Después de que desayunaron, Charlie se alistó para ir a la oficina, Emily tenía clase y preparó su laptop y la libreta.
Cuándo bajaron a la sala Rebeca estaba allí.
—Buenos días mamá.
—Buenos días cariño. —Rebeca le dio un beso a Charlie, luego miró a Emily.
—Buenos días Emily.
—Buenos días señora Rebeca.
—Solo dígame Rebeca, en nuestro círculo se acostumbra a hacerlo así entre suegra y nuera.
—Disculpe, es que lo ignoraba.
—Si quieres encajar en nuestra clase, debes aprender muchas cosas, como los modales en la mesa, la vestimenta que se usa según en cada ocasión y normas de comportamiento, porque no debes dejar en ridículo a mi hijo en las reuniones a las que asistas.
Emily se ruborizó, sintió qué e Rebeca quería humillarla.
Charlie intervino.
—Mamá, Emily conoce de modales, no hizo nada malo con decirte señora.
—De todos modos, llamaré a un profesor de protocolo para que la entrene, en un par de semanas comenzarán las fiestas y reuniones navideñas, Emily será presentada en sociedad y debe estar preparada.
—En eso te doy la razón, pero Emily estará lista, no te preocupes madre.
Charlie llevó a Emily a la universidad, ella no se sintió bien con Rebeca, pero prefirió no quejarse delante de Charlie.
Él la dejó en la entrada del campus. Ella le dio un beso y luego le dijo:
—¿Nos vemos a la hora del almuerzo?
—Hoy no será posible, tengo un almuerzo en la oficina, ya sabes como es.
—Está bien, entonces comeré con mis compañeros.
—Puedes comer en la mansión.
—Prefiero hacerlo cuando tú estés presente.
—No le hagas caso a mi madre cuando te diga cosas que parecen desagradables, conmigo y con mi hermana también lo ha hecho.
—Está bien.
—¿Tomaste la tarjeta de crédito que te dí?
—Si, Sacha y mi hermana me van a acompañar.
Emily tuvo clase toda la mañana, ella y Sacha almorzaron en el comedor del campus, la última clase acabó antes de las tres de la tarde.
Emily sacó el celular para marcarle a Gina y le dijo a Sacha:
—Voy a llamar a mi hermana para que vaya al centro comercial y nos espere.
—Creo que ya debe estar allá esperándonos, Gina está más entusiasmada que tú con esas compras. —Emily sonrió cándidamente.
—Sí, ya sabes cómo es, le gusta ir a tiendas caras, pero es un gusto que no sé de dónde le salió, nuestros padres no nos enseñaron a ser así.
—Pero tú ya puedes hacerlo, a partir de hoy vas a comenzar a vestirte como lo que eres, la esposa de un hombre millonario. —Emily no demostró mucho entusiasmo, pero sonrió.
—Lo sé, Charlie quiere que me vista como cualquier mujer de su clase social.
—No te veo contenta, pareciera que no deseas comprar ropa nueva.
—Sí quiero, ¿quién no desea hacerlo?
—¿Entonces?
—Es que me da vergüenza gastar el dinero de Charlie, en esas tiendas cada traje vale un sueldo.
—Pero ni te preocupes, es una inversión, ningún hombre rico quiere que su esposa ande mal vestida, mejor nos vamos ya.
***
Emily se sintió abrumada en la primera tienda, pero Gina y Sacha estaban como locas eligiendo atuendo para ella, desde lo más básico, hasta vestidos de gala, batas, pijamas, accesorios, perfumes.
Se divirtieron probando vestidos y trajes. Emily se sintió como una princesa mientras se miraba en el espejo con un vestido de seda rojo.
Me encanta este, lo quiero para cuando salgamos de noche en la luna de miel.
Gina agregó:
Es perfecto, hace parecer una diosa, Charlie se volverá loco cuando te vea con ese vestido, ¿Qué opinas Sacha?
—Te ves como una reina, deja que te peine un buen estilista.
Gina le dijo:
Pero no perdamos el tiempo, necesitas al menos otros dos vestidos así de elegantes, y para algún cóctel. Debes estar preparada para todo.
Después de horas de compras, Emily y las otras dos se sentaron en un café para descansar.
Emily suspiró feliz.
—Me siento como una nueva persona.
Sacha sonrió.
—Es que eres una nueva persona, ahora eres la señora Lennox.
Emily se ruborizó mientras pensaba en su esposo.
Sí, pero aún no lo he asimilado. —Gina le agarró la mano.
—Has sido muy afortunada después de todo, eres una suertuda, tu vida amorosa de repente se convirtió en un cuento de hadas, Charlie cambió contigo, de verdad es un milagro.
—Si, Charlie cambió —agachó la mirada—. Me hirió el día que se enteró que tendríamos un bebé, creí que nunca tomaría en cuenta a nuestro hijo, pero recapacitó, ahora está contento porque va a ser papá.