Carmín para el Ruso.

Prisión

—¡Buenas noche! —Saludó la madre del ruso en el idioma de Sky.

—Buenas noches —Saludó la pareja antes de que Mijaíl, le diera un beso y luego lo hizo Sky.

—¿Como estas, linda? Me dijo Mijaíl, que volverían me parece muy bien.

—Estoy bien, gracias. —Respondió Sky, separándose de ella— Estamos intentándolo de nuevo.

—Me alegra saber eso, espero que tengan hambre por que la cena ya está lista —Dijo alegremente—Tu hermana está de viaje y llegará para mañana que es la gala de la empresa. —Comentó mientras caminaban al comedor.

—¿Está trabajando? —Preguntó Mijaíl, quién sostenía la mano de Sky.

—Según ella dice que sí. —Finalizó.

—Bien, porque tiene que pagarme lo que me debe. —Comentó entrando al comedor y Sky, lo observó sin entender que era lo que le debía.

—Está bien, pero no hablemos de eso. —Dijo Galenka, sentándose—Hablemos de ustedes.

Pasaron el resto de la velada poniéndose al día, Galenka y Sky, no habían tenido tiempo de conocerse, solo se habían visto muy pocas veces desde que se habían casado, la primera precisamente después de la boda, la segunda en la fiesta de la empresa ahí mismo en Moscú y la última vez cuando fue a visitarlos a New York cuando se enteró que esperaban a su primer hijo, a diferencia de Nastya, quien desde el momento que la conoció había sido mal educada con ella, incluso había hablado a su espalda aprovechando que Sky no entendía nada de ruso, el gran obstáculo a parte de ellos mío había sido la hermana de Mijaíl.

—Mañana nos vemos.

—Si, pero nos veremos hasta la fiesta —Le dijo Mijaíl a su madre— tendremos todo el día ocupado.

—Muy bien, cualquier cosa que necesiten no duden en decírmelo. —Habló Galenka, despidiéndose de ambos.

—Gracias, que descanse. —Se despidió Sky.

—Ustedes también, vayan con cuidado.

—No vemos mañana madre, gracias por todo.

Salieron de la casa de su madre, se subieron al deportivo del ruso y se pusieron en marcha a su casa.

—Le dijiste a tu madre que tenemos todo el día ocupado ¿Qué vamos a hacer mañana? —Preguntó Sky, observándolo.

—No mucho, solamente estar en casa o si quieres podemos salir algún restaurante para que puedes leer los menús —Respondió sonriéndole antes de girarse y poner atención al camino.

—Me gustaría dormir, con el cambio de horarios no hemos descansado nada.

—Eso mismo pensé, podríamos hacer eso mañana y después te llevare a donde quieras.

—Me encanta es idea. —Dijo felizmente acercándose para besarlo en la mejilla — ¿Quieres hacerlo aquí? —Susurró en su oído.

—Podrían detenernos —Respondió apretando el volante, sintiendo la lengua de Sky, delinear su oreja.

—Eso sería divertido, ¿te imaginas los titulares mañana? —Inquirió besando dulcemente su cuello— El empresario Mijaíl Orlov, detenido por tener sexo con su esposa americana en la vía pública —Habló mientras una de sus manos bajaba por el abdomen marcado del ruso.

—Eso no se miraría nada bien, dikiy zver' (Fiera) —Advirtió cuando sintió la mano de Sky apretar su erección por encima del pantalón

—Dime —Dijo con voz suave, antes de lamer su cuello y llevar sus manos hasta el cinturón y desabrochándolo para luego hacerlo con el botón del pantalón.

—No, hagas eso. —Pidió volviendo a apretar el volante.

—¿Esto? —Dijo envolviendo con una se sus manos la polla dura del ruso.

—Sí... Maldición... Espera ya vamos a llegar a casa —Dijo con esfuerzo al sentir como uno de sus dedos presionaba su hendidura.

—¿No te gusta? -Preguntó con malicia a un lado de su oreja- Pensé que te gustaba, siempre teníamos sexo en el auto. —Le recordó.

—Sí, pero harás que nos detengan y nos metan a prisión. –Habló dando vuelta en la calle en la que su casa estaba.

—¿No irías a prisión por mí? —Inquirió mordiendo el cuello del ruso.

—Claro, al fin del mundo, Moya dusha (Mi alma) pero tú también irías —Contestó activando las rejas de la casa para que se abrieran, mientras su fiera siguió masturbándolo hasta que el ruso apago el motor.

—¿Quieres...?

No la dejo terminar tomo sus labios con gula, embistiéndola su boca con la lengua haciendo que la de ella se enredara en la de él.

—¿Quieres entrar a casa? —Preguntó entre el beso.

—No, aun no —Respondió el ruso, dejando sus labios para besar su cuello.

Sky, lo empujó antes de bajar su cabeza hasta su entrepierna y tomar con su polla, metiendo todo lo que su boca le permitía, empezó a subir y bajar por la dura extensión, delineando con su lengua cada una de sus inflamadas vengas, mientras la amamos del ruso se enredaban en su cabello guiando los movimientos.




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