—Hola —saludó Mijaíl, entrando a la oficina—¿Quién está embarazada? —preguntó acercándose hasta donde estaba sentada Sky y darle un beso casto.
—Una amiga, yo los dejo que tengo que ir a ver a unos proveedores los veo mañana. —respondió Jenny tomando de nuevo su bolso, para salir huyendo de la oficina dejando a su amiga sola con el ruso.
—Que te vaya bien —le deseó Mijaíl, viéndola salir rápidamente por la puerta —Eso fue extraño ¿verdad?
—Así es ¿tienes hambre? ¿quieres comer algo aquí o quieres cenar en casa? —preguntó sonriendo, apagando su equipo de cómputo.
—Podríamos cenar aquí y en casa comemos el postre —respondió abrazándola por la espalda sonriendo sobre la piel del cuello de su esposa.
—¿Qué se te antoja de postre? —inquirió sonriendo, moviendo la cabeza para que tuviera más acceso a su piel.
—Tú eres mi postre favorito. —susurró sobre su cuello— creo que podríamos empezar con el postre aquí mismo —dijo girándola en sus brazos para atrapar sus labios en un fogoso beso, sus grandes manos recorrieron el cuerpo de su fiera para subirla sobre el escritorio y acomodarse entre sus piernas.
—Me encantaría, pero no creo que a Jenny le guste que tengamos sexo sobre el escritorio que usa.
—Es verdad, eso me molestaría mucho —habló su amiga, volviendo a entrar a la oficina—necesito que me firmes estos cheques, se me había olvidado dártelos y son los últimos que me faltan para tener a todos los proveedores contentos —dijo sin inmutarse por haberlos encontrado en esa situación pues en el tiempo que tenía su amiga con el ruso, no era la primera vez que los encontraba así.
—Te lo dije —le señaló sonriendo a Mijaíl quien le ayudo a bajar del escritorio sonriendo— ¿Esto es lo último que nos falta por pagar? —inquirió tomando un bolígrafo para firmar los cheques.
—Si, seria todo
—Listo, aquí tienes, asegúrate que no falte ninguno por favor.
—Está todo listo —le dijo tomando los cheques ya firmados— los dejo continúen con lo suyo —habló con picardía antes de salir de la oficina.
—¿En que estábamos? —preguntó volviéndose a pegar a ella.
—En que vamos a ir a cenar. —le respondió separándose de él— dejaremos el postre para cuando lleguemos a casa —le dijo tomándolo de la mano para salir de la oficina.
—Eso no se vale. —protestó siguiéndola.
Decidieron no comer en el restaurante de Sky, fueron a comer comida argentina en un pequeño restaurante que quedaba cerca del departamento.
—¿Está todo listo para la nueva temporada de tu restaurante? —le preguntó el ruso mientras le ponía chimichurri a su churrasco.
—Si, mañana probaremos todo el menú con mi personal. —le contó después de comer de su empanada—así que mañana cenaremos en Alma con todos mis animalitos de la creación.
—Creo que no deberías decirles así.
—Ya están acostumbrados—dijo sin darle importancias— ¿Qué tal esta tu carne? —preguntó al tiempo que le robaba un trozo—
—Tu dime.
—Deliciosa.
Terminaron de cenar, cerrando con un delicio postre a base de dulce de leche. Por supuesto cuando llegaron al departamento Mijaíl tomo su segundo postre de la noche y su preferido. Se habían dormido después de la segunda ronda de la noche y el ruso despertó alrededor de las siete de la mañana estiro el brazo buscando a Sky, encontró el lado de su cama frio, seguramente se había despertado temprano para recrear alguna receta que había soñado por la noche, se estiró en la cama antes de levantarse y dirigirse al baño se detuvo en seco frente a la puerta al escuchar un sollozo que sin duda era de su fiera.
—Moya dusha (mi alma) —la llamó entrando a ¿Qué sucede? ¿Te duele algo? —preguntó llegado a su lado— dikiy zver' (fiera) —susurró mientras ella lo abrazaba escondiendo su rostro en el pecho del ruso quien la envolvía con sus brazos—¿quieres decirme que sucede? —musitó acariciando su espalda.
—Yo… Yo… —intentó decir, pero volvió a llorar apretándose más a él.
—Sky, estas preocupando —le dijo angustiado.
—Estoy bien, solo estoy en mis días. —respondió un par de minutos después un poco mejor.
—¿Por qué te pones así? —preguntó sin soltarla.
—Lo que pasa es que tenía un retraso y yo… yo pensé que podría estar embarazada —dijo al borde del llanto.
— Moya dusha (mi alma), no te preocupes aun no es el momento, ya verás que llegara justo tiempo —la consoló el ruso sin dejar de acariciar su espalda.
—Te dije que no iba a poder tener hijos —dijo hipeando en el pecho de Mijaíl.
—Claro que sí, cuando tu quieras podemos ir alguna clínica de fertilidad, podemos adoptar o nos podemos quedar solitos y ser un par de viejitos que viajan por el mundo —habló tomando su barbilla para que lo mirara—haremos lo que tu quieres y yo este junto a ti todo el tiempo —le prometió antes de darle un dulce beso.
—Ya lyublyu tebyan (Te amo) —susurró Sky sobre los labios del ruso.
—Ya lyublyu tebyan.
Los siguientes días Sky, se concentró en los últimos detalles de su menú, habían hecho la prueba con todo su equipo de cocina, por supuesto el ruso la acompaño. Dos días antes del día de reapertura del restaurante la madre de Mijaíl, llego a New York para acompañarlos en esa gran noche.
—Buenos días —susurró Mijaíl sobre el cuello de Sky, quien aun continuaba dormida— Debes despertar, hoy es el gran día —dijo mientras repartía besos por su cuello
—Es muy temprano—habló pegándose más a él.
—Son las ocho de la mañana —le aclaró.
—Báñate conmigo —le pidió girándose para enredar sus manos en el cuello del ruso.
—Solo quieres que te lleve a la ducha en brazos. —sonrió tomándola en brazos para luego salir de la cama.
—Culpable —aceptó abrazándose a él, escondiendo el rostro en el cuello de Mijaíl sin abrir los ojos.
Después de una ducha y desayuno apresurado, pues a Mijaíl se le había olvidado que tenía una junta para cerrar un negocio, Sky se despidió de su suegra a la cual la miraría hasta la noche que fuera a la reapertura del restaurante. Pasó todo el día afinando todos los detalles para que estuviera todo perfectamente listo para la gran noche.