Hubo un momento en mi infancia que fue clave en mi vida...estábamos de viaje, iba sentada junto a la mamita, ese día yo estaba insistiendo en varias ocasiones que me explicaran el por qué tenía apellidos diferentes al de mi hermana, ahí la mamita me dijo "saliste de la guatita de otra mamá que no te quiso y nosotros te quisimos entonces por eso tienes otro apellido". Fue un golpe directo a mi alma y me puse a llorar. La mamita me consolaba diciendo "ya mi niña no llore, ve que me van a retar por contarle. Tiene que portarse bien para que la quieran, nosotros te queremos mucho".
Y así en mi mente se grabo a fuego el mensaje "tiene que portarse bien para que la quieran" y por muchos años, más de los que yo quisiera admitir, me esforcé por obtener ese amor, por hacerlo bien y no molestar.
Ese golpe de realidad fue duro de transitar, tanto que por un tiempo lo olvidé, mi cerebro lo ocultó porque era una verdad dolorosa para mí.
En la adolescencia me hice cargo y fui a buscar esas memorias, brotaron fuertes, hice un par de preguntas a mi mamá y terminé por responder la pregunta "cuál es mi origen? "
Sentí vergüenza de mi origen, en psicoterapia comprendí que las pesadillas repetidas que tenía eran recuerdos de mi vida uterina, no había luz, solo oscuridad y movimientos bruscos, como sarandeos y gritos de una mujer, de hombre, una voz sonaba más fuerte y decía "no debes estar aquí, eres un error, no perteneces aquí". Mi terapeuta me explicó que mi origen no define quien soy, fue tan liberador, entender y comprender que solo yo decido mi vida! Que no importa de que panza salí, lo que importa es quien decido Ser.
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