Calienta mi Corazón

Capítulo Doce

            Al llegar al apartamento, una réplica casi exacta al que ocupamos en Beaver Creek salvo que las paredes son de color celeste y la madera es oscura, apenas me sostengo en pie. Lo normal tras la cena con la familia de A.J. y el encuentro con mi ex y su nueva prometida. El desgaste físico y mental es terrible, así que acepto la propuesta de A.J. de pasar la noche en Aspen y regresar a Beaver Creek al día siguiente en helicóptero, juntos.

            —¿Cansada? —pregunta A.J. con un deje de preocupación.

            —Un poco, sí. Esta noche ha sido...

            —¿Terrible? —me interrumpe—. ¿Horrorosa?

            —No está precisamente en mi lista de la diez noches favoritas de todos los tiempos.

            Aunque, lo admito, pasarla como “novia” de A.J. hizo la noche más llevadera.

            —Imagina todas las noches con Camilla y su parloteo eterno. ¡Qué divertidas!

            Me río. Su sarcasmo es notable.

            —¿Qué?

            —Lo dices como si tu madrastra fuera una esposa Stepford.

            —Oye, no tengo nada en contra de Camilla, la quiero y me cae bien, pero lo es —recalca, señalándome con un dedo—. ¿Dónde estuviste toda la noche que no lo viste?

            ¿En A.J.Landia? Sus gestos amorosos y caricias me tuvieron en otra órbita durante toda la cena. Sin contar que tuve que concentrarme para no salirme del papel impuesto esa noche.

            —Además —añade—. No puedes negar que tú y Danielle estaban hastiadas. Su escapada las puso en evidencia, aunque no las culpo. Camilla puede ser insoportable cuando quiere.

            —¿Un par de minutos en el tocador es tu evidencia? ¡Por favor!

            —Diecisiete minutos y cuarenta y seis segundos, querrás decir.

            ¿Estuvo contando el tiempo que estuvimos en el tocador?

            —¿Tanto tiempo nos tardamos?

            —Me sorprende que no hayas contado el tiempo, cronómetro Merry.

            Lo miro con los ojos y la boca abiertos. ¿Cómo diablos sabe que mis hermanos me llaman así? Cierto es que Blake y A.J. son amigos, pero ellos no hablarán de mí en esos términos. ¿O sí? Otro pensamiento se cuela, inesperadamente. ¿Cómo es que sabe ese apodo, y no sabía que me dicen Merry?

            «Él sabe más de tí de lo que dice saber, St. John. Al llamarte así ha cometido un error. Un error del que debes aprovecharte para ganar el partido. Es lo que hace un buen jugador y estratega».

            —¿Cómo te atreves? —pregunto, a punto de partirme de la risa. Lo hago deliberadamente; me ayuda a hacerle creer que no me he dado cuenta de su faux pas. Que él me llame así me parece gracioso, además. Nunca me ha molestado ese apodo, aclaro, pero Blake y Christian me llaman así con ese fin. A.J. lo ha dicho en un tono cariñoso que me divierte.

            —Ah, es cierto —él se da un golpecito en al frente—. No quieres que te llame Merry.

            Ese comentario trae a mi mente...

            —¿Por eso me llamaste “Mer” delante de Damon y Kelly?

            —Ya que no me dejas llamarte como lo hacen tus amigos y familia —él se encoge de hombros—, pensé en ponerte un apodo nuevo.




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