrando en la terraza y besando a mi hermana mientras la abrazaba por la cintura.
—¿James no se ha despertado? —inquirió Andrés— Sé que estaréis ocupados no queremos molestaros, podemos hacer turismo por nuestra cuenta y quedar a la hora de la cena.
—No, no —respondí—, yo al menos he arreglado todo para estar más libre estos días, quizás tenga que conectarme un par de horas o tres esta noche, pero solo me llamarán si surge alguna crisis terrible, creo que me merezco un descanso, como dice James, tengo que aprender a delegar. James sí que ha tenido que salir, volverá lo antes posible, ¿vamos a desayunar? —dije yo tratando de que no se me notara que no tenía ni idea de cuándo volvería ni de qué humor.
Salimos a recorrer la ciudad, le envié otro mensaje a James, pero seguía sin obtener respuesta.
Nunca me hubiera imaginado que mi hermana sería la típica turista, quería hacerlo todo, ir a la Estatua de la libertad, cruzar el puente de Brooklyn, visitar el Rockefeller Center, ir al Soho, al Village, subir al Empire State…
—Wou, wou, Ali, cálmate, tienes una semana por delante para hacerlo todo y puedes quedarte más tiempo si quieres —dije yo riéndome ante el entusiasmo de mi hermana, que parecía como si le hubieran dado cuerda y no paraba de moverse y hacer planes, ante la mirada divertida de Andrés.
—Sabes que no podría dejar a Dino, más tiempo solo, estará muy bien con mamá, pero me echará muchísimo de menos —dijo refiriéndose a su perro de quien nunca la había visto separarse.
Planificamos un poco las actividades y pasamos un día muy divertido, me alegré de ver a mi hermana tan feliz, no quedaba rastro de la criatura taciturna que apenas salía de casa en los últimos años, suponía que se debía a Andrés, se los veía compenetrados y enamorados, Andrés también parecía mucho más relajado, creo que en conjunto se hacían mucho bien el uno al otro, me alegré de que mi loca escapada hubiera provocado esta maravillosa consecuencia.
A media tarde agotados ya, dejamos a Ali en el salón de estilismo para la sesión de peluquería que le había prometido. Mientras, Andrés y yo, fuimos a una cafetería cercana para esperarla, hubiéramos podido ir a casa estábamos muy cerca, pero no quería que James pudiera llegar de improviso y nos encontrara solos en el piso, podría pensar cualquier cosa. No había tenido noticias de él en todo el día, me estaba empezando a preocupar, pues no sabía qué excusa iba a dar por la noche para explicar su ausencia.
Andrés y yo nos sentamos en la confortable cafetería junto a un enorme ventanal que permitía ver el movimiento de la calle, pero era impenetrable al ruido exterior.
—Andrés —comencé yo, una vez teníamos delante unos maravillosos capuchinos—, siento muchísimo todo lo que ocurrió entre nosotros…
—No importa, está olvidado —me interrumpió él
—Sí, sí importa, y quiero aprovechar esta ocasión para pedirte perdón, me comporté fatal contigo, orquesté toda una farsa, para poder regresar en caso de que todo saliera mal con James, fui retorcida, infame y despreciable, y cuando volví, ni siquiera tuve la decencia de reconocerlo todo y pedirte perdón, sino que fui orgullosa a reclamarte por lo que le habías dicho a mi hermana. No sé cómo lo aguantaste.
Andrés se estaba riendo recordando la escena.
—Lo cierto es que me dejaste casi sin palabras con tu desfachatez —dijo sonriendo— fuiste capaz de echarme toda la culpa de lo que había pasado, y no creas que no tenías parte de razón, era cierto que te había descuidado, que no estábamos bien, no disculpo lo que hiciste, tu engaño estuvo mal, pero me alegro que ocurriera, me permitió conocer a tu hermana, que es una persona maravillosa. Siento decirlo, pero es muy distinta a ti, tu brillas por fuera, eres inteligente, lista y muy decidida, pero ella brilla por dentro, es dulce, alegre, cariñosa, me hace reír, consigue que olvide mis problemas o los vea con otra perspectiva, y siento que con ella soy absolutamente feliz. Creo que en realidad, nosotros nunca estuvimos enamorados, éramos más colegas de trabajo y amigos que una pareja, con Ali, es distinto, no sé cómo explicártelo…