Si me hubiera quedado con ella, ¿cómo sería todo ahora? Supongo que nunca lo sabré. Los caminos que tomé tal vez no existirían, y las huellas que hasta ahora he dejado atrás quizás no me perseguirían. Si me hubiera quedado con ella, tal vez lo que ahora sigo buscando ya lo hubiera encontrado.
Lo que sí me doy cuenta es que me hacen falta sus caricias, sus gestos de amor y su hermosa compañía.
El aire en este cruce de caminos es extrañamente silencioso, como si el mundo contuviera la respiración esperando una decisión que ya fue tomada hace mucho tiempo. Mis pies, anclados al presente gris, se niegan a avanzar, pero mis ojos no pueden evitar peregrinar hacia el sendero dorado.
Allí, en la distancia luminosa, creo ver el contorno de una risa que ya no debo escuchar, el eco de conversaciones bajo un sol que no me calentó. Es un espejismo perfecto, un futuro de ayer que me llama con la voz de ella. Me pregunto si en ese otro "yo", el que tomó ese camino, existiría esta misma grieta en el alma, esta misma sed.
Quizás me engañé pensando que la felicidad no era un destino, sino el simple acto de caminar a su lado, sin importar el paisaje lleno de acantilados. Ahora, solo me queda el frío de las huellas que sí dejé y el calor prestado de un recuerdo que se inventa a sí mismo para poder soportar la ausencia de sus manos. Y en este crepúsculo perpetuo, entiendo que lo que busco no es un lugar, sino un tiempo al que ya no pueda volver.