Casada Por Obligacion Con Mi Jefe

Capítulo 3

 

 

 

Aitana Cáceres

 

Tomo hondas bocanadas de aire, parada frente a la puerta de vidrio, las manos me sudan y la frente se me ha puesto helada, es un suplicio tener que volver a poner un pie dentro de esa oficina, estoy segura de que esa mujer quiere asesinarme y a mi tía le está costando un mundo poner paz de por medio, me muerdo una uña viendo a mi alrededor algunos empleados me miran como si tuviera un cuerno en la frente.

«Cásate con un millonario, es mejor llorar en Dubái que en tu rancho, al fin todos son infieles»

Recuerdo lo que leí en un mene hace unas noches atrás, sí, me la paso viendo tonterías por las noches cuando no puedo dormir, eso de tanto pensar en las deudas es una tortura, siento que mi mente va a dejar de funcionar en algún momento y me quedaré directa, luego seré una loca vagabunda sin oficio ni beneficio.

—Volví— mascullo, sentándome al lado de Fátima con una sonrisa tan fingida que hasta me duele la mandíbula.

—¿Dónde demonios te metiste? — pregunta mi tía en un tono bajo, trata de ocultar la molestia en el tono que usa.

—Fui a conocer el lugar, necesitaba un baño y si te contara lo que pasó, en fin, espero que aquí los ánimos mejoren…

—Podría callarse, suena como una urraca y me desconcentra— la mujer delante de mí se coloca los lentes en la punta de la nariz y me ve sobre ellos, con el gesto que acaba de hacer, creo que todo el mundo le tendría miedo, más yo, y sabiendo que soy la culpable de su enojo.

—Disculpe, es que, estoy tan emocionada que hasta veo changuitos en el aire…

Me muerdo la lengua al darme cuenta de lo que he dicho, soy una estúpida con letras mayores, respiro y volteo el rostro, me imagino un paisaje lleno de naturaleza y pajaritos cantándome como a Blanca Nieves. 

—Disculpe, es algo importante, debo de responder, se queda en compañía de mi sobrina, haga de cuentas que es conmigo con quien habla— quisiera decir que las palabras de mi tía me tranquilizan, pero, es una vil mentira, estoy más asustada que ratón de laboratorio.

—Prefiero hablar con una piedra o un animal— murmura la mujer del otro lado del escritorio, piensa que no la escuche y me muerdo la cara interna de la mejilla, para no decirle una de tantas cosas que pasan por mi cabeza.

Mi tía sale atender su llamada y me deja en compañía de la señora, siento que en cualquier momento va a abandonar su silla y atacara mi cuerpo. Me comerá como a un caníbal, desmembrara mi cuerpo dejando mis órganos intactos, porque no le gustan, y su intención es que yo pague por las ofensas causadas.

—Espero que su cerebro sea inteligente, y la única fuera del lugar sea solo su boca— pronuncia haciendo que mi rostro arda, ¡Me ha dicho estúpida! Ensarto mis uñas en la palma de mi mano evitando decir una tontería, ¡Debo evitar cometer más errores!

—Pierda cuidado, sé cómo funciona mi cerebro, y es que hay veces que las verdades duelen— expreso, y su ceño se frunce.

¡Alguien que me coloque un ciper en la boca!

—Deseo que no les den el dichoso contrato, seguro llevarás a la quiebra la empresa.

Abandona la oficina, respiro, tranquila, estar lejos de su presencia es lo mejor que me puede pasar. Luego me doy cuenta que podemos perder el contrato por mi falta de atención, de continuar de ese modo, le daré la razón a mi madre, no conseguiré un buen marido por inmadura.

La dueña de las cremas vuelve a entrar con un gesto, pregunta si lo he leído cierro los ojos frunciéndolos diciendo que sí, el teléfono suena y la mujer “amable” que nos atiende responde.

—El señor Christian estará encantado de recibirlas— comenta haciendo lo posible por sonreír, es un alivio, necesito con urgencia salir de aquí, por Dios, ¡Ya no me casaré! Tengo más trabajo, me muerdo el dedo índice de la felicidad. Ya me veía caminando del brazo del gordo, ese, siendo una esposa fiel y sumisa.

¡Esperen el guapo, mi novio de fantasía nos va a recibir! Que me trague la tierra, mi corazón late tan fuerte que temo a sufrir un infarto.

—Gracias, que tenga bonito día, ha y será bueno que le diga a su hija que nos visite, tenemos unas cremas para el vello facial que le sentarán muy bien— mi acompañante me jalonea ensartando sus uñas en mi brazo ¡me duele!; sin embargo, entiendo su mensaje. Quiero pegarme goma en la boca, para dejar de decir tanta tontería.

—Será un gusto tener a su sobrina merodeando por días consecutivos en esta oficina— ironiza, me quedo estupefacta, sabe dar batalla, está tratando de intimidarme, ¡jmmm ya verá cuando sea su jefa!

—Le aseguro que no van a anotar su presencia, es una buena chica, y suele ser muy callada— responde mi tía.

—Sí, me he dado cuenta de eso, sobre todo lo discreta que es. Seguro nos vamos a llevar de maravilla.

***

Entramos a otra oficina, una señorita pasada de amable nos atiende y nos dirige de inmediato con su jefe —Buenos días, señores Castelo, perdón por interrumpir, quiero presentarle a mi sobrina Aitana Cáceres.

Mi tía entra con una sonrisa grande, es como si su corazón hubiese aumentado un par de tallas, el hombre levanta la vista de su laptop y posa esos ojos hermosos en nosotras, me quedo inerte, tengo una sensación extraña, el tipo es guapo, mis rodillas pierden el control casi me caigo de la emoción.



#338 en Novela contemporánea
#418 en Otros

En el texto hay: amorodio, romance, drama

Editado: 29.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.