Caprichoso Destino - La historia de Emilia y Alessander

Capítulo 4 "Arrivederci"

Tanto Bruno como los chicos creyeron que iría a abrazarlos a ellos, pero en vez de eso, Emilia les pasó por un costado y saltó a los brazos de Alessander que la estaban esperando. El se encontraba con una sonrisa en los labios, como siempre que lo había visto él se encontraba perfectamente peinado y utilizaba un traje negro. Alessander abrazó a Emilia con fervor, y ella se encontraba doblemente feliz ese día.

—Acaso se escapó del trabajo, signor—dijo de forma insinuante Emilia y con una sonrisa en su rostro

—Non, mi bella ragazza, me tiene a su disposición por los próximos tres días, mi trabajo ya lo culminé

—Dio, Alessander, ¿Culminé? No caro, estas en Uruguay, acá es terminé, bien sencillo

El se rió de la espontaneidad de Emilia, y su energía, era obvio que ella ya había recibido la noticia. Pablo se había acercado a Sofía y miraban la escena, junto a Luis y María, Pablo sonreía, Emilia estaba contenta, giró su mirada a un lado, donde se encontraba su amigo, con el disgusto dibujado en su rostro, él sabía que Bruno la quería pero él lo había estropeado todo, muy decidido Pablo se acercó a donde se encontraba Emilia y observó a Alessander para luego decirle:

—Mira, no me importa si eres italiano, español o gringo, pero te voy a decir una cosa...—Alessander lo observó con una ceja levantada—quita tus manos de la cintura de Emilia, al menos en mi presencia, aun no te conozco y ya la toqueteas frente a mi, un poco de respeto amigo…

En el momento en que Pablo termina de hablar Alessander sujetó más fuerte la cintura de Emilia, lo que provocó que el grupo de amigos estallara en risas, hasta la propia Emilia.

—Pablo, vos nunca cambiaras...—dijo entre risas Emilia

—Lo estoy preparando para cuando conosca a Matty, Lucas y Nacho, ah y se me olvidaba, Ro, él también lo va a amenazar—y volvió a provocar las risas

Emilia decidió al fin presentarlos formalmente, algo que no le agradó a Alessander fue que le presentara simplemente como Alessander, pero no pudo decir mucho.

Bruno aunque poco le gusto, se mantuvo al margen de la situación, miraba a Alessander con recelo, como si él fuera el culpable de los errores que había cometido.

Alessander intentó hablar español, aunque dejaba mucho que desear, y su español era deplorable, lograba hacerse entender y Emilia se encontraba encantada con eso.

Emilia decidió mostrarle un poco de la ciudad a Alessander, y en la noche se iban a encontrar con los chicos en la rambla.

Emilia y Alessander estaban encantados el uno con el otro, a él le encantaba su guia turistica, y aún más saber que ella estaría durante meses en Italia, aunque no podía negarse a sí mismo que tenía miedo, miedo de volver a enamorarse de una mujer que lo dejara, a sentirse descartable, a que ella no lo aceptara, él tenía miedo de contarle que no estaba solo, que él…

—Alessander, esta es la mejor vista de Montevideo—dijo Emilia con una sonrisa en el rostro, parada en la Rambla de Palermo, con los brazos abiertos al mar, el crepúsculo a su frente «definitivamente no creo que haya mejor vista» pensó al verla tan hermosa y natural.

Alessander tomó un pequeño impulso de dentro y se acercó a ella apoyó su mentón en su hombro lo que provocó que se tuviera que agachar un poco y posó sus manos en la cintura de Emilia, y ella como acto reflejo depositó sus manos sobre las de él

Ellos estaban tan sumidos en esos sentimientos tan contradictorios y en esa fuerte cosa inexplicable que los impulsaba a estar juntos, que no se percataron de la presencia de los amigos de Emilia que habían presenciado la escena. Luis fue el primero en acercarse, sacando de su ensoñación a Emilia y Alessander.

La noche había llegado hacía ya varias horas, los chicos se habían marchado a casa, y Alessander había intentado convencer de mil formas a Emilia para llevarla a casa, pero ella se mostraba persistente a esa opción, alegando que ella iría sola, que él podría perderse al volver, cosa que a el le causo gracia, pero decidió dar un paso más, y hacerse el tonto.

—Oh, no puede ser…

—¿Qué pasó?—Emilia lo miró, él intentaba prender el celular y no lo conseguía prender

—El celular se me quedo sin batería, por lo cual me quede sin gps—dijo con falsa pena

—Para que tenes un gps personalizado aquí—dijo señalandose entera una expresión que lo hizo reír

—Muy bien hermoso gps, ¿hacia dónde vamos?

Al llegar al hotel Emilia no sabía cómo comportarse, ella debía irse, pero ¿cómo despedirse?

—Eh bueno, yo...—comenzó a decir Emilia pero él la cortó

—Eh, mmm, pasa...—Emilia lo miró con una ceja alzada

—¿Queres que entre a tu habitación?—preguntó directamente

—Eh, bueno, pues—se rasco la nuca nervioso mientras buscaba las palabras adecuadas, la forma tan directa de hablar de Emilia lo había dejado sin palabras—si no quieres no hay problema, es solo que… eh bueno

—Alessander, tranquilo—ella sonrió—solo quedas advertido, no me acostaré contigo…—le dijo segura de sí, e hizo que él se sonrojara—al menos no esta noche—susurró y al escucharla, él largó la carcajada pasó su brazo por sus hombros atrayéndola a él y así entraron al hotel, la habitación era muy espaciosa y grande, «sus jefes si se la curraron gastando en tremenda habitación» pensaba Emilia

—¿Quieres tomar algo?

—Un café esta bien

—Genial, que sean dos—se dirigió hacia la cafetera—¿Quieres ver una película?

—De terror—dijo como niña pequeña sonriente, él se sonrió, pero de pronto un estilo de deja vu impactó en su mente:

—Aless, no seas cansino, prepara unos pops para mirar la peli—decía Emilia sentadose muy comoda sobre el sofá, él por su lado sonreía al ver la soltura con la que ella lo trataba

—Solo si me prometes una película de terror, Emilia—le dijo acercándose hasta casi rozar sus labios

—Lo prometo—habló de la misma manera que él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.