Magnus,
Creo que esta será una de las últimas cartas que te escriba, pero hay palabras que todavía arden si no se dicen, y esta carta está quemando muchas cosas.
Dime… ¿acaso fui yo quien no supo amar? ¿Fui yo la que pidió demasiado, o simplemente la que creyó en un “nosotros” que nunca existió? Porque sigo sin entender por qué, si es que estabas preparado para darme un anillo, después simplemente te esfumaste. ¿En qué momento dejé de ser parte de tu vida sin siquiera darme cuenta?
No voy a pedirte que regreses. No puedo. Sería una estocada al orgullo, y a todo el trabajo que me ha tomado salir de ese vacío. Sin embargo, creo que merezco una respuesta. Una sola: ¿cómo se puede desaparecer de alguien sin mirar atrás? ¿Cómo se puede abandonar a quien veías a tu lado para toda la vida, sin darle una explicación de por qué? No me pidas que lo acepte como si nada. No me pidas que no duela.
Volviste a tu país y le pediste a tu amigo que “se hiciera cargo”.
A veces pienso que inventé lo nuestro, que fuiste solo un espejismo de lo que necesitaba ver. Porque si fue real, si tú también te sentiste como yo, entonces duele aún más. Porque ¿cómo se deja atrás algo verdadero así, sin una palabra?
No sé si me amaste. No sé si alguna vez estuviste realmente aquí o solo compartías el espacio. Pero sí sé lo que yo sentí, lo que di, lo que esperé. Y sigo sin entender por qué tu silencio pesa más que cualquier mentira.
Me cansé de intentar justificarte, de buscar en mí las respuestas que solo tú puedes dar. Por eso escribo. No por amor, no por rencor. Es por dignidad. Porque no puedo seguir cargando con preguntas que no son mías.
Respóndeme tú. No con flores marchitas, ni con promesas que ya no valen.
Respóndeme con la verdad. La que decidiste callar. La que me quitaste. La que necesito para, al fin, cerrar esta puerta sin tener que mirar hacia atrás.
¿Cuántas veces te pregunté si me dejarías o si dejarías de amarme, y respondiste que nunca? ¿Cuántas veces te entregué el corazón y dijiste que lo cuidarías, que siempre me cuidarías? Y un día tu voz desapareció, y tuve que acostumbrarme al silencio de tu partida.
Amaba preguntarte cuánto me amabas, escucharte y creérmelo. Pero desde que te fuiste, dejaste mil y una dudas en mi corazón…
Aunque te conozco tan bien que puedo escuchar tus respuestas sin que las digas. Así que aquí van las respuestas que me imagino:
¿Cuándo voy a superar tu partida? No sé. ¿Qué gano con el enojo de que me dejaras plantada? Nada. ¿Dónde voy para preguntarte? Es mejor así, sin que sepas donde estoy.
Pero la pregunta más importante para mí y que no tiene respuesta aun es ¿Cuánto faltará, aproximadamente, para volver a sentirme bien conmigo misma?
Por eso te pido que me des la cara y me contestes, de una buena vez. Porque me cansé de responder por ti.
Valkyrie.
#693 en Novela contemporánea
#2634 en Novela romántica
#870 en Chick lit
despedidas y adiós, dolor traicion dudas mentiras, recuerdos y aprendizajes
Editado: 29.05.2025