Carmín para el Ruso.

Nube Negra

—No, —Respondió Sky, apareciendo a un lado del ruso— No puedes hablar con mi esposo, pero creo que tú y yo debemos hablar —declaró con seriedad dejando sorprendidos tanto a Mijaíl y Mei Ling.

—No tengo nada que hablar contigo —Habló la china aun asombrada.

—Y con Mijaíl, ¿qué es lo que tiene que hablar? —Inquirió, sintiendo como el ruso tomaba su mano para que no se alterada.

—De negocios —Contestó observando al ruso, quien había permanecido en silencio a lado de su fiera.

—Bien, habla conmigo primero no serán mucho tiempo, asumo que será si acaso cinco minutos. —dijo Sky.

—Está bien. —Aceptó.

—¿Qué pretendes, dikiy zver'? —Preguntó en su odio el ruso, antes de que siguiera a la Mei Ling.

—Tranquilo, solo voy a hablar con ella —Respondió sonriendo— Prometo no lastimarla mucho —prometió sonriendo, antes de pararse en las puntas de los pies y darle un beso casto.

—Dikiy zver' —Susurró viendo como seguía a la china.

—¿Qué es lo que tienes que hablar conmigo? —Preguntó Mei Ling, cerrando la puerta.

—Quiero dejarte algunas cosas claras. -Respondió Sky, observando la oficina.

—¿Qué cosas?

—Se que tú eres la que está metiendo en problemas a Mijaíl con sus socios, creo que debes de parar.

—¿Por qué crees que soy yo? -Cuestionó Mei Ling, sentándose.

—Es obvio, lo haces para llamar la atención...

—Claro que no. —Contradijo interrumpiéndola.

—Claro que sí, si no fueras así, no estuvieras aquí...

—Tengo negocios en esta empresa. —Contradijo de nuevo.

—Eso me confirma que solo quieres llamar su atención, voy a hacer muy sincera contigo —Guardo silencio queriendo saber cuál era el nombre de la china, pero no lo recordaba— ¿Cuál es tu nombre?

—Mei Ling. —Respondió algo descolocada.

—Mei Ling, entiendo por lo que está pasando. —Dijo sentándose enfrente de ella— sé que debe ser muy duro para ti que yo aparezca y que Jaíl, termine contigo cuando ya tenían tiempo juntos, con planes a futuro, pero no va a poder ser —Declaró mirándola a los ojos—Debes sentirte muy dolida, yo lo estaría. No sabes lo que sufrí cuando me enteré de que él estaba contigo, pero yo lo amo y él a mí, a pesar de todo el tiempo separados no pudimos continuar con nuestras vidas, sé que lo intentamos, prueba de esto es que tu existes y estás hablando conmigo, pero no vamos a volver a separarnos, no podríamos vivir uno sin el otro. —le dijo sonriendo— sé que eres perfecta para él, más que perfecta lo sé porque yo no lo soy, somos muy diferentes, pero a pesar de eso él me eligió, así como yo lo elegí, éramos jóvenes y tontos, cuando los problemas aparecieron no supimos sobrellevarlos, no sé si alguna vez te hablo de por qué nos separamos, no fue por falta de amor, de eso sobraba, se nos desbordaba, pero no pudimos evitarlo, como no pudimos evitar volver a estar junto, él es mi alma y yo su hogar, así que como mujer, te pido que tengas dignidad y nos dejes vivir en paz.

—¿Por qué debería de hacerlo? —Preguntó poniéndose de pie, evidentemente molesta.

—Se que eres una mujer astuta e inteligente, lograste que dejara Italia para venir a arreglar el problema que tu provocaste con sus socios, pero no esperabas que yo viniera ¿Verdad? Seguramente pensaste que no lo perdonaría, no tan pronto, pero lo nuestro siempre ha sido arrebatado, somos dos imanes que cuando están cerca irremediablemente terminan juntos. —Le dijo poniéndose de pie.

—Me hablas de dignidad, que yo tenga dignidad cuando tu no la tienes. —Vociferó molesta.

—Primero, Mijaíl es mi esposo. —empezó a enumerar— Segundo, estoy enterada que terminó contigo antes de viajar a Italia, tercero apenas tenemos dos días que volvimos, jamás lo habría aceptado si aún estuviera contigo, por último, esta vez no voy a dejarlo ir y estoy segura de que él no quiere dejarme.

—La nube negra de que mataste a su hijo nunca va a dejarlos ser feliz —Escupió con veneno.

—No te atrevas a hablar de nuestro hijo, cuando no sabes nada —Le advirtió acercándose a ella.

—Lo sé, sé que te dejo por que tu no querías tener hijos y lo mataste, su hermana me lo dijo...

—Después de todo eres una arpía —Dijo Sky, al tiempo que una de sus manos se estampada en la mejilla de Mei Ling— No se cuáles son tus planes, pero métetelo en la cabeza, no voy a dejar a Mijaíl, has lo que quieras, pero no vamos a separarnos. —Le dijo antes de abrir la puerta de la oficina y salir.

—Sky ¿Estás bien? —Preguntó Mijaíl, en cuanto salió de la sala de juntas.

—Si ¿Podemos ir a comer? —Respondió abrazándolo.

—Claro ¿Quieres contarme? —Inquirió empezando a caminar al elevador.




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