Casada Con Mi Ex-

  Epílogo

Epílogo

LIZ DESPERTÓ AL AMANECER, ROSS LE HACÍA COSQUILLAS EN LA NARIZ con la punta de la manta. Ella rió, apartó su mano y se rascó la zona donde la manta la había cosquilleado..

—¿Qué quieres hacer hoy? —Preguntó Ross.

—Bueno—, dijo ella arrastrando las palabras,

—¿Qué tenías en mente?

—Nunca hemos tenido una luna de miel—le recordó.

Liz le peinó los rizos enredados con los dedos.

—La primera vez no pudimos permitírnoslo. Pero ahora sí. Me gustaría llevarte a un lugar especial, a un lugar al que siempre has querido ir, pero nunca has tenido la oportunidad.

—Solo hay un lugar—dijo ella en voz baja. —Es aquí, en tus brazos. Desde que te conocí, aquí es donde he anhelado estar. Siempre. —Acarició su firme mandíbula y le pasó el pulgar por los labios. —Para mí, esto es el paraíso.

Se quedaron en la cama una hora más, y Ross dijo todo lo que ella quería oír, las cosas especiales que dicen los amantes. Le encantó que se abriera a ella y le expresara sus sentimientos, y así se lo dijo.

—Si tan solo hubiéramos hablado antes—, dijo él en un momento dado.

Ella le tapó la boca con la mano.

—Sin remordimientos—ordenó. —Esperamos con ilusión a partir de este momento.

—Sin remordimientos—asintió. Su beso fue su promesa.

***

—Bueno, miren quiénes están aquí: los que se escaparon de su propia fiesta de bodas—. Luke dejó un informe sobre el escritorio de la secretaria y siguió a la pareja a la otra habitación.

—Era eso o arrestar a medio pueblo, incluido el jefe adjunto, por alterar el orden público—. Ross colgó su sombrero en una percha y se dirigió cojeando a su silla.

Liz les sonrió a los dos y los dejó. Entró en la pequeña sala de conferencias, dejó caer su bolso en una silla, se sentó y continuó donde lo había dejado hacía dos días. Hoy terminaría la caja de registros. Una punzada de emoción la recorrió al levantar el siguiente expediente, abrirlo, observar la macabra sonrisa del esqueleto y consultar el historial dental.

Vio que un empaste en una muela coincidía. Y otro. Y otro. La endodoncia de un premolar era la misma. Según la ficha dental, le habían extraído las muelas traseras. Faltaban los omóplatos traseros.

—¡Ross! —, gritó. —¡Luke!

Los dos hombres interrumpieron su sesión mensual de planificación y la miraron por la puerta abierta.

—¡Lo encontré! —dijo—¡Encontré a nuestro vaquero! —. Ambos hombres se pusieron de pie de un salto y entraron en la habitación. Uno a cada lado, miraron por encima de sus hombros.

—Mira. —Señaló ella cada detalle de la ficha y de los dientes del cráneo.Todos eran iguales.

—¿Cómo se llama? —Preguntó Ross. —¿Quién es?

Liz dio la vuelta a la ficha y miró la información.

—Charles Avery— leyó. —Oh...

—¿Qué se te acaba de ocurrir? —, preguntó Ross, mirándola con los ojos entrecerrados como si fuera la sospechosa del caso.

—Él era... Natalie me habló de él y la chica Hannah Woods. Todos creían que se habían fugado juntos. Eso fue hace unos veintiocho años... Hace tiempo. Oh, Ross, Melissa Avery del Sweet Bliss Café... los huesos... pertenecen a su padre.

—Mmm— reflexionó Luke en voz alta, —¿lo mató?

—¿Melissa? No pudo haberlo hecho. Era solo una bebé en ese momento, —explicó ella.

Luke la miró con dolor.

—Me refería a la mujer con la que se suponía que se había fugado.

—¿Hannah Woods?

—Tendría que haber sido bastante fuerte para matarlo con una piedra—dijo Ross.

—No era una amazona, no que yo recuerde—, intervino Liz. —No creo que Avery estuviera muerto cuando lo empujaron bajo la cornisa. ¿Recuerdas que encontré sangre en la tierra? Podría haber estado aturdido y luego haber entrado en coma.

—Y desangrado—, concluyó Luke.

—Winona vio a nuestro vaquero... Charles Avery—, corrigió Liz. —Lo vio peleando con otro hombre. Tal vez fue él quien lo mató y lo dejó morir.

—¿Pero quién era? —Ross frunció el ceño y luego le dedicó a Luke una sonrisa maliciosa. —Conozco al hombre perfecto para ponerse a investigar un misterio de asesinato de veintiocho años.

Luke pronunció una palabra grosera.

Sonó el teléfono. Liz pulsó el altavoz.

—Liz Bradshaw…Doyle, —dijo con su voz oficial, sonriendo al ver el ceño fruncido de Ross.

—Liz, tengo noticias para ti.

—Winona—, dijo Liz con cariño. Ella también tenía noticias. —Sabemos quién era el vaquero. Encontré su historial dental. Nunca lo adivinarías... Winona no estaba interesada en el pasado.

—Es una niña— dijo con suficiencia. —Pero el próximo será un niño.




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