que te parece este pequeño cambio: Reflexión 2: ¿A quién llamar cuando el mundo se rompe?
8 de octubre de 2025
¿Tú a quién llamas cuando la tierra se abre bajo tus pies?
No, no me digas “a mi mejor amigo” ni “a mi terapeuta”.
Dímelo en serio, corazón.
¿A quién llamas cuando sabes que, si contestan, tu dolor se convertirá en su carga… y no puedes soportar eso?
¿Confías en alguien lo suficiente como para mostrarle tu desmoronamiento sin maquillaje?
¿O ya aprendiste —como yo— que la vulnerabilidad es un préstamo que pocos saben devolver intacto?
Piensa bien.
Porque yo también creí que tenía a alguien.
Y cuando mi pulgar tembló sobre su nombre en la pantalla…
me detuve.
No por miedo a su rechazo.
Sino por miedo a ver el pánico en sus ojos al darse cuenta de que no podía salvarme.
¿Te ha pasado?
¿Has sentido que tu crisis es un virus que no debes contagiar?
Que amar de verdad, a veces, es callar tu grito para no romper su paz?
Y si no llamas…
¿a quién le entregas el peso?
¿Al techo? ¿Al silencio? ¿A ese Dios que espera que salgas bien en cada examen?
Porque yo lo intenté.
Grité al vacío esperando una señal.
Pero el vacío no responde.
Solo te devuelve lo que ya sabías:
que estás solo en la trinchera más íntima de tu existencia.
Y ahí, en esa soledad absoluta…
descubres algo aterrador:
nadie puede sostenerte si tú no aprendes a no soltarte a ti mismo.
Así que, dime…
¿sigues buscando a quién llamar?
O ya entendiste, como yo, que la única llamada que importa es la que haces a ti mismo en medio de la oscuridad…
…y que, al mirar tu lista de contactos, borras nombres no por rencor, sino por piedad.
Porque ya no puedes permitirte el lujo de creer que alguien más cargará contigo lo que ni tú mismo entiendes.
Y aunque mañana vuelvas a desear marcar un número…
sabes que el verdadero silencio no está en la línea muerta, sino en la certeza de que nadie debería tener que escuchar esto—
ni siquiera tú.
Encerraré el grito de mi dolor en un globo rojo y me pondré a jugar con él…
hasta que mis dedos sientan el peligro de reventarlo.