Cartas a un cobarde

Prólogo:

Querido Magnus,

Puede nunca leas estas líneas. No espero que lo hagas ni que siquiera las recibas con la intención de entenderlas. De hecho, prefiero pensar que, al final, nunca las verás, porque eso significaría que me has dejado en paz. Pero he llegado a un punto donde necesito escribirlas, necesito que las palabras salgan de mí y que dejen de ahogarme el alma que ya se canso de pelear.

Tu silencio quemo más que cualquier palabra que pudieras haber dicho en ese momento. Porque ese silencio, el miedo de enfrentarte a las responsabilidades, fue lo que me termino de romper. A veces, cuando pienso en todo lo que dejaste atrás, me pregunto si alguna vez me amaste, o si todo fue un juego para ti. Pero no quiero que esta carta sea solo un reproche. No busco que te disculpes, que trates de convencerme de que todo lo que vivimos fue real. Ya no busco excusas que te justifiquen. He aprendido que cada excusa que me diste fue para esconderte detrás de la máscara que usaste para esconder tu cobardía y no enfrentar las consecuencias de tus decisiones.

Me dejaste sin explicaciones, y aunque la ira aún quema en mi pecho, me he dado cuenta de algo mucho mas doloroso: me dejaste sin la oportunidad de despedirme. Sin la oportunidad de cerrar nuestra historia, de entender lo que realmente sucedió entre nosotros. Un día te fuiste, y nunca volviste, pero eso no es lo peor. Lo peor fue que no tuviste el coraje de mirarme a los ojos y decirme la verdad. La cobardía de tu partida se apodero de mi durante meses, me dejo un vacío en el pecho que creía imposible de llenar, me dejo rota en miles de pedazos. Y, aún así, sigo aquí, buscando las respuestas que jamás te dignaras a dar.

Es curioso cómo, al final de este viaje, yo me quede atrapada en el eco de las palabras que nunca salieron por tu boca pero que dejabas entre dicha con tus actitudes. Cada día me repito lo tonta que fui en confiar demasiado en ti, que esperé más de lo que estabas dispuesto a dar. Quizás fui demasiado para ti, quizás te di mas de lo que tu querías tener, pero, al menos, ahora sé que fui suficiente para mi corazón.

Te escribo porque, aunque nunca te llegue a tocar la piel alguna de mis palabras, debo liberarme del peso que cada una de ellas se siente. Te escribo porque reconozco el error de enamorarme de un cobarde como tu y que por eso ya no soy la misma mujer que dejaste atrás. Gracias por enseñarme a ser más fuerte, aunque tu lección haya sido demasiado cruel.

Mucha gente me dicho que la clave para un buen adiós radica en pedir disculpas y dejar atrás lo que ha hecho daño, así que aquí están mis disculpas. Perdóname por haberte amado sinceramente y pensar que podría ser yo el amor de tu vida.

Con cariño,

Valkyrie




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.