Carmín para el Ruso.

Hostil

—Siento la demora —habló Mijaíl llegando a su lado.

—Llegas justo a tiempo, acaban de llamarme —Le dijo antes de besarlo de forma casta y tomar su mano para entrar al consultorio de su ginecóloga.

—Buenas tardes ¿Como están? —saludó la ginecóloga sorprendida de verla con su esposo.

—Muy bien, recuerda a mi esposo Mijaíl —le dijo presentando de nuevo al ruso.

—Si, por supuesto. —Dijo tomando la mano del ruso— ¿En qué puedo ayudarles?

—Queremos tener un bebé. —respondió Sky, tomando la mano del ruso.

—Bien, tengo que hacerles algunos estudios para saber que todo esté en orden...

—Me parece bien, pero necesito saber primero ¿qué es lo que tiene Sky? ¿Por qué dice que no puede tener hijos? —la interrumpió Mijaíl.

—Bueno, lo que sucede con Sky, es que tiene útero hostil, esto es algo que sucede muy a menudo incluso aun cuando hayan existido otros embarazos esto se debe a que el PH del útero.... —la doctora le explicó con términos médicos y también con un lenguaje más común para que les quedara claro, respondió cada una de sus dudas— lo que les propongo es hacer primero unos estudios para revisar que todo esté en orden con ustedes, intentemos estimular tus ovarios para que puedas quedar embarazada de forma natural, antes de utilizar la inseminación artificial o la in vitro.

—Está bien —respondió Sky, pues el ruso se había quedado pensando en todo lo que había dicho la ginecóloga.

—Perfecto, primero voy a revisarte, te haré un ultrasonido para ver que todo esté en orden.

—Claro.

Mijaíl, permaneció en silencio mientras la doctora le hacía el ultrasonido a Sky, todo había salido en orden, así que les había dado una orden para los estudios, una receta para el medicamento que debía inyectarse todos los días por una semana, además de algunas vitaminas junto con ácido fólico.

—¿Qué sucede? —Inquirió Sky, cuando ya estaban en el deportivo del ruso.

—Nada ¿Por qué?

—No has hablado mucho después de que la doctora te explicó lo que tenía ¿Ya te arrepentiste? —preguntó preocupada.

—No, claro que no —respondió de inmediato—Solo que estaba pensando que, si no deberíamos hacer primero lo de la inseminación in vitro, para no perder el tiempo.

—Puede ser que tengas razón, pero intentemos esto por un par de meses y si no funciona pasemos a la inseminación in vitro.

—¿Segura? —cuestionó deteniendo el auto enfrentar del restaurante.

—Si, mucho —dijo sonriendo antes de besarlo, las manos del ruso la tomaron para moverla y ponerla sobre él, sin deja de besarla— se lo que tramas ruso caliente, pero no podemos hacerlo aquí, nos llevaría detenidos por faltas a la moral en vía pública —habló divertida mientras su esposo besaba su cuello y sus grandes manos se colaban por debajo del vestido.

—Nadie se va a dar cuenta —contradijo antes de volverla a besar.

—Tengo que trabajar —señaló entre el beso mientras sus manos desabrochaban el pantalón, para luego colar su mano en el bóxer y envolver la creciente erección del ruso.

—Lo sé, pero aún hay tiempo. —habló haciendo a un lado sus bragas para clavar su polla dentro de ella, emitiendo un fuerte gemido.

—¡Jaíl! —gimió adueñándose de sus labios al tiempo que las manos de él apretaban las nalgas de Sky.

El deportivo se inundó de los gemidos de ambos, mientras Sky montaba al ruso, moviendo sus caderas de forma descontrolada, olvidándose que cualquiera podría mirarlos.

—Jaíl... Dios... Sí... —gimió moviéndose más rápido, echando la cabeza hacia atrás mientras el ruso le besaba el cuello.

—No dijiste que no debíamos hacer esto.... —Susurró jadeando sobre la piel de su fiera.

—Sí... Jaíl... —lo llamó antes de tomar de nuevo sus deliciosos labios, mientras sentía como sus paredes apretaban la polla del ruso, se corrieron ahogando sus gemidos en sus labios, Sky se dejó caer sobre él después de que el placer pasará, escondió el rostro en el cuello del ruso quien acariciaba sus muslos por debajo del vestido intentando al igual que ella recuperar la respiración.

—Creo que tus animales de la creación ya llegaron a trabajar —Susurró viendo como entraba los trabajadores de su esposa al restaurante.

—Son animalitos de la creación. —lo corrigió sin moverse, escuchando reír al ruso.

—¿Quieres que repitamos? —inquirió besándole el cuello.

—¿Puedes? —Lo cuestionó moviéndose para mirarlo a los ojos.

—Estás haciendo que me ponga duro de nuevo. —respondió sonriendo antes de besarla de forma lenta.

—Me encantaría, pero definitivamente llegaría tarde. —dijo bajándose de él— ¿Te quedas conmigo? —preguntó acomodándose la ropa.




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