Casada Por Obligacion Con Mi Jefe

Capítulo 9

 

 

Aitana

 

Mis piernas tiemblan mientras camino persiguiendo la ancha espalda del hombre que me tiene prisionera, me muerdo el labio tratando de calmar mis nervios, no quiero casarme con un hombre que no sea Christian y hablando de sus cabellos rubios, lo veo acercarse con sus manos metidas en los bolsillos de sus pantalones.

¡Dios mío!

Nunca he tenido una reacción tan acalorada delante de un hombre.

Sin embargo, tener delante de mis ojos a dos especímenes de hombre guapos, uno piel espumosa y el otro piel canela, creo que no encuentro mi respiración, giro en dirección a Alejandro al sentir su brazo enrollándose con el mío y descubro que no soy la única que está bajo transe.

—Están para comérselos con chocolate— claudico Alejandro.

—Los ves como a un churro, uno con turrón y el otro con caramelo— mascullo sin dejar de verlos.

—Tu mente es brillante.

—La tuya es un diamante en bruto.

Me cuesta apartar la vista, mi futuro marido abraza al hombre que hace latir mi corazón, se dicen un par de cosas que no logro entender por que nos han tomado distancia, me quede parada desde el minuto que vi a Christian, Alejandro es víctima del síndrome “Me estoy mojando las bragas” lo vi extraño cuando lo conocí, pero hasta este segundo me convenzo que si es una amiga.

A Christian le entra una llamada, revisa el teléfono y se va, doy gracias al cielo cuando lo veo desaparecer, no me ha visto. De haberlo hecho cómo le iba a explicar que estoy en una situación embarazosa.

—Pueden darse prisa, no tengo toda la noche— rumia el gruñón con cara de persona.

Alejandro intenta entrar y lo frena tomándolo por el brazo me quedo de pie junto a su costado izquierdo esperando a que diga algo, hasta entonces me atrevo a verlo a la cara y me fijo que es alto, creo que mide 1.90 su cuerpo lleno de masa muscular, y sus ojos tiene un mote que me hace perder la noción del tiempo, mi boca se siente seca y mi lengua un cosquilleo que termina en pensamientos que me asustan, nunca he tenido fantasías sexuales.

—Cuando te de una orden espero que se cumpla, Alejandro— ladra haciendo que mi nueva amiga salte por la impresión de su voz tan áspera.

—Señor, yo lo lame…

—Debiste quedarte en la empresa, tienes a una prisionera bajo tu poder— se queda callado, se pasa el dedo pulgar por la barbilla y mi amigo pierde el aire.

El señor misterio hace que se me olvide mi primer beso son tantas las cosas que me han pasado en un solo día, creo que no podré dormir nunca más, regresó por un segundo a esa terraza y recuerdo los labios carnosos de aquel misterioso hombre, me quedo viendo directo a los de mi futuro esposo y me pierdo.

Soy una idiota, eso es una fantasía, ese hombre es tan inusual que aun me tiene con la cabeza revuelta, ¿Por qué se quiere casar conmigo?

—Alejandro, puedes irte. Mañana te quiero en mi casa cerda de las dos de la tarde— ordena soltándole el brazo.

—Su padre me invitó a la fiesta— eso me confirma que Alejandro está perdido fantaseando con los músculos del misterioso hombre.

—No me importa si mi padre te invito, olvida eso. Quiero que uses un traje a la medida, serás mi testigo.

—Señor…

—Que te vayas, ya…

Salto como un conejo con el grito que acaba de pegar, mi nuevo amigo se va corriendo sin voltear a ver, y yo comienzo a pedirle a la virgen de Guadalupe que me ampare, la puerta que abre nos muestra un salón enorme, al fondo hay sillas apiladas y un rimero de telas, dejo salir un sollozo mientras soy la primera en entrar, el sonido de la puerta siendo cerrada me hace morderme la cara interna de mi mejilla.

—Quiero que te quede claro algo, cuando doy una orden se cumple, te pedí quedarte en la empresa y es ahí donde te quería. ¿Qué haces en esta fiesta?

—¿Quién es usted? — suelto de golpe girando en mis talones, no sé dónde me salió el valor, pero lo enfrente.

—Las preguntas aquí las hago yo, si entro a una empresa donde te encuentro robando y estoy en una fiesta de cumpleaños del dueño del dinero que hurtaste. Eso debería de responder a tu pregunta— me tiembla el mentón, porque esa chispa en sus ojos negros me hace perder el equilibrio.

—Podrías ser un ladrón— suelta una carcajada que me hiela el corazón.

—Deja de hablar tonterías, y escucha con atención. Saldremos por la puerta de atrás, subirás a mi auto y me esperaras ahí hasta que acaba la fiesta, luego iremos a mi casa, mi abogado vendrá y discutiremos nuestro matrimonio— me cuesta pasar el nudo atorado en mi garganta.

Es casi la medianoche, debo ir a mi casa, de lo contrario mi madre… Recuerdo que a mi madre lo único que le interesa es el dinero, mañana podré darle un par de pesos y es suficiente para que deje de hacer preguntas. Pero de ninguna manera iré a su casa.

—¿Por qué se quiere casar contigo? — cuestiono poniendo los brazos en jarra.

—No he dicho que quiera casarme, quizás y te este haciendo un favor— apostilla dejándome confundida.



#1013 en Novela contemporánea
#1966 en Otros

En el texto hay: amorodio, romance, drama

Editado: 29.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.