Casada Por Obligacion Con Mi Jefe

Capítulo 5

 

 

Aitana Caseres

 

—¿Qué sucedió? — cuestiono con voz temblorosa.

—Al parecer un auto lo arrolló cerca del taller, su azúcar, la presión todo está afectado, su corazón ah…

—Cállate— grito, no quiero que lo diga.

—¿Sucede algo? — cuestiona, Christian tomándome de la mano, al ver que estoy lista para irme.

—Mi padre ha sufrido un accidente— comento con la voz temblorosa y los ojos llenos de llanto.

—Vamos te llevaré al hospital.

—No te preocupes, puedo irme en un taxi.

—Aitana, me importas en serio, quiero que me permitas ser partícipe de tu vida. Déjame estar en este momento a tu lado como señal de lo mucho que te quiero.

Las lágrimas se desbordan por mis mejillas, estoy sucumbida en un mar de emociones, mi padre en un hospital, el hombre que se ha ganado mi corazón me declara su amor. No sé cómo llamar a este momento, no se puede sentir alegría y tristeza al mismo tiempo.

El rubio me besa el dorso de la mano mientras conduce, nos dirigimos al hospital, menciona a cada instante que todo va a estar bien, le agradezco limpiándome las lágrimas.

Al llegar al hospital soy la primera en bajar e ir directo a emergencias, visualizo a mi tía y hermana en unas sillas en la sala de espera, mi madre sale a mi encuentro, se tira a mis brazos y lo primero que me suelta es el costo de lo que vale un trasplante de corazón y los gastos de hospital. Siento el pecho como si una piedra me hubiese golpeado fuerte, respirar se me hace difícil y rompo en llanto más fuerte.

—Deja de llorar y ponte a pensar en lo que harás para conseguir el dinero— claudica Marcela, como si no fuera poco todo lo que tengo encima.

—Déjame en paz— pido, recibiendo el abrazo de mi tía.

—Tranquila cariño, algo se nos va a ocurrir— susurra en mi odio.

—¿De dónde voy a sacar tanto dinero? — espeto, sintiendo un hormigueo en mis manos.

—Lo vamos a solucionar, tú cálmate.

—Tía, es…

—Buenas noches, soy Christian Castello— entra el rubio llamando la atención de todas las presentes.

Había olvidado que venía conmigo, se acerca y me permite rechistar la cabeza en su pecho, me abraza y me pide que me calme, mi madre aprovecha la situación e inicia a mencionar lo del dinero, agradezco cuando Fátima se la lleva a jalones de ahí, Marcela me ve con ojos de envidia, ahora no estoy para sus tonterías.

—¿Cómo está tu padre? — cuestiona, pasando su mano por mi cabello.

—Las cosas se han complicado, necesita un trasplante de corazón…

No termino de hablar, por que le llaman, ve de quien se trata y al parecer es algo importante, su rostro luce afligido y se disculpa con la mirada, se marcha prometiendo volver.

—Te lo estas tirando— mi hermana, me empuja.

—Deja de ser tonta, fuimos a cenar.

—Eres una…

—Ni te atrevas— la interrumpe mi tía.

Acaba de llegar a la sala en compañía de una enfermera, nos comenta los pocos avances y luego nos recuerda que debemos hacer el primer pago en caja, me como las uñas, pensando que voy hacer. Acompaño a la señorita para pedir que nos den tiempo hasta mañana, y aceptan, vuelvo a la sala y me siento a esperar, paso mis manos por mi cabeza a cada nada.

La noche se pasa rápido, en la madrugada voy a preguntar por la salud de mi padre me indican que sigue en la lista de espera por un donante y me repiten que si se paga se puede hacer más rápido, salgo a tomar un café mientras camino se me ocurre ir a la empresa hablar con Christian y pedirle que me preste el dinero o que nos adelanten el pago de algunos lotes, Fátima llama, creo que puede leerme la memoria, me propone lo mismo que pensé y me voy con más confianza.

Al llegar me encuentro con Alejandro, quien es un poco femenino para su género, les está mostrando fotografías en su teléfono a unas chicas, y se ríen sabrá Dios de que, me acerco a la secretaria del rubio y pregunto por él.

—Yo me haré cargo— claudica, Alejandro el chico que va ayudarme con lo de las cremas—, ¿Qué pasa cariño? — cuestiona reparando mi atuendo.

No luzco para nada sexi, anoche me cambié con ropa que Alana llevo para mí y continuó igual, me recojo el cabello en una cola antes de hablar.

—Necesito ver al señor Christian— comunicó, apunto de llorar.

—Supe lo de tu padre, apenas nos conocemos, pero lamento mucho lo sucedido. Y Christian se encuentra en la sala de juntas— nos fundimos en un abrazo y se siente bien tener otro amigo.

—Gracias Alejandro— es lo único que puedo decir.

Al entrar a la sala no hay nadie está completamente vacía, me desplomo en llanto no puedo seguir con este dolor, por salvar la vida de mi padre sería capaz de robar.

Y como si satanás hubiese escuchado mis palabras, unos marcadores se caen de la mesa, ruedan hasta detenerse en la pared, camino asombrada, al ver una pequeña caja metida en el hueco de yeso, es metálica y tiene una pequeña puerta, me pongo a cuclillas imitando a Alicia en el país de las maravillas, jamás he visto una de estas tiene números en la parte de afuera, como si necesitara una clave de acceso, intentó abrirla, al sentir el toque de mi mano se abre por sí sola sin necesidad de colocar una clave.



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En el texto hay: amorodio, romance, drama

Editado: 29.12.2023

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