Habían pasado varios días sin recibir una "señal de vida" de parte de esos dos, hasta que al fin esa mañana Adriano llamó a Cameron para ver cómo iba todo en su ausencia. Regresaban al día siguiente y quería enterarse de algunas cosas antes. Su amigo estuvo muy contento de escuchar novedades de él y Priss, y Adriano quedó tranquilo al saber que todo estuvo en orden durante su ausencia y que los dramas estaban en pausa de momento. Podría regresar y retomar su trabajo como si nada.
—Mándale saludos a Priss de parte de Anne —le dijo Cameron—. ¡Ah! Y Rachel también les manda saludos, no sabes la última que se le ocurrió.
—Ni idea, ¿qué hizo ahora?
—Quiere hacer la fiesta de Halloween en mi apartamento. No pude negarme, le debo una, y además Anne ya se emocionó con la organización.
—¡Pero falta una semana!
—¿Y eso qué? Vendrás, ¿no? Estaremos todos acá. Según ella es como una fiesta privada.
—Nunca me ha gustado mucho celebrar ese asunto, pero igual supongo que a Priss le gustaría, no voy a negarme. La pasaremos bien al final.
—Claro, eso dalo por seguro. Ahora te dejo, disfruta tu día.
—Si, gracias, Priss me espera. Gracias por la llamada, envía mis saludos a todos.
Cortaron la comunicación y el maître se sintió un poco más tranquilo al saber que por allá la estaban pasando de maravilla. En New York el panorama tampoco había cambiado mucho, Sandra seguía sin dar ni una sola declaración desde que el verdadero padre saliera a dar su versión.
No había sido la primera vez que el joven Mikkel aparecía en los medios. Muchos periódicos quisieron entrevistarlo, también se presentó en la TV. Se podría decir que de momento todo iba bien, aunque muchos desconfiaban del silencio de Sandra. Él la conocía perfectamente e imaginó que eso solo quería decir que o bien se había rendido de una buena vez, o estaba planeando algo peor. Por alguna razón Cam se inclinaba a la segunda opción.
Y la verdad esperaba que no fuera así, ya bastante se había perjudicado con todo. Tuvo que renegociar su integración al staff de Le Cordon Bleu para dirigir las clases prácticas de Cata y Maridaje. Para su sorpresa lo aceptaron de inmediato, supuso que a pesar de toda la mala publicidad que le hicieron igual se había vuelto bastante popular en el medio. Si antes era conocido solo por su trabajo dentro del mundo de la gastronomía, ahora medio New York sabía quién era, donde trabajaba, con quien salía y muchas cosas más. Tampoco era que lo detuvieran en la calle para pedirle autógrafos, pero si sentía que algunos lo miraban fijamente y empezaban a murmurar entre sí para señalarlo. Era algo incómodo, aunque supuso que igual pronto la gente se iba a olvidar de él. Por otro lado, también había otras personas que lo reconocían y eran bastante descaradas, aún delante de Anne.
—Mira, "maître erótico" —le dijo ella irritada mientras caminaban por el Central Park—, si vuelvo a ver que una mujercita te mira con ojos de deseo, pasión y lujuria te juro que no la cuentas.
—Tampoco es para tanto —bromeó él, aunque ella seguía viéndose molesta—. ¿No me digas que estás celosa de unas desconocidas?
—Pues te contaré que todo New York y medio país ya sabe que existe un maître llamado Cameron Hartley a quien la prensa le ha hecho fama de "erótico", "caliente", "salvaje". Y no tienes idea todo lo que he leído —él volvió a reír, la verdad es que toda la situación le resultaba en parte graciosa—. ¿De qué demonios te ríes? ¿Crees que es bonito saber que se te quieren lanzar encima sin respeto? A la próxima voy a tener que marcar territorio en público para que quede claro que tú me perteneces —bromeó ella.
—Bueno, Anne, la idea de hacerlo en público es bastante genial, ¿pero no crees que eso solo aumentaría mi fama de "maître erótico"?
—¡Rayos! No había pensado en eso. Igual creo que es hora de demostrar quién de los dos es el verdadero insaciable de esta pareja.
—Yo obviamente, todo el mundo lo dice.
—¡Ja! ¡Claro que no! La prensa no lo sabe, pero la que manda acá soy yo.
—Si, claro —contestó él relajado—. Me has amenazado con hacérmelo en público, pero yo sigo esperando la acción.
—¡No me provoques, Cam! Que donde te coja y olvídate de que tienes vida.
—¿Qué me va a hacer, señorita, Leggat?
—Qué no te voy a hacer es la pregunta. Cuando termine contigo no te vas a acordar ni tu nombre, maldito provocador de mujeres inocentes.
Entre risas se fueron caminando de la mano hasta El Plaza, Cam quería saber si habían novedades, y Anne también quiso ir a dar una vuelta por ahí para saludar a Emily. Cuando llegaron, las chicas de recepción le dijeron que la jefa estaba en la oficina y que había pedido que no la molestaran. Aun así, Anne decidió insistir. Eso de "no me molesten" se le hacía algo raro y tenía un mal presentimiento de todo. Tocó la puerta varias veces con Cameron detrás de ella, y al no obtener respuesta simplemente entró. La encontraron sentada en su escritorio, con la cabeza recostada en la mesa y los brazos cruzados, como si estuviera dormida.
—Emy, ¿estás bien? —preguntó al tiempo que cerraba la puerta. Cameron y ella se miraron, eso no lucía muy bien del todo—. ¿Pasa algo? —Al cabo de unos segundos de silencio, Emily levantó el rostro y notaron que tenía los ojos cubiertos de lágrimas. Anne se apresuró a llegar a su lado y la abrazó con fuerza. Ella empezó a llorar otra vez y tuvieron que esperar un rato más hasta que se calme—. ¿Qué sucede, cariño?
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Editado: 04.10.2023