Carmín para el Ruso.

Compensación

Se removió en la cama buscando el calor del cuerpo del ruso, abrió los ojos para comprobar que efectivamente estaba sola en la cama, salió de ella pensando que seguramente Mijaíl estaría trabajando en el despacho, así que con toda tranquilidad entro al baño, cuando termino su rutina matutina se vistió y fue en su búsqueda para darle los buenos días, entro a la oficina de su esposo, pero esté no se encontraba ahí.

—Buenos días —saludó entrando a la cocina donde se encontraba Svetlana.

—Buenos días —la saludo la rusa sonriendo— ¿gusta desayunar?

—Si, por favor ¿Sabe dónde está Mijaíl? —preguntó caminando hasta el refrigerador.

—Me dijo que volvería enseguida que iba atender un asunto urgente.

—¿Solo eso dijo? —inquirió después de beber agua.

—Si —respondió sirviéndole el desayuno.

—Gracias —dijo, pensando si debía llamarlo, iba desayunar y luego iba a llamarlo a su celular seguramente era algo de trabajo y estaría ocupado.

Mientras disfrutaba de su delicioso desayuno, conversaba con Svetlana e intercambiaba algunas recetas. Mijaíl, se despidió de su madre para volver a casa con Sky.

—Dobroye utro moya lyubov' (Buenos días, mi amor) —dijo mijail entrando a la casa, encontrándose con Sky sentanda en uno de los sofás de la sala de estar.

—Hola, amore mio. —respondió Sky, con una gran sonrisa al verlo aparecer— ¿Cómo te fue?

—Bien, todo esta en orden. —Respondió agachándose para besarla de forma casta.

—Me alegro, que todo saliera bien. —comentó después de besarlo, viendo cómo se sentaba a su lado— Mijail, tenemos que hablar.

—¿Tan serio es? —dijo pasándole el brazo por los hombros pegándole a él.

—Si, es muy serio porque no hemos hablado sobre esto. —habló mirándolo a los ojos.

—Te escucho.

—Yo tengo mis dos restaurantes en New York y tu empresa tiene sede aquí, no puedo dejar mis restaurantes, aun no, porque voy empezando y no se...

—Viviremos en New York —Dijo interrumpiéndola.

—¿Estás seguro? —preguntó algo sorprendida.

—Sí, es mucho más fácil que yo me mueva de lugar a que tú lo hagas. —declaró muy seguro.

—¡Gracias! —exclamó emocionada subiéndose sobre él para repartir besos por el rostro del ruso.

—No es nada, ahora que regresemos vamos a buscar una casa nueva. —dijo sonriendo antes de besarla de forma casta.

—¿No te gusta mi departamento? —preguntó con tono serio aun sobre él.

—Es muy lindo, pero muy pequeño.

—Jaíl, claro que no es pequeño, es normal —señaló pasando una de sus manos por su cabello— tiene dos habitaciones, un gran armario y dos baños y medio, uno de ellos tiene tina, mi cocina es una pasada. Solo que a ti te gustan las mansiones, pero es demasiado para nosotros dos.

—Son mucho más cómodas, sabes que necesito un lugar que funcione como estudio y cuando tengamos a nuestros hijos, nos quedara pequeño.

—Cuando eso suceda, entonces buscamos una casa mas grande. —

—Hummm…. solo no quieres mudarte y dejar tu cocina que es una pasada —dijo con una sonrisa de lado— confiésalo.

—Claro, seria mover todas mis cosas a una nueva casa y si nos quedamos en el departamento solo tienes que moverte tu ropa. —señaló— si dices que sí, te lo voy a compensar —dijo de forma picara pasando su mano de forma sugerente por el abdomen del ruso.

—Estoy muy interesado ¿Cuál sería mi compensación? —habló con interés, acercándose a ella para besar su cuello.

—Lo que tu quieras. —respondió llevando sus manos hasta la camisa del ruso para desabrocharsela—

—¿Segura? —inquirió sonriendo sobre la piel de Sky.

—Mucho ¿Qué fue eso? —dijo al escuchar un gruñido—Es tu estomago ¿ya desayunaste? —pregunto deteniéndose.

—No, aun no.

—Vamos a que desayunes —dijo intentando bajarse de él—

—Quiero desayunarte a ti —declaró deteniéndola.

—No, primero desayunas comida y luego yo seré tu postre—le guiño el ojo antes de tomar su mano para llevarlo hasta la cocina.

—Me has convencido — le dijo sonriendo, siguiéndola.

El ruso desayuno y obtuvo su postre, por la tarde fueron a comer a uno de los mejores restaurantes de Moscú, donde por supuesto Sky se tardó leyendo el menú, siguieron haciendo planes para su regreso a New York, que sería el día siguiente. por la noche fueron a cenar con la madre de Mijaíl.

—Le prometo que no voy a maltratarlo mucho, solo lo justo y necesario. —le dijo a su suegra mientras se despendían de ella después de la cena.

—Muy bien, mientras solo sea lo justo y necesario —habló sonriendo, dándole un beso en la mejilla.




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