Carmín para el Ruso.

Embarazada

—Estoy embarazada —susurró en su oído apretándose a él.

—¿De verdad? —inquirió incrédulo.

—Si, estoy embarazada —repitió separándose de él con una gran sonrisa y más mejillas mojadas por el llanto.

—Pero ¿Cómo es posible?

—¿Recuerdas que la doctora dijo que debía relajarme? —el ruso asintió— Pues me relaje y tu también y durante todo el viaje me sentí mal, tenía muchas náuseas cuando llegamos al aeropuerto ya no aguante, así que vomite y al revisar mi calendario, descubrí que hace dos meses exactamente fue mi último periodo y aquí dice que tengo entre cinco y seis semanas de embarazo —le contó enseñándole una de las pruebas de embarazo.

—¡Vamos a ser papás! —Exclamó tomándola en brazos para llenarle el rostro de besos— ¡Gracias a Dios!

—Van a escucharte —Señaló con una gran sonrisa.

—No importa, todos pueden enterarse. —dijo feliz volviéndola a besar.

—No.

—¿Por qué no? —inquirió sorprendido dejándola con cuidado en el piso.

—No vamos a decirle a nadie hasta después de los tres meses y de que no revise la doctora. —declaró mirándolo a los ojos.

—Moya dusha (Mi alma) todo va a salir bien.

—No lo sabemos, por favor no le digamos a nadie. —le pidió mirándolo con los ojos llenos de miedo.

—Está bien, lo haremos como tú quieras dikiy zver' (Fiera) —volvió a abrazarla y besarla— ¿Por qué tantas pruebas? —preguntó cuando vio las tres pruebas sobre el lavabo.

—Solo quería estar segura. —respondió más tranquila dándole la espalda—Voy a guardarlas, sal de aquí.

—Podíamos aprovechar y celebrar —dijo tomando su cadera pegándose a ella.

—No, estamos en casa de tu madre y ya debe estar sospechando porque hemos tardado mucho. —dijo riendo, guardando las pruebas en sus respectivas cajas.

—Eres una americana aburrida. —susurró sobre su cuello mientras repartía besos.

—Tú eres un ruso caliente, anda sal de aquí, ahora voy.

—Está bien, no tardes mucho.

—No, solo voy a refrescarme un poco.

Volvió a besarla antes de salir del baño con una gran sonrisa y regresar con su madre quien lo observó dibujando una sonrisa cómplice en el rostro.

—No es lo que estás pensando —aclaró sirviéndose un trago de vodka.

—Yo no estoy pensando en nada. —dijo encogiéndose de hombros sin dejar de sonreír.

—Voy a decirte, pero no puedes decirle a nadie, mucho menos a Sky, ni a tu almohada. ¿Lo prometes? —inquirió con complicidad.

—Lo prometo.

—Sky está embarazada, se acaba de enterar, pero no quiere que diga a nadie, ya sabes por eso de perderlos, por favor no vayas a decir nada, porque si no es capaz de....

—Muchas felicidades —lo interrumpió abrazándolo— es maravilloso, por supuesto que no diré nada, ya era hora de que me hicieran abuela, espero que todo salga bien y mejor me callo. —señaló a Sky que aparecía en el pasillo que daba a la sala de estar.

—Gracias. —susurró antes de beber de su trago.

—Supongo que tienen hambre —dijo sonriendo— pasemos al comedor a cenar, tu hermana está de viaje por su trabajo, así que llegada hasta mañana

—Si, muero de hambre. —dijo Sky abrazando al ruso quien se había acercado a ella.

—Pasemos entonces.

—Mi hermana está trabajando ¿Cómo es eso? —inquirió siguiéndolo al comedor.

—Creo que al principio no creyó que la ibas a dejar sin mesada, pero cuando se dio cuenta que hablabas en serio, busco trabajo. —Respondió.

—No me han informado de que este trabajando en la empresa.

—No está trabajando en la empresa, le pidió trabajo a los Solovióv, ellos tienen una tienda de diseños de interiores y no dudaron en darle el empleo pues ti hermana tiene buen gusto para la decoración. —le explicó sentándose en el comedor.

—¿Qué tal le ha ido? —preguntó ayudándole con la silla a Sky.

—Muy bien, está encantada no la he escuchado quejarse en todo lo que lleva trabajando, creo que ha encontrado el trabajo perfecto para ella.

—Me alegro, por fin va a dejar de entrometerse en la vida de los demás. —comentó sirviéndose un poco de vino blanco.

—Es que no tenía nada que hacer, la gente que está desocupada, siempre se mete en la vida de los demás por aburrimiento —comentó Sky, antes de tomar de su copa de agua natural.

—Tienes razón, también creo que tiene que ver que le guste Iván Solovióv. —les contó su madre.

—¡Esto está delicioso! ¡Necesito la receta! —Exclamó Sky interrumpiendo la conversación— Perdón, pero es delicioso.




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