Carolina

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Me pregunto que estará haciendo, con quien estará hablando, que hizo ayer, o que hará mañana, me pregunto si se pregunta que estoy haciendo; hace poco llovió, no a tormentas sino a gotas, gotas calmadas y lentas, cubrieron la calle, los árboles, las flores, las tiendas, pero ya no huele a tierra mojada como antes que era tan relajante y única, ahora solo huele a suciedad, basura, me asquea ya no provoca melancolía solo vómito, a pasado tanto tiempo desde la última vez que me quede mirando por la ventana viendo las gotas caer una por una, ya no salgo de mi habitación a empaparme en cariño; era un día de una semana de un mes de lluvia cuando la calle se inundó, los adultos se quejaban, los niños jugaban yo era uno de esos niños, me preguntaba por qué gritaban, porque buscaban culpables, y ahora que soy un adulto lo sé, no queremos recordar lo que éramos antes, "niños" que reían, que jugaban, que corrían, se tropezaban y lloraban, ya solo nos queda una gota de esa niñez que la gastamos en soñar, soñamos solo cuando podemos; no esperaba a que callera la noche para poder soñar, soñaba con los ojos abiertos y la cabeza llena de pensamientos y hoy solo puedo soñar en la oscuridad y en la calma, extraño ser un niño con tan pocas preocupaciones sin la responsabilidad de cargar una sociedad, sin sentir el peso de las palabras en mi espalda, extraño toda mi niñez, cuando hacia berrinches por no querer bañarme o comer; hoy escuche a un niño desear ser un adulto, me llene de rabia tan rápido y no supe por qué, su voz me molesto tanto, como el ruido de un tenedor pasando por un plato, quisiera que viera mi vida con mis ojos, que mi corazón latiera en el suyo unos segundos y supiera lo que es ser adulto, lleno de responsabilidades, prejuicios, promesas, dolores, rencores, con tan poca libertad, con tan poca vida, ya lo decía el Dr. Miguel Ruiz en "Los 4 acuerdos" -dejamos de tener libertad cuando empezamos a tener responsabilidad, una responsabilidad con los demás. Resulta que de las tantas cosas que extraño una de ellas es el miedo, porque temía a cosas inexistentes, fantásticas o sencillas, como los monstruos, la oscuridad; hoy le temo a lo mismo, pero sé que existen los monstruos, que se disfrazan de bellas mariposas y sé que la oscuridad oculta algo tan visible como el dolor, o la discordia, hay tantos monstruos en este mundo y a veces caminamos, comemos, dormimos y hablamos con ellos, en la mayoría del tiempo sin darnos cuenta; somos monstruos que aterran a los niños con nuestro andar encorvado, nuestras caras bajas y somnolientas, con nuestros gritos de dolor, y un caminar pesado.

Es fácil escribir sobre los malos momentos, pero tan difícil de los buenos, vivimos en tristeza continua, disfrutamos el dolor somos masoquistas de la vida, buscamos el dolor de maneras no intencionales, al amar, al comer, al dormir, al besar: el dolor es parte de la vida supongo; necesitamos del dolor, al querer mejorar, al odiar o amar; caminamos con la cabeza gacha en un mundo lleno de belleza.




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