Calienta mi Corazón

Capítulo Uno

Estadio Target Field, Minneapolis, Minnesota

Verano 2014

 

            —Necesitas un hombre.

            Las palabras de mi mejor amigo Benny casi me hacen escupir la bebida que estaba tomando. ¿Un hombre? ¿En este momento de mi vida y mi carrera?

            Me presento. Soy Maryanne St. John, de los ilustres St. Johns de Nueva York. Los amantes del esquí alpino me conocen muy bien por mis logros deportivos. De hecho, soy una de las mejores esquiadoras del mundo. Que conste, no lo digo yo. Lo dicen los analistas deportivos, y ellos son los que supuestamente saben de deportes. Algunos dicen que soy la mejor en el Slalom Gigante, una de las cinco especialidades que componen el esquí en su modalidad individual, mejor incluso que la mayoría de los hombres en esa rama (los hombres y las mujeres compiten por separado, salvo en las competencias de equipos, la sexta especialidad del deporte). O volveré a serlo tan pronto regrese a las pistas de esquí dentro de tres meses, tras tanto tiempo de retiro —temporal— involuntario.

            Supongo que te preguntarás el porqué de mi ausencia en el deporte. Dieciocho meses atrás, sufrí una aparatosa caída mientras competía en un evento de esquí benéfico en Italia. Estuve varias semanas en coma, a punto de morir. Una vez fuera de peligro, los médicos aseguraban que yo no podría volver a esquiar. Pero no he llegado hasta donde estoy rindiéndome, así que aquí me tienes, a punto de demostrarle al mundo que estoy mejor que antes de esa caída. Suena descabellado que regrese a esquiar luego de tan terrible suceso, lo sé. Aún así, siento que esto es lo que debo hacer. Necesito volver.

            Y ningún hombre me va a desviar del camino hacia la gloria que me he trazado.

            Tomo otro sorbo de mi jugo de arándanos, pues no tomo alcohol ni café y soy vegetariana como parte de mi régimen alimentario/deportivo, y aparto de mis pensamientos lo ocurrido aquella fatídica mañana en Italia debido a que no puedo ni quiero recordar, para enfrentarme al segundo hombre que mejor me conoce en todo el planeta.

            —Me pregunto qué te llevó a tan "brillante" conclusión —le respondo, sin molestarme en ocultar mi sarcasmo. Después de todo, es mi Benny. No necesito fingir con él.

            —¿De veras te preguntas? Vamos, Merry. ¡Mírate! Apenas sales...

            —Acabo de enterarme de que soy un holograma. ¿No estamos aquí tú y yo acaso?

            Benny abre los brazos para señalar el palco donde nos encontramos sentados.

            —Esto no cuenta. Todos los años tenemos esta misma cita. Y yo no soy tu novio, por si lo olvidas.

            De acuerdo, él tiene un punto válido.

            Desde la caída, rara vez salgo. De más está decir que no tengo citas. Los únicos hombres en mi vida con los que no comparto mi ADN son Benny y su familia, en especial su padre, que resulta ser mi entrenador principal de esquí, aparte de unos cuantos amigos atletas de diferentes deportes, lo cual suma la cuenta a unos ocho más o menos. Todos los años, nos reunimos Benny y yo en cinco ocasiones “especiales”: nuestros respectivos cumpleaños —casualmente el de Benny es el veintiséis de diciembre, por lo que aprovechamos para pasar la Navidad y el Año Nuevo juntas las familias de ambos— y para disfrutar de los Juegos de Estrellas del Béisbol y el Baloncesto norteamericanos, además de los abiertos de tenis y el Super Bowl, si nuestras apretadas agendas lo permiten. Ya que el Abierto de Australia, la final de football y el Juego de Estrellas de Baloncesto son en plena temporada de esquí, los vemos por televisión, mientras que asistimos a los demás eventos. No soy gran fan del football americano, lo confieso, pero a Benny le apasiona y lo acompaño porque él va conmigo a los abiertos de tenis a pesar de odiarlos.

            Aparte de eso, en septiembre nos reunimos para lo que denominamos como el “Maratón Serial”; durante dos semanas, antes de que comiencen las cadenas televisivas las nuevas temporadas, nos ponemos al día con nuestras series favoritas. El resto del año nos comunicamos por teléfono, mensajes de texto o las redes sociales, en especial Messenger, Twitter y Whatsapp, con mucha frecuencia.




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