—No estoy segura si va a gustarle —dijo Priss despacio. Estaba en la sala del apartamento de Rachel y hace unos diez minutos descubrió aquello.
—A ver. Explícame, Priss, ¿qué clase de desorden mental tienes?
—¡No seas idiota! Es que no creo que sea el momento.
—Querida, hace casi dos años que se casaron, ¿cómo que no es el momento?
—Él está muy ocupado con su restaurante y yo con el mío, habíamos quedado en esperar, lo hablamos hace un poco. Quedamos en un año más y ahora yo... cielos, soy tan idiota, debí cuidarme.
—Si, idiota eres en pensar que a él no va a gustarle.
—Ni siquiera sé cómo decírselo.
—Es bien fácil, preparas algo de comer súper rico, se sienten gorditos y bonitos, se lo sueltas y ya. Asunto resuelto.
—Sí, supongo...
—No sé a qué le tienes tanto miedo. Adriano te ama, ustedes dos son perfectos el uno para el otro. Lo demás son tonterías. Priss, puede que lo hayan planeado de otra manera, pero igual será maravilloso.— En ese momento callaron. La puerta se abrió, Arnold acababa de llegar y lo acompañaba Adriano, cargaban bolsas de comida.
—Traje la cena —anunció Adriano muy sonriente—. Espero estés disfrutando tu descanso, Rachel.
—Espero que tú lo estés disfrutando, creí que estabas aburrido de mis cosas de sindicalista en la cocina —rieron, hace un momento estaban un poco tensas, pero ya se estaba pasando
—Aguarden, se me quedó el postre en el auto, ¡ya vengo! —anunció Arnie y salió de inmediato. Adriano dejó las bolsas en la cocina y las chicas lo siguieron.
—Denme un momento, voy a los servicios —se excusó él. Antes de seguir, le dio un beso a Priss. Ella se esforzó por sonreír. Hace diez minutos que le había caído la bomba y no sabía ni qué decir.
—Se lo diré mañana.
—Si, mejor así...
—¡Rachel! —escucharon gritar a Adriano—. ¿Se puede saber qué carajos es esto?— Sus pasos avanzaban hacia ellas, Priss notó como su amiga se puso pálida.
—Mierda...—Fue lo único que soltó—. Dejé la prueba en el caño...— Cuando terminó de decir eso, Adriano apareció cogiendo la prueba de embarazo con la punta de los dedos.
—¿Así que por esto me pediste descanso? ¿Esas náuseas fueron embarazo? ¡Cuándo diablos pensabas decírmelo!
—Oye, escucha primero...
—Oh, no, no, ahora no vengas con excusas como "fue un accidente", querida. ¡Nadie se embaraza por accidente! Y tú no puedes hacerme esto ahora.
—¡Oye, carajo! Eres mi jefe, no mi dueño, ¡maldito gamonal! ¡Hambreador del pueblo! ¡Yankee imperialista, capitalista amante del libre mercado!
—¡No me cambies el tema, Rachel! No pienso darte permiso cada día para que te vayas a hacer tus cosas de embarazada, y menos te quiero en la cocina vomitando en mi comida.
—No estás hablando en serio, ¿verdad? Para empezar...
—Ya te he dicho como es el tema de los embarazos para una chef, tiene que ser planificado, estar en la cocina es tensión constante, es estar parada por horas sin descanso, con todos los olores y las náuseas que puedes sentir, no es una cosa de "oh, me embarazaré porque me da la gana y para molestar a mi jefe Hartmann".
—¡Basta, Adriano! —gritó Priss. Ahora ella era la que estaba pálida, sobre todo cuando escuchó eso último—. La prueba no es de Rachel, es mía. Yo estoy embarazada —se hizo el silencio total. Adriano, quien desde que llegó del baño ni la había mirado, se giró lentamente hacia ella.
—¿Embarazada? Como...
—Adriano, la gente se embaraza teniendo sexo, me parece que la respuesta es bastante obvia. ¿Cuánto tiempo tengo? No lo sé, iré al ginecólogo mañana. Y si, lo siento, no es lo que planeamos, sé que debí cuidarme más, apenas estoy empezando mis proyectos y no es el momento, pero...— Quiso seguir hablando, pero tuvo que tragarse las excusas. Adriano se había acercado y la abrazó fuerte. Segundos después sintió sus besos en las mejillas y los labios.
—¿En verdad, amor? ¿Tendremos un hijo? ¿Esa prueba es segura?
—Supongo que sí...—Priss sonrió. Sus temores se esfumaron en ese momento. ¿Cómo pudo ser tan idiota y pensar que no iba a gustarle? Esos ojos brillantes de emoción lo decían todo. Adriano la cogió de la cintura, la levantó e incluso le dio unas vueltas, ella se aferró fuerte a él y rio. Oh si, tendrían un hijo. Era una excelente noticia.
—Mañana mismo te acompaño al ginecólogo, quiero saber todo. Y te vas buscando un reemplazo, quiero que reposes, nada de trabajo. Dieta balanceada, ejercicios, vitaminas, cero estrés —hablaba con rapidez y emoción. Estaba al borde de las lágrimas y de pronto Priss también se contagió de esa alegría—. Yo te cuidaré, Rachel y Kate se harán cargo la mayoría del tiempo, entonces te podré acompañar todo el embarazo y...
—Oye, oye, aguanta tu coche —interrumpió Rachel—. A mí no me vengas a poner más horas extras porque te vas a hacer tus cosas de "embarazado", ¿quedó claro?
—Serás la madrina —prometió Adriano.
—¡Acepto la explotación! —rieron. Una vez más los esposos Hartmann se abrazaron felices. Habían aplazado el tema de tener un hijo por más de dos años, cierto que no lo habían planeado así, era una sorpresa. Una sorpresa maravillosa que los uniría más.
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Editado: 04.10.2023