Calidad total

Capítulo 28: No conformidad

Edu y Daniel salieron juntos hacia la sala de espera para las personas comunes, ahí estaba Adriano. El proceso había tomado más de una hora, así que ya estaba ansioso por ver los resultados. Cuando ambos salieron se sintió muy aliviado. No conocía en persona al chico, pero se parecía bastante a Priss, como una versión masculina de ella. Se puso de pie para recibirlos.

—Es él a quien tienes que agradecer —le dijo Daniel—. Te presento a Adriano Hartmann, chef ejecutivo de The Oak Room.

—¿El chef Hartmann? —dijo sorprendido Edu. Sabía que ese hombre era el jefe de su hermana, al que idolatraba desde hace años en realidad. Pero, ¿qué tenía que ver él en todo eso?

—Hola, Edu —lo saludó Adriano extendiéndole la mano—, me alegra verte libre. —El chico estaba confundido y aún no reaccionaba, después de unos segundos le dio la mano a Adriano.

—Gracias... —le dijo—. Muchas gracias, señor. Pero, ¿dónde están mi familia? ¿Dónde está mi hermana?

—En casa —respondió Adriano—, te llevaré allá ahora mismo.

—¿Quiere decir que ellos no saben que usted me ha ayudado? —él negó con la cabeza—. Pero... ¿Por qué? Digo, gracias por todo, pero usted no me conoce, es alguien importante y mi hermana es solo una practicante en su cocina.

—Ella no es solo una practicante, estamos saliendo. —Esa noticia tomó desprevenido al joven. Abrió la boca en una expresión de sorpresa, eso no lo podía creer. En un segundo enlazó todos los hechos que había pasado por alto, pero que le confirmaban lo dicho. Las llamadas, aquel auto de lujo llevando a su hermana a casa, ni hablar de la cara de boba que ponía últimamente.

—Ah... ya veo —respondió no muy animado—. Gracias otra vez.

—Sé que quieres irte a casa —interrumpió Daniel—, así que no les quito más tiempo.

—Gracias, Barbie —le dijo Adriano una vez más—. No sé qué hubiera hecho sin ti.

—Probablemente nada —respondió sonriente—. Pero descuida, es parte de mi trabajo. Mándale saludos a esa chica Priss. Y tú, muchacho, no te vuelvas a meter en problemas.

—Si, gracias señor "Barbie", en serio.

Daniel se fue rápido hacia otra dirección mientras Adriano y Edu salían también. Durante el camino apenas si hablaron, el chico dijo un par de cosas sobre la cárcel, pero eso fue todo. Tampoco Adriano sabía bien que decirle, no lo conocía y además lo notó un poco distante. Quizá le había agradecido, pero el chef sabía que la noticia de que salía con su hermana no le agradó mucho. Estaban en completo silencio, pero él podía sentir cierta hostilidad.

—Te agradezco mucho lo que hiciste por mí —dijo el joven de pronto—, pero no creas que por eso tengo que aceptarte y dejar que hagas lo que quieras con mi hermana. No es que sea mal agradecido pero...

—¿Crees que no tengo buenas intenciones con ella?

—Eres su jefe.

—¿Y eso qué?

—Es que eres su jefe —repitió—. Eres mayor que ella.

—Sí, sé que algunos pueden pensar que puedo estar aprovechándome de ella, pero ese no es el caso, de verdad.

—¿Ella te pidió que me ayudes?

—No, ella no sabe nada. Simplemente quise hacerlo. Hoy estaba muy triste por lo que te estaba pasando y quise ayudarla, eso es todo. No creas que lo hago para ganarme a la familia o algo así. —Edu lo miró incrédulo. Ambos se miraron unos segundos a los ojos y después rieron—. Bueno, tengo que admitir que se me ocurrió después.

—Solo quiero advertirte que si le haces daño, si esto es un juego para ti...

—Lo sé, lo voy a pagar muy caro.

—Soy capaz de todo.

—Eso lo tengo muy claro. Lo hiciste cuando separaste a Priss de su ex, ese Arnold. —El chico iba a preguntarle como sabía eso, pero Adriano se adelantó—. No entró en detalles, pero me dijo que eras mitad culpable.

—Arnie no era malo, no sé por qué lo hice. Pero no sé si está bien hablar de eso contigo.

—Solo una pregunta más. ¿Cómo se llevaba Arnold con ustedes?

—Bien. Es como el segundo hijo de mis padres. Como si fuera qué... —dijo un poco irritado—. No es por desanimarte, ¿si? Pero como que la tienes bien pero bien difícil.

—¿En serio?

—Te van a odiar —concluyó sin dudarlo.

—Eso no es un buen comienzo.

—Pero con esto como que les caerás un poco mejor, quizá no te odien tanto —dijo haciéndolo reír. Ya estaban cerca de casa, solo tenían que doblar a la esquina—. Aunque hay una buena noticia.

—¿Y esa cuál es?

—Pues que ya tienes un aliado —dijo sorprendiendo a Adriano. Llegó a la puerta del edificio y se estacionó ahí—. Es que, no sé, pero como que me caes bien.

—Gracias, Edu. —El chico extendió su mano ahora y ambos las estrecharon. Quizá el presagio de que sus posibles futuros "suegros" lo odiarían no le había caído muy bien, pero con saber que el hermano "antipático" estaba de su lado se sintió mejor.

No hablaron mucho más mientras llegaban al edificio en Brooklyn donde vivía la familia Hudson. Por alguna razón mientras más se acercaba, más se convencía de que quizá debió consultar antes de actuar. "Pero bueno, ya está hecho. El chico está libre y eso es lo que importa", se dijo tratando de calmarse. Sabía que si le hubiera consultado a Priss antes ella hubiera dicho que no era necesario, que no quería que le haga favores ni aprovecharse de él. Adriano quiso hacerlo, le nació sin importarle las consecuencias después. Llegaron al fin, se estacionó. Era el momento.




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