Estelle ya se estaba cansando de tener que explicar una y otra vez a varios de los huéspedes que hicieron reserva en The Oak Room que el restaurante no iba a abrir en un buen tiempo y que por eso los estaban derivando a "The Palm Court", el otro restaurante del Plaza, con menos prestigio y no tan reconocido claro. Muchos estallaban coléricos y ella en lugar de calmarlos terminaba estresándose. "Definitivamente no sirvo para la conserjería", se dijo cuando colgó el teléfono después de hablar con el último. Claro, no podía servir para vivir pendiente de los caprichos y exigencias de los huéspedes, pero fue la única forma que consiguió de quedarse en el hotel sin que Emily la eche cuando se acabe su periodo de prueba, incluso en menos tiempo.
Lo que también empezaba a molestarla era el hecho de que llevaba ya varias semanas de salir con Robert y hasta el momento no había conseguido nada provechoso. Aparte de ser asistente personal del jefe de conserjería. Aunque lo que ella quería era escalar un poco más arriba. Los gerentes quizá, tenía que insistir para que Robert la lleve a alguna de sus reuniones y ahí ella podría sacar las garras.
El teléfono que estaba a su lado sonó una vez más y disimuladamente ella lo descolgó. No quería saber nada de más huéspedes quejándose, estaba harta de soportarlos. Miró de reojo al área de recepción, ellas también se veían ajetreadas con las quejas y las preguntas. Además, hacía buen rato que entró un periodista intentando sacarle información a Emily sobre Adriano. ¡Cómo la odiaba!
¿Qué tenía esa desgraciada que ella no? Tenían casi la misma edad, habían estudiado en el mismo lugar y ella se sentía mucho más atractiva que la jefa de recepción. ¿Por qué la otra tenía más oportunidades? Odiaba esa sonrisa tranquila, la forma en que resolvía los problemas con total naturalidad. Siempre tan serena, excepto cuando llegaba ese tal Harry al hotel. Como que perdía los estribos o se estresaba todo el tiempo cuando él se hospedaba y se la pasaba llamando a recepción. Se le ocurrió que quizá a Harry le gustaría hospedarse una vez más en el Hotel. Era temporada baja y necesitaban ingresos. Sonrió con malicia, se vengaría un poco de Emily. Buscó en el repertorio de clientes de conserjería hasta dar con su número. Le haría una oferta e invitación muy especial al Hotel Plaza.
—Si no va a reservar una habitación, no entiendo por qué sigue hablando conmigo —le decía Emily a ese periodista. Sinceramente, tenía ganas de echarlo a patadas. Pero si hacía algo de eso, o peor aún, llamaba a seguridad; el tipo escribiría pestes de ella y del Hotel.
—Sabemos que usted es amiga íntima del chef Hartmann y que además estuvo anoche en el hospital. Solo necesito esa información, ¿está bien? ¿Cuándo regresará a The Oak Room? —De seguro que Barbie se estaba encargando muy bien de que no se filtre información desde el hospital. Y ella no podía arruinar todo ese esfuerzo abriendo la boca. Aunque si no le decía cualquier cosa a ese tipo jamás iba a irse.
—Esperamos que vaya mejorando pronto. En cuanto se recupere volverá al restaurante, no es algo tan grave. Ahora si me disculpa, debo volver a mi oficina.
—Muchas gracias, señorita —dijo el periodista mientras tomaba un par de notas más. Ella se dio la media vuelta, al fin se deshizo del hombre.
Y hablando de tipos de quien deshacerse, hace buen rato que no se sabía nada de ese tal Harry. Es más, tuvo que cambiar su número personal para que la dejara en paz con sus llamadas a medianoche y en los momentos más inoportunos. Pensó que quizá ese desaire era suficiente para hacerlo desistir, así que se sintió más tranquila. Estaba segura le darían ganas de renunciar si revisando el historial de reservas un día de esos veía su nombre. Pero ya no quería pensar en cosas desagradables. Estaba más interesada en la recuperación de Adriano y a cada hora llamaba al hospital para saber cómo estaba.
Su familia ya había llegado, así que recibía información de primera mano. Esa mañana le dijeron que su estado se complicó un poco. Pero ya se encontraba estable, los médicos confiaban en su mejora.
Se lamentaba de no poder moverse de ahí hasta al menos las ocho de la noche. Cameron ya había dado las indicaciones al personal de The Oak Room e incluso recomendó a algunos para que se trasladen a otras áreas de alimentos y bebidas del Hotel hasta nuevo aviso. Antes de irse a recoger a Anne al aeropuerto, pasó un rato por recepción para preguntar que sabía de Adriano y le dio la misma información. Ambos estaban un poco más tranquilos, ya no temían lo peor y confiaban en una pronta recuperación. Lo único que les preocupaba era que no había despertado todavía. Si aunque sea él hubiera abierto los ojos por un momento les diría que había reaccionado al fin y que todo estaría bien. Y esa era la noticia que esperaban con más ansias.
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—No puedo creer que de todos los malditos hospitales me hayas traído al Presbyterian —le dijo Priss a Rachel en un tono de reclamo.
—¡Ay por favor! No te hagas, si tienes una oportunidad de verlo, que es lo que quieres, será aquí —le dijo su amiga
—Si quieres me ayudas a bajar, ¿no?
Rachel abrió la puerta del taxi y la ayudó a salir. Después de regresar de su corto día en el restaurante, la chica la llevó directo al hospital para que le vieran esa pierna y le dieran un tratamiento para que esté mejor pronto. Claro que no le dijo que la iba a llevar justo al hospital donde Adriano estaba internado. Ahora ya estaban ahí, Priss apoyándose del brazo de su amiga intentando dar unos pasos hasta que una enfermera apareció con una silla de ruedas.
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Editado: 04.10.2023