Carmín para el Ruso.

Epílogo

— Jaíl —lo llamó Sky entrando al despacho.

—¿Qué sucede? —preguntó sin levantar la vista de la laptop.

—Creo que debemos salir. —dijo parada detrás de una de las sillas.

—Amor, está nevando ¿A dónde quieres ir? —inquirió mientras apagaba su equipo de cómputo.

—Al hospital.

— ¿Te sientes mal? —le preguntó de inmediato poniéndose de pie.

—Creo que ya vamos a conocer a los niños —respondió sonriendo, mientras apretaba el respaldo de la silla por una contracción.

—Vamos ¿Te duele mucho? —se interesó tomándola por la cintura.

—Puedo soportarlo —dijo sonriendo, tomando su mano.

—¿Desde cuándo te duele? —cuestionó saliendo del despacho.

—Desde hace una hora, pero ahora ya están más intensas, ya dejé las maletas en el comienzo de las escaleras. —señaló.

—Piensas en todo. —habló besando su sien.

—Solo estoy ansiosa por conocerlos, Dios.... —gimió de dolor apretando la mano del ruso.

—¿Duele mucho? —inquirió preocupado pegándole a él.

—Si, pero puedo con ello —respondió unos segundos después.

—Se que puedes con eso y más, creo que debemos apurarnos, porque creo que ellos también están ansiosos en conocernos —comentó sonriendo, tomando las mochilas.

—Vamos.

De camino al hospital la misma Sky se encargó de avisarle a sus padres, a la madre y hermana del ruso y a sus amigos, para cuando llego al hospital sus padres ya estaban ahí, estaban dando clases en la universidad y acudieron de inmediato. Fueron recibidos por la ginecóloga que tenía todo preparado para su llegada, se despidió de su padre quien le desearon suerte.

—Voy a hacerte cesaría —le informó la doctora mientras le hacía un ultrasonido.

—¿Están bien los bebés? —preguntó Sky tomando la mano de Mijaíl.

—Si, ambos están bien —la tranquilizó— pero el pequeño no se acomodó, sigue en la misma posición —señaló en la pantalla.

—Estoy lista. —dijo muy segura Sky.

—Muy bien, ahora vendrá una enfermera para prepararte y llevarte al quirófano, puedes acompañarlo debes cambiarte también. —Mijaíl asintió mirando la pantalla donde restan congelada la imagen de sus dos bebés— ya queda muy poco para conocerlos.

—Muchas gracias.

—Los veo en un momento —dijo antes de salir de la habitación.

Como había dicho la ginecóloga unos minutos después apareció la enfermera para prepararla una vez lista, fue llevada al quirófano acompañada del ruso que estaba completamente preocupado, mientras Sky estaba bastante tranquila. La cirugía inició sin ningún contratiempo y el lugar no tardo en llenarse con el llanto de la pequeña Karenina, apenas un minuto después el llanto de Lukyan la acompañó.

—Bienvenida bonita... —musito entre el llanto Sky cuando la colocaron en su pecho.

—Privetstvoval (bienvenida) Karenina —dijo con una gran sonrisa Mijaíl.

—Bienvenido mi katareca —susurró cuando pusieron a su hijo sobre su pecho.

—Privetstvoval Lukyan.

—Son tan lindos, los esperamos tantos, ya, ya, ya no lloren, ya están con mami y papi —musito llorando Sky.

—Spasibo dikiy zver' (Gracias fiera) —susurró besándola de nuevo.

Pronto estuvieron en su habitación con dos pequeños durmiendo en unas diminutas cunas después de ser alimentados por Sky, quien se encontraba completamente rendida en brazos de Morfeo, después de atender a todas las visitas.

Fueron dados de alta cinco días después, la madre y hermana del ruso habían viajado a New York, para conocer los nuevos integrantes de la familia, la casa de la pareja se había llenado de regalos de los amigos, socios de Mijaíl, de algunos chef conocidos de Sky y por supuesto de sus amigos y familia, había sido difícil los primeros meses, sobre todo compaginar los bebés con los restaurantes, aunque el Ruso ayudaba en todo lo que podía, la chef los amamantaba así que estaba creciendo en la cocina.

—Por fin se durmieron —dijo Mijaíl entrando a la regadera con ella.

—Ya era hora. —comentó dejándose abrazar por el ruso.

—¿Estás nerviosa por lo de mañana? —inquirió besando su cuello.

—Un poco, pero estoy segura de que la mantendré —respondió con seguridad.

—Creo que ganarás otra. —opinó girándola en sus brazos.

—No quiero hacerme ilusiones con una más. —confesó enredando sus brazos en el cuello de Mijaíl.

—Ya verás que sí. —aseguró rozando sus labios.

—¿Quieres apostar? —lo retó Sky mordiendo su labio inferior.

—Apostemos ¿Que vas a darme si gano? —cuestionó recorriendo el cuerpo de su fiera con las manos mientras el agua los recorría.




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