Las inmensas manos del teniente acarician los brazos de la joven doncella. Pocas veces una caricia se sintió tan deliciosa como aquella que marcaría un auténtico antes y un después.
Porque esa caricia sabe a lo prohibido.
Sabe a lo imposible.
Sabe a un momento que ambos llevaban esperando y por fin pudo detonar al probar ese fruto que sabía tan tentador, pero cuyas consecuencias podrían ser verdaderamente infames.
Bastó un tropiezo para dar rienda suelta a la tentación y caer en los más sucios instintos.
Tengo que dejar de soñar...
Es una noche de intensa nevada allá afuera, puedo notarlo por el vidrio empañado de la ventana de casa mientras reviso la correspondencia. La céntrica ciudad de Londres puede ser en verdad cruel cuando un apartamento de mala muerte tiene congelada la cañería y debes quedarte para postular en la universidad de tus sueños. Paso las cartas, cubierta en una manta y tratando de arrojar un poco de aire caliente a mis manos, tiesas de tanto intentar pasar una hoja y otra y otra más.
Las cartas que han llegado no me interesan en absoluto, podría haberlas visto desde el móvil, pero no tengo internet y la conexión WiFi de la cafetería donde trabajo no es la mejor, además de que no tenemos permitido el uso de nuestros móviles en el espacio laboral, así es que he tenido que esperarme a llegar y ver el manojo de papeles aguardando.
Encuentro una carta de mamá antes de dar con la que espero al fin. Otra carta más de mi madre, que se suma a todas las que ya me estuve enviando en este último tiempo, mientras los ahorros y el dinero que me envía se va agotando. Opto por pasarla y abrir rápidamente la de la universidad donde espero tener la última oportunidad de aceptación en mis estudios, luego de haber intentado calificar por otras tantas, sin mucho éxito en el intento.
Oh, no.
Las lágrimas me caen y mojan el papel sin haberla terminado siquiera de leer. Porque, lamentablemente, una parte de mí ya conoce exactamente lo que sigue a continuación mientras sigo pasando y sintiendo que el corazón se me parte en seis tristes pedazos, uno por cada Casa de Altos Estudios a la que intenté postular.
Agradecen mi interés por su universidad, pero no es esta la oportunidad para mí. En esta, ni siquiera prometieron dejarme en lista de espera. Mis esperanzas de ser escritora se desvanecen y se evaporan con todo el dolor que ello me causa.
Inspiro con fuerza estrujando el papel y lo dejo caer.
Pero también está la carta de mi madre...
...que dice nuevamente lo mismo que todas las otras que me ha enviado con anterioridad.
Cielo, sé que gran parte de lo que está sucediendo es mi culpa. De hecho, estoy segura de ello. Por no haber sido capaz de darte la educación que te merecías o no haber cumplido con tus sueños de la manera que esperabas. También lamento que ninguna de esas estúpidas personas sepan darte la oportunidad que necesitas para que sepan de tu talento.
Ellos no ven la luz que yo sí veo en ti.
Lamentablemente, será muy difícil poder sobrellevar un intento más en otra carrera luego de tus intentos de postular a ser escritora.
Quizá tengas otra oportunidad.
Te cuento que la esposa del capataz es una mujer joven, pero está muy enferma y necesita de alguien que esté al lado de su cama para leerle por las noches. Adora los libros, pero ya no los puede disfrutar como antes. El reciente nacimiento del pequeño Benjamin ha sido demasiado para su pobre corazón y no saben los médicos cuánto pueda durar, sólo un verdadero milagro la puede salvar.
El capataz se encuentra devastado; le dije que tengo una hija muy talentosa para escribir y para narrar historias, además de que es maravillosa para el cuidado de los niños, en caso de que la nodriza del pequeño pueda enfermar alguna vez. Y adivina qué. ¡Ha aceptado! Te ofrece un empleo con una paga muy honesta trabajando en la hacienda cama adentro si decides venir hasta acá y narrar historias a su moribunda esposa. Verla bien a ella, ayudará a que él también pueda estar, al menos, no tan ruin como le veo ahora, con el alma siendo arrastrada entre sus pies como un par de grilletes, cuando lo que más necesita ahora el pequeño Benjamin es del amor de un padre, ya que su madre está muy agotada como para corresponder como debiera al niño.
Espero puedas considerar la opción, yo me haré cargo de tu pasaje en tren para venir a la hacienda.
Además, cuando conozcas Sussex, seguramente lo vivirás como un espacio para nutrir e inspirarte cada día, ya verás.
Te quiero, cariño.
La decisión que tomes, será siempre la indicada para mí.
Tanto yo como el capataz nos mantendremos expectantes de tu respuesta.
Con amor,
Mamá.