Calidad total

Capítulo 14: Inesperado

Al salir de El Plaza después de la travesura que casi les cuesta el trabajo se sintieron un poco más relajados. Charles les dijo que faltaba solo media hora para su salida y les pidió, si no fuera mucha molestia, que lo esperaran para salir a comer algo juntos. Como no tenían nada que hacer y todavía era temprano, aceptaron y las tres se sentaron frente al hotel, en una de las bancas cerca al Central Park. Ahí se entretuvieron un rato conversando, era muy poco tiempo lo que tenían que esperar, así que cuando se dieron cuenta los minutos pasaron y Charles ya se iba acercando. Aunque se quedaron sorprendidas y hasta desubicadas cuando aquella escena se presentó ante ellas.

Una rubia de unos veinte y tantos que tenía aires de diva salía desde atrás. Obviamente era la puerta de servicio, así que tenía que ser trabajadora de El Plaza. Y lo más sorprendente fue que Charles iba detrás de ella diciéndole algo que entre todas trataron de comprender. Pero era más que obvio que el chico estaba interesado en ella, y esta todo lo contrario.

—Esta noche, sé que tu día libre es mañana —le dijo y entonces ella paró en seco y se volteó para encararlo.

—Eres bastante terco, ¿no? Ya te he dicho no sé cuántas veces que no tengo siquiera la más mínima intención de salir contigo. ¿Es que no entiendes? ¿O quieres que te lo explique con manzanitas?

—Tú lo has dicho, soy muy insistente —contestó con una sonrisa.

—Eres idiota, eso es lo que eres —le dijo molesta—. Y déjame en paz si no quieres que te ponga una denuncia por acoso. —Colérica, cruzó la pista y pasó cerca de las tres chicas a quienes miró despectivamente de arriba abajo, como si fueran tres bichos. Obviamente una de ellas no se iba a quedar con las ganas.

—Oh no, espero que no hayas hecho eso —dijo Rachel chasqueando los dedos y moviendo la cabeza al puro estilo del barrio de Queens donde ella vivía. Estelle solo la miró molesta, pero no dijo nada y siguió con su andar hasta el final de la calle donde buscó un taxi. Charles llegó de inmediato a donde estaban ellas, pero estas lo miraron serias.

—¿Y? ¿Qué les pareció? ¿No es linda?

—Es que este chico de verdad es idiota, y yo que ya te estaba considerando para unirte a mi partido —le dijo Rachel algo molesta.

—¿Acaso no viste cómo nos miró? —agregó Camila.

—Ni siquiera la conocemos y ya nos leyó hasta el alma. No sé por qué lo sigues intentando si ya te dijo claramente que no —concluyó Priss.

—Pero no están hablando en serio, ¿verdad? Están bromeando.

—No estamos bromeando, Charles —le dijo seria Rachel—. ¿No te das cuenta o qué?

—Es justo lo que iba a decir —agregó Camila.

—Ni que lo digas —dijo Priss.

—Son bastante crueles, ¿lo sabían? —les dijo Charles tratando de defender a Estelle—. No todo está en las apariencias, si la conocieran quizá no hablarían así.

—Pues quizá tengas razón, pero por cómo nos miró sin siquiera conocernos, reafirmo mi posición. Pero bueno, ya depende de ti darte cuenta de eso —le dijo Priss—. Y dime una cosa, ¿de qué área es esa chica?

—Es de recepción.

—¡Con mucha razón! —dijeron las tres a la vez y rieron.

—Disculpa que te lo diga, pero las de recepción generalmente son así. Se creen mucho —le dijo Camila.

—Ya no quiero hablar de eso, quiero que negociemos un asunto, ¿cómo es eso de la cena? —preguntó Charles. Asunto Estelle zanjado.

—Ah pues es muy simple. Gracias al favor que nos puso en apuro a todos, las chicas de The Oak Room prometieron prepararme una cena privada —explicaba Camila—, y ya que llegaste a última hora y ayudaste, pues entonces será privada para los dos.

—Me parece perfecto. ¿Y cuándo será eso?

—¿Viernes? —sugirió Camila.

—¡No! —gritó Priss casi sin querer, los tres la quedaron mirando esperando una explicación a ese grito exagerado—. Digo... viernes no, tengo algo que hacer. Mejor el sábado, ¿si? —se excusó Priss y a los chicos les pareció muy buena idea.

—¿Y qué tal si nos vamos a dar una vuelta por el Central Park? —sugirió Charles—. Ya nos hace falta relajarnos un poco.

—Si, ¿por qué no? —respondió Rachel. De pronto se quedó mirando a alguien que aparentemente caminaba hacia la calle que conducía a la puerta de servicio del hotel—. ¿Alguien lo conoce? —dijo señalándolo discretamente—. ¡Está más bueno que el pan!

—No seas exagerada —le dijo Camila, pero cambió de opinión cuando vio a quien caminaba—. Bueno, no está nada mal.

—Oh no... —dijo Priss nerviosa y se escondió detrás de Charles—. Vámonos, ¡sáquenme de aquí! No es posible que de todos los malditos restaurantes... no, no...

—No me digas que te pone nerviosa —le dijo Charles extrañado—. ¿Qué pasa?

—Es mi ex...

—¡Qué! —gritaron todos a la vez.

—¡Cuéntalo y exagéralo! —pidió Rachel.

—Es una historia dramática. Él es el maldito, ¿o yo? ¡No lo sé! Creo que yo fui la desgraciada... ¡Sáquenme de aquí!




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