...CAPÍTULO 6...
Habían pasado varios días desde aquel encuentro con el mayordomo en la puerta principal. Cuando había llegado de hacer las compras correspondientes, nuevamente vio al mayordomo como si nada hubiera ocurrido. Dianela había decidido el ignorar hecho e ir a su habitación a descansar con su bolsa de pasteles porque sabía qué si el viejo mayordomo estaba allí, era porque se había ido a quejar con Adrián o algo por el estilo.
Mientras Dianela subía las escaleras, el mayordomo le habló en un tono cortés:
—Señora. ¿No quiere preguntar alguna cosa?
Dianela se detuvo al escuchar la pregunta del mayordomo. Se dio la vuelta y se acercó a él, mirándolo fijamente a los ojos. Se acercó a su oído y con una voz fría y cortante dijo:
—Si una vez ya lo he echado, lo puedo hacer una segunda vez, pero esta vez saldría grave para el hospital”
El mayordomo pareció sorprendido por la actitud amenazante de Dianela, pero mantuvo su compostura.
—Entiendo, señora Dianela, pero le aseguro que no tengo intenciones de causarle ningún problema. Solo estoy aquí para servir a la familia —Respondió un poco asustado.
—Señora, todas estas bolsas la subo, ¿Verdad? —Apareció Asher con las bolsas de compras de Dianela.
-Si. —Contestó Dianela.
—Esta bien —Asher subió las escaleras.
Antes de que Dianela subiera las escaleras volteo para decir una cosa más al mayordomo:
—Ah, y no quiero ver tu cara.
Dianela se alejó y lo miró con desprecio y dio vuelta para subir las escaleras hacia su habitación, dejando al mayordomo parado en el mismo lugar donde estaba antes.
Desde ese enfrentamiento con el mayordomo, Dianela se mantuvo alejada de él ignorándolo por completo. Por lo tanto, Asher se encargó de llevarle sus comidas y cualquier cosa que ella necesite.
Dianela estaba echada en la sala de la mansión, revisando su móvil recién reparado si había alguna cosa importante. Revisó primero, cuidadosamente, la galería de su móvil. Encontró algunas fotos de ella con su familia y amigos, pero eran pocas y antiguas.
Se dio cuenta de que no había tomado muchas fotos últimamente y era seguro cuando la Dianela original ya estaba comenzando a deprimirse.
Después de revisar la galería, Dianela se centró en revisar sus mensajes.
Dianela abrió la aplicación de mensajes, se encontró con una gran cantidad de mensajes sin respuesta hacia sus padres. Las conversaciones se limitaban a Dianela escribiendo mensajes preocupados por su familia y sin recibir ninguna respuesta de sus padres. El único mensaje que había de parte ellos eran felicitándole por su matrimonio y que debe quedarse tranquila porque no le iba a faltar nada en la mansión.
—Esas palabras seguro que te hirieron Dianela.
...***...
Adrián estaba durmiendo profundamente en su cama, envuelto en su edredón, hasta que el sonido de su móvil lo despertó. Con los ojos medio cerrados, estiró su brazo y agarró el celular que estaba sobre la mesa de noche. Sin siquiera mirar, la pantalla para ver quién llamaba y se lo coloco cerca de la oreja.
—Hola —Dijo con una voz somnolienta.
—Hola, Adrián.
—Carla, ¿Qué quieres? —Preguntó queriendo volver a dormir.
—Te ha olvidado algo en mi casa algo muy importante.
—¿Cuál? —Preguntó.
—Tu billetera, te veo donde siempre. —Contestó Carla soltando una pequeña risita ya la vez cortando.
Adrián se levanta de la cama de manera apresurada. Se frota los ojos, tratando de despertarse lo más rápido posible mientras busca su ropa.
En su mente, solo puede pensar en lo importante que es para él lo que hay dentro de su billetera, y en la posibilidad de que Carla hiciera algo. No podría permitirse perder ese objeto valioso y se apura para salir de su departamento lo antes posible, dispuesto a recuperarlo.
...***...
Una hermosa mujer de cabello rubio estaba sentada en una mesa bien iluminada por una lámpara de techo, junto a una amiga. En la mesa había dos copas de vino tinto, una para cada una.
La mujer rubia tenia el cabello liso y brillante, cayendo por sus hombros y enmarcando su rostro de rasgos finos y delicados. Vestía un vestido elegante de color azul oscuro que resaltaba su figura esbelta y bien cuidada.
Disfrutaba del vino con cada sorbo que dama, apreciando su aroma y sabor.
—¿Entonces vendrá? —Preguntó la amiga de la mujer rubia.
—Claro que vendrá —Contestó tomando otro sorbo de su copa.
—Carla, aún no puedo creer que estes con Adrián.
—¿Por qué no lo puedes creer?
—Es que aún no hubo ninguna noticia en los medios de ustedes dos.
—Eso se puede arreglar con un simple empujoncito, por eso necesito que sigas el plan cuando el llegué. —Dijo Carla.
—Esta bien.
—Y hablando del rey de roma —Carla vio a Adrián ingresar por la puerta del restaurante.
Adrián se acerca a la mesa donde Carla y su amiga estaban riendo, y Carla lo mira directamente a los ojos, como si recién se hubiera dado cuenta de su presencia. Sus ojos se iluminan al verlo, y su sonrisa se ensancha.
Adrián se acerca más y Carla se levanta para darle un meso en los labios a él. Se sorprendió ante el gesto de Carla, pero lo dejo pasar, saludo a su amiga y tomo asiento junto a Carla.
—Es un gusto conocerlo después que Carla me haya hablado mucho de usted —Dijo sonriendo.
—Sí, igualmente.
—¿Amor, quieres que te pida algo? —Preguntó Carla.
—Es verdad, tengo que hacer algo importante. Así que me paso a retirar, disfruten su comida —Su amiga de Carla se fue despidiéndose con un beso en la mejilla con los dos y se fue. Cuando salió del restaurante se escondió detrás de unos arbustos para tomar unas fotos de adentro del restaurante sin ser vista. Donde las fotos deben capturar la intimidad de Adrián y Carla.
Después de que la amiga de Carla se fuera, ella y Adrián se quedaron solos en la mesa. Carla estaba satisfecha de como estaban saliendo las cosas. Carla tomo su copa de vino tinto y la ofreció a Adrián, pero él la rechazó.