—Jaíl.... Dios.... Jaíl... —gimió corriéndose al mismo tiempo que el ruso lo hacía.
—Dikiy zver' (Fiera) —jadeo besando su nuca.
—Creo que deberíamos levantarnos —señal Sky cuando su respiración se recuperó.
—No, debemos quedarnos aquí —contradijo volviendo a besarla
—Me encantaría, pero está tu familia y además hoy es la fiesta de mi restaurante alma —dijo llevando la mano del ruso hasta donde los bebes se movían que era básicamente todo su vientre.
—¿Por qué no trabajas en esta época, es la mejor del año? —preguntó con curiosidad besando su cuello antes de retirarse con cuidado de ella para salir de la cama.
—Por qué es navidad y se debe pasar en familia. —respondió tomando la mano que le ofrecía para salir de la cama, con el vientre tan grande no podía moverse como antes— en la noche será la fiesta en mi restaurante ¿Vas a acompañarme?
—Claro ¿Nos bañamos juntos? —Preguntó abrazándola.
—Si, necesito que me talles los pies ya no puedo hacerlo.
—Te tallo todo lo que quieras —dijo con picardía entenado después de ella.
—Por ahora solo quiero los pies.
Después de un delicioso baño con agua tibia, bajaron a la cocina donde Sky preparo el desayuno con ayuda de su suegra, estaba haciendo mucho frío y con el embarazo no tardaba mucho en arreglarse, se ponía unas mallas gruesas y suerte caliente y unas botas de piso, se maquillaba poco, en sus propias palabras era una albóndiga caminando, aunque Mijaíl le afirmaba que era la albóndiga más deliciosa del mundo.
—Mi jefe de cocina de Alma, prepara la cena de navidad, así no cocinare nada —le dijo a su suegra mientras terminaba de preparar el desayuno.
—Me alegre a saberlo, no creo que debas permanecer mucho tiempo de pie.
—Ya casi no puedo, dice la doctora que es normal, por cierto, ahora iré para que me inyecte un medicamento para los pulmones de los bebés, pues pueden nacer en cualquier momento —le contó poniendo un plato con unos huevos benedictinos.
—¿Puedo acompañarte?
—Claro, Mijaíl iba hacerlo, pero recibió una llamada de la oficina y tiene que ir a atender a un socio. —le dijo sirviendo un plato para Mijaíl quién terminaba de vestirse en la habitación.
—Buenos días. —Saludó Nastya entrando a la cocina.
—Buenos días —respondieron el saludo.
—Siéntate a desayunar ¿Te gustan los huevos benedictinos? —inquirió Sky bañando los huevos con la salsa inglesa.
—Si, gracias.
—Ya están listo, puedes servirte café. —Señaló la cafetera.
—Lo siento mucho —dijo de repente Nastya mirando a Sky— siento mucho todo lo que te hice, de verdad lo siento —habló intentando no llorar— sé que te hice mucho daño, sé que es imperdonable, pero de verdad he cambiado y siento mucho todo lo que te hice —repitió— no sabía lo que hacía pensé que era lo correcto, evidentemente estaba equivocada, y me duele mucho haberte lastimado y haber lastimado a mi hermano, me he dado cuenta que de verdad se aman y que son el uno para el otro, por favor perdóname. —pidió llorando sin poder evitarlo, Sky la miró con el plato en la mano, la había tomado por sorpresa.
—Está bien, te perdono —respondió por fin dejando el plato sobre la mesa.
—¡Muchas gracias! —Exclamó abrazándola— muchas gracias, estoy feliz que estés embarazada y me vayan a hacer tía, muchas gracias —repitió abrazada a ella.
—Por nada, me alegro de que estés contenta de que estés feliz de ser tía porque después de estos dos posiblemente haya dos más —dijo sonriendo.
—Entre más, mejor, lo siento no debería estar llorando —señaló separándose de ella.
—Está bien, yo lloro todo el tiempo. —dijo sonriéndole—ahora desayuna se te van a enfriar los huevos.
—Gracias.
—Buenos días. —Saludó Mijaíl entrando a la cocina, había escuchado la disculpa de su hermana, se quedó afuera para no interrumpir.
—Buenos días. —respondieron las tres.
—Siéntate a desayunar. —le pidió Sky, sirviéndole su desayuno.
—Gracias —dijo dándole un beso en la mejilla a su hermana para luego hacerlo con su madre— Quiero pedirles un favor —habló acercándose a Sky para besarla de forma casta al tiempo que acariciaba su vientre.
—Claro ¿Cuál sería? —inquirió su madre.
—Quiero que acompañen a Sky al médico, yo le pondrán un medicamento para los pulmones de los bebés. —respondió sentándose.
—Claro, ya nos había dicho.
—Estaré bien. —lo tranquilizó sentándose a su lado.
—Lo sé, solo así me quedo más tranquilo yo debería ir, creo que voy a cancelar la junta mejor.