Cali (2ª parte de Gemelas)

CAPITULO 24

Quedé en reunirme con Ali y Andrés en un restaurante, me maquillé para hacer la mejor interpretación de mi vida, no quería que notaran mi tristeza ni mi desasosiego, no sabía cómo conseguiría que no se dieran cuenta del dilema en que me encontraba, ni sabía qué hacer en tres días, los que James me había otorgado para tomar mi decisión.

Cuando entré en el restaurante vi a Ali y Andrés riéndose felices en una mesa al fondo del salón, ¡Cuánto tiempo hacía que James y yo no nos reíamos así!

Al llegar a la mesa me saludaron con efusividad, me preguntaron por James, yo inventé un viaje urgente de última hora que justificaba su ausencia.

Ellos me creyeron, no tenían porqué dudar de mí. Traté de contagiarme de su alegría. Habían hecho un montón de compras absurdas, los típicos recuerdos de I love NY que luego no sirven para nada, al parecer habían competido para ver quien compraba el recuerdo más cutre y querían que yo dirimiera la competición. Yo traté de que no se me notara mi desaliento, me había puesto una gran capa de maquillaje para disimular los estragos que habían hecho las lágrimas en mi cara, sonreí tratando de unirme a las bromas, pero Ali se dio cuenta enseguida de mi tristeza.

—¿Que te ocurre? ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo con James? —inquirió preocupada, adivinando inmediatamente la causa de mi triste semblante.

No —disimulé yo— hemos tenido un pequeño desacuerdo, ha tenido que irse repentinamente a uno de sus viajes, y le hubiera gustado que le acompañara, y a mí me ha molestado que tuviera que irse precisamente ahora que estáis aquí, pero me pidió que os dijera que os quedarais todo el tiempo que os apeteciera, él no sabía cuándo iba volver, sus negocios son así, impredecibles —en ese momento no supe por qué mentí de esa manera, ni qué haría cuando James volviera dentro de tres días y nos encontrara a todos en su piso, imaginé que algo se me ocurriría, solo quería salir del paso esa noche y poder meterme en la cama y olvidar todo lo que había pasado al menos por unas horas, estaba segura de que al día siguiente encontraría una solución.  

Pero mi hermana, se preocupó, se dio cuenta perfectamente de que yo no estaba siendo sincera, me conocía demasiado bien.

—Cali, si hay algo que nosotros podamos hacer…, creo que quizás hemos venido en mal momento, si has discutido con James, deberías ir con él, arreglar las cosas, no debes preocuparte por nosotros.

—Sí. —terció Andrés— Si podemos ayudarte en algo debes decírnoslo, nosotros no queremos ser un estorbo, de hecho, esta noche pensábamos proponeros que nos acompañarais a un viaje alrededor del país. Ya que estamos aquí pensábamos hacer un poco de turismo y terminar en California, tengo ganas de empaparme de la cultura americana —sonrió al decirlo, pues era consciente de que me estaba mostrando un Andrés que yo desconocía, mucho más relajado y abierto a nuevas experiencias— pero, si necesitas nuestro apoyo aquí estamos, puedes contarnos lo que sea o si lo prefieres, te dejo a solas con Ali para que habléis, está claro que no estás en tu mejor noche.

Mientras Andrés hablaba, Ali había puesto su mano sobre la mía que reposaba encima de la mesa y me la apretó demostrándome su apoyo y cariño incondicional, las lágrimas acudieron de nuevo a mis ojos humedeciéndolos, pero no iba a llorar delante de ellos.

—Gracias, de verdad, pero no es tan dramático como pensáis, solo ha sido una pequeña discusión, a veces James se molesta si no puedo compartir sus viajes, le gusta tenerme cerca y últimamente con tanto trabajo lo he tenido desatendido, pero no es nada, de verdad —volví a mentir, aproveché rápidamente la salida que me habían dado—, ¿Por qué no empezáis ese viaje y al final nos reunimos todos en California? Me vendrán bien unas vacaciones y a James también, pero ahora no podría irme, aún tengo que establecer procedimientos de trabajo en la empresa y cadenas de decisiones para poder irme tranquila delegando en mis colaboradores.

Me pareció que se tranquilizaban un poco. Accedieron a irse al día siguiente, porque pensaron que así me dejaban espacio para resolver lo que me estuviera pasando con James, se daban cuenta que era algo más grave de lo que les había contado y no querían ser un estorbo.

A partir de ese momento nos relajamos con la cena y verdaderamente la disfruté, quería aprovechar esas últimas horas con mi hermana y Andrés y tenía la esperanza de que la cosas se arreglarían con James.

A la mañana siguiente, no sin antes prometerles que me mantendría en contacto diario y que si los necesitaba los llamaría y acudirían al instante a darme su apoyo, acompañé a mi hermana y Andrés al aeropuerto, me conmovía su preocupación y me daba seguridad saber que podría refugiarme en su cariño si todo salía mal.

Sacudí los malos augurios de mi cabeza y decidí mi plan de acción.

Pasé rápidamente por la oficina, para dar algunas instrucciones y les pedí que me avisaran solo si ocurría algo urgente que necesitara mi atención, confiaba plenamente en mi equipo, eran los mejores, en eso sí tenía razón James, todo funcionaría perfectamente con algo de supervisión, el problema es que a mí me gustaba implicarme, no quería dejarlo todo en manos de mis directivos, mi revista era mi proyecto, mi creación, y quería disfrutarla y trabajar en ella. Pero ahora había cosas más importantes que resolver.

Lo primero que hice fue solicitar una cita con una afamada terapeuta especializada en problemas de pareja. Tuve suerte y la conseguí para quince días después, había tenido una cancelación inesperada y accedió a una primera toma de contacto. Estaba segura de la necesidad de acudir a terapia, nuestros problemas necesitaban salir a la luz y tratar de resolverlos con ayuda de una profesional, pues nosotros solo habíamos sido capaces de ocultarlos y seguir adelante como si nada, hasta que fueron tan visibles como un elefante en una habitación.




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