Calidad total

Capítulo 3: Los de arriba y los de abajo

—No me digas que esto es todo —dijo decepcionada Estelle, pero más que decepcionada su tono de voz parecía indignado—. ¿Es todo lo que me vas a enseñar el día de hoy?

—Claro, ya aprendiste a hacer una reserva —contestó Emily de lo más natural.

—¡Oh por favor! ¡Enséñame algo que no sepa! —exclamó indignada la chica. Era su tercer día como practicante de recepción y sentía como si no le tomaran importancia a su presencia.

—Eres una chica muy enérgica, ¿sabes? Pero no levantes la voz de esa manera en la recepción —le dijo en tono suave y amable—. Recuerda que estamos en la recepción del Hotel Plaza, no en la academia.

—Pues es justo eso, en la academia aprendí casi todos los sistemas de reservas, incluidos Amadeus* y Sabre*.

—¿Ah si? ¿No te gustaría ser counter* de aerolínea entonces? —dijo provocando las risas de otras recepcionistas.

—Muy graciosa... —dijo molesta—. Quiero aprender más, quiero tener un propio lugar donde estar.

—Eso aún no, señorita. Recuerda bien que eres practicante de recepción, las practicantes no tienen sitio fijo, solo cubren a las que se ausentan por momentos y con supervisión de otras.

—La pregunta es cuándo voy a hacer eso.

—Aún no. Acabas de llegar, Estelle, limítate a observar y a aprender de las chicas que ya llevan tiempo aquí.

—¿Y qué gano con eso?

—Observar es la mejor forma de aprender. Así puedes estar preparada para lo que viene. Aprende el saludo, la descripción de las habitaciones, a controlar las entradas y las salidas. Hacer una reserva es solo el comienzo.

—Sí, entiendo —respondió malhumorada.

—Yo también entiendo tus ansias, pero acá tienes que primero aprender a recibir órdenes. La lección de hoy día es observar, vendrá un grupo en un momento, así que mira como las chicas atienden, ¿si?

—Está bien —dijo tratando de controlarse, ¿para eso estaba practicando? Esa Emily seguro quería limitarla, la muy maldita no quería perder su reinado dentro de la recepción.

—Ahora, linda, lo de levantar la voz olvídalo, ¿si? En la recepción debemos ser muy discretas, recuerda que somos la primera impresión que el cliente tiene dentro del hotel.

—En eso te equivocas —escuchó de pronto una voz varonil que pasó al lado de ellas, era Robert Levinsky quien se ubicaba en su lugar como jefe de conserjería*, justo al lado de la recepción—. La primera impresión, querida Emily, son mis chicos del departamento de conserjería. Somos nosotros quienes les abrimos la puerta, los que les damos la bienvenida y los hacemos entrar al paraíso.

—En esa parte tienes razón —contestó ella. Por dentro Estelle reía, al fin le dieron la contra a esa pesada y ella lo iba a disfrutar—, pero igual te equivocas. Dije "dentro del hotel" y ustedes son la primera impresión "fuera del hotel".

—Bien, bien... me ganaste por esta vez —dijo sonriendo—. Estamos empates.

—Claro, empatados, sabes bien lo importante que somos ambos departamentos.

—Por supuesto, y eso grábatelo bien, Estelle —le decía Robert—. De nosotros depende que el huésped se lleve una primera buena impresión.

—Y una cosa más —dijo Emily solemnemente—. No hay una segunda oportunidad para cambiar una primera mala impresión.

—Lo tomaré en cuenta —dijo fríamente—. Ahora si me disculpan, iré a tomar algo de agua.

—Anda, pero no demores que está por llegar el grupo.

—Si, claro. —Se dio la media vuelta para irse a refrescar un rato. Lo que más quería era alejarse de Emily, simplemente no la soportaba y no podía entender cómo todos la llevaban tan bien. ¡Si era una estúpida! Estaba segura de que disfrutaba limitándola.

—Es una buena chica —comentó Robert mientras esta se iba.

—A decir verdad no me cae muy bien —contestó Emily.

—¿En serio? ¿Y eso por qué?

—No lo sé, llámalo intuición femenina.

—Por cierto, ¿cómo va todo con el huésped de la suite presidencial?

—Todo bien. Sin quejas, todos los ambientes están limpios. Olivia se está encargando de supervisar la limpieza personalmente. Ya sabes, lo de siempre.

—¿Y el consumo?

—Pues bastante a decir verdad, todos los días trae invitados.

—Excéntrico el tipo, y no parecía, ¿verdad? —Ella asintió—. Esperemos que venga una vez más.

—Eso ni lo dudes, no sería el primero. Por cierto, alista por lo menos cinco bellboys para recibir al grupo, sabes el alboroto que se arma cuando llegan.

—Si, no te preocupes, está todo planificado.

Los minutos pasaban mientras esperaban al grupo, esa iba a ser la actividad más intensa del día. Estelle se había situado justo detrás de Emily, pues se suponía que tenía que verla en acción. Al momento de la llegada del grupo se armó la grande. Los japoneses llegaban muy cansados y solo querían ser atendidos rápidamente. Los conserjes cargaban varias maletas y ya las tenían acomodadas en los carritos.




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