Casada Por Obligacion Con Mi Jefe

Capítulo 8

 

 

Aitana Cáceres

 

Dejó salir el aire de mis pulmones, sintiéndome exasperada, tomando asiento en una de las sillas de descanso, he pasado parte del día preparando la infusión para la elaboración de las nuevas cremas, memorizando las recetas y tomando té; como una loca yendo de la boutique al pequeño laboratorio en la parte de atrás. El calor por estas épocas es un desastre, más estando encerrada en pequeños lugares como ese, quiero salir corriendo, comprarme el billete de la lotería, pegarle al premio gordo y poder pagar un abogado para que me saque del lío en el que acabo de meterme.

Nunca quise la vida que me tocó llevar, sin embargo, ya bastante hizo mi madre para parirme, creo que es uno de los motivos por los cuales la tolero y dejó pasar sus estupideces, aunque me sigo cuestionando ¿Seré adoptada? Desde que tengo uso de razón me he hecho la misma pregunta, y nunca encuentro la respuesta.

En una ocasión me enteré por boca de mi propio padre, y es que no me lo confesó a mí directamente, lo estaban discutiendo con mi madre, y yo al dormir junto a su habitación alcance a escuchar cuando le decía que debió darme en adopción cuando el Dr. Del hospital donde nací se encariñó conmigo, y si quizás ahora fuera más feliz y tuviera una vida diferente, y no tendría que estar pagando deudas que no son mías, me veo el atuendo y ni para ropa decente me queda.

Los pies me están matando, caminar en tacones todo el día es un reto difícil, me los quito e inició a dar un masaje para disminuir el dolor, «no, puedo lo siento, mis pobres pies» «¿Qué te pasa Aitana? Estaba tranquila comiendo galletas y tomando bebidas carbonatadas» odio a todo esto, ser pobre no es un pecado, sin embargo, la inconsciencia de las personas que no miden la capacidad y nivel de vida que puedes llevar te lleva a quedar atrapado en un laberinto.

Ir a la empresa tomar ese dinero, luego volver y querer dejarlo fue lo mas estúpido que hice, ese hombre de la motocicleta es el mismo que me cacho siendo una ladrona, ¿De dónde salió? ¿Quién es? Y ¿Por qué me pidió matrimonio? Las lágrimas salen de mi rostro recordando el casi beso que me di con Christian, ¿Cómo le digo que me voy a casar con un desconocido?

¡Manipulador y chantajista!

Ese es el tipo que me tiene en sus manos.

—¿Qué estás haciendo?  Y ¿Qué hace él aquí? — sisea Fátima observando la escena desde el umbral de la puerta, —vamos muévete, que hoy tendremos una fiesta, bastante falta que te hace divertirte.

¡Dios! Lo había olvidado. Convencí Alejandro de venir a la tienda conmigo, tenía trabajo que hacer y a él lo dejaron como mi carcelero, no fue fácil que aceptara, tuve que comprarle una buena porción de pastelitos a base de nuez y véanlo aquí sentado en un sillón con la pierna entrelazada leyendo una novela romántica, ruego por que mi futuro esposo no nos descubra.

 Hoy es la dichosa fiesta, del señor Albert y yo, con estas pobres vestimentas, chocó la frente con la palma de la mano haciendo gestos de desagrado, entrecierro los ojos sacando un quejido de reproche.

Debería preocuparme el casamiento espontáneo, o quizás como liberarme de ello.

—Vino a leer su novela, yaqué en la empresa no le dan permiso— miento, y mi tía enarca una ceja como si estuviera viendo a una estúpida—. No quiero ir, estoy agotada— hago un puchero, en realidad lo que me detiene es que debo volver a la empresa y esperar a mi captor ahí.

Además todos irán elegantes con sus vestidos de diseñador, por ejemplo, Marcela endeudo su tarjeta de crédito comprando un vestido del mejor diseño de “El diablo viste a la moda” con tal de conquistar al millonario de su jefe se coloca la soga al cuello.

—Te preocupa el vestido, ¿no es así? — como si pudiera leer mis pensamientos, creo que tiene alguna clase de conexión conmigo.

—Algo hay de eso— respondo, tratando de ocultar el dolor que seguro mis ojos van a expresar por las dos lágrimas que están a punto de brotar de ellos, soy una tonta toda mi vida, he pedido un milagro y aún sigo esperando a que llegue.

—Usa el mismo que llevaste a la cita con el señor Christian, total es el único que te lo ha visto puesto.

—Estoy cansada, es por eso que luzco de esa forma, no sabes cuánto he trabajado— miento, sin embargo, es difícil hacer caer a alguien que te conoce tan bien.

—Si sabes que mentir es pecado, además la nariz te ha crecido dos tallas, de esa forma te verás terrible en la fiesta— molesta, siendo única. Aún me trata como si fuera una niña.

—Señoritas, hay una fiesta que espera por mí, Aita te vienes conmigo, iremos—, Alejandro me deja sin opción, lo han dejado a mi cuido, debo de estar donde él vaya.

—¿Quién te ha pedido que la cuides? ¿Por qué él te cuida?

—Cosas que… el señor…

—Cállate, es hora de irnos— grito al ver que está dispuesto a decir todo lo que pasó.

—Tienes que decirme que pasa, tarde o temprano. Aitana— grita mi tía al verme desaparecer por la puerta.

****

—¿Señorita se encuentra bien? — pregunta uno de los policías que se dedican a velar por la seguridad de todos nosotros, dentro de la empresa.

Alejandro me ha traído porque aquí tiene el atuendo que va a usar, para ir a la fiesta, asumo que piensa llevarme en estas fachas.



#1022 en Novela contemporánea
#1992 en Otros

En el texto hay: amorodio, romance, drama

Editado: 29.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.