Damian
Abrí mis ojos lentamente acostumbrándome a la luz de la habitación, sentí un calor en mi pecho y ahí estaba ella, su respiración relajada y sus mejillas levemente sonrojadas, no me imagine que fuera muy pronto el momento de hacerla mía, pero fue algo que no podíamos controlar, hay veces en las que uno dice algo pero el destino hace su jugada, esta vez fue una de ellas.
Pase suavemente las yemas de mis dedos por una de sus mejillas, su cabello estaba apuntando en todas direcciones e inconscientemente una sonrisa corría por mis labios, la sensación de hacerlo con ella fue muy placentera, en mi cuerpo había sensaciones desconocidas que solo ella me provocaba.
-Enserio, te amo-
Le di un beso en la cabeza y la abrace suavemente por su cintura, así quería estar con ella en todo momento.
-¿mmh? ¿Damian?- hablo pequeñamente pero audible y volteo hacia arriba mirando mi rostro.
-Buenos días ángel mío, ¿dormiste bien?- lo ultimo lo mencione con algo de picardía a lo que ella se sonrojo.
-Bueno- una leve sonrisa se formo en su rostro y en sus ojos había una chispa -fue la mejor noche de mi vida-
-¿Sabes cuanto me fascina el que estés aquí en mis brazos diciéndome eso?- rio leve y se puso encima de mi y su rostro a escasos centímetros del mío.
-¿y tu sabes cuanto me encanta estar aquí protegida entre tus brazos?- la atraje hacia mi besándonos dulcemente y transmitiéndole todo mi cariño a esta mujer que amo más que mi vida.
-Te amo mi ángel- mencione separándome lentamente de sus labios por la falta de aire.
-Te amo mi Caballero del bajo mundo- reímos y volvimos a besarnos, pero esta vez era diferente, pues ambos habíamos confesado nuestro amor, uno único que ni en esta ni en otras vidas podrán separarlo.
-Bueno, es hora de empezar un nuevo día- me levante de la cama y me fui al baño, me di una ducha rápida y fui al closet a escoger mi ropa, hoy me sentí de un humor brillante, agarre algo cómodo y ella aun estaba en la cama pero con mi camisa puesta y sus bragas. -Ya vuelvo, no me tardo- me respondió con un ok y me dirigí a la cocina, Isa estaba con unos panes tostados con aguacate y un jugo de naranja, y en cuanto me vio me observo acusadoramente y levantando las cejas
-¿que te pasa?- mencione dubitativo
-pues... digamos que... ay, al diablo, pasaron excelente noche no?- abrí los ojos y sentí mi rostro arder, pero no sabia si era por vergüenza, incomodidad o enojo
-¡¿Que?!- fue lo único que pude articular
-Pues ayer pase por tu habitación porque iba a ir a tu despacho en busca de unas cosas y escuche ruidos extraños- me miro altanera y con una sonrisa malévola
Me dirigí al refrigerador y empecé a hacerle un desayuno a mi ángel e intentando distraerme del estúpido interrogatorio de mi hermana.
-solo estoy jugando- se acerco a mi y desordeno mi cabello jugando y riéndose de mi -descuiden, su secreto esta guardado conmigo, ¿estamos a mano, verdad?- sabia que eso lo decía realmente, yo la había descubierto accidentalmente hace unos años cuando paso por ello y guarde el secreto, estábamos a mano y sabia que ella no diría nada, pero si nos molestaría la mayor parte del tiempo cuando estemos juntos.
Terminando coloque todo en una mesita portátil y lo lleve a mi habitación y antes de irme le di un abrazo a Isa y le susurre un gracias, a veces digo que no la aguanto, o que no la soporto, o que la mandaría a Inglaterra a un internado, pero la amo mucho, es mi hermanita menor y siempre estará ahí para mi como yo para ella.
Retome mi camino y al llegar ella estaba ya cambiada, deje la mesita a un lado de la cama y caminaba en mi dirección, note que hacia unas muecas y entonces me acerque yo a ella.
-¿tienes algo?- cuestioné con preocupación
-estoy bien, solamente me duele un poco pero es soportable- dicho eso la cargue como bebe y ella se sorprendió pero se sujeto de mi, la recosté en la cama y atraje el desayuno hacia nosotros.
-Tienes algo de molestia, mejor no camines o hagas esfuerzos por un rato, y mejor pasemos un rato juntos ¿no te parece perfecto?- mencione entre sus carnosos labios que tanto me encantaban
-Me parece muy bien- me dio un casto beso y desayunamos mientras veíamos una película. Charlábamos amenamente y de vez en cuanto nos dábamos mimos, pero me llamaron por un ajuste de cuentas y me tuve que alejar de ella, no me gusta estar así, quiero estar junto a ella, que me abrace y su aroma se quede impregnado en mi ropa, que me acaricié el cabello hasta quedarme dormido, que hagamos el amor juntos hasta ver las estrellas, que formemos una familia juntos con varias mini copias corriendo por la casa.
Mis pensamientos se fueron de lado cuando fui al almacén y ahí estaban las manos derechas de el Don que quería atacarnos, ambos habían sido golpeados pero aun les faltaban toques, de eso me encargaré.
Agarré una daga y empecé a hacerles cortadas en su piel, ambos gritaban pero eso no se compara con la impotencia que sentía al saber lo que le harían a mi familia y a mi, agarre un látigo y les di golpes sin cesar, la sangre chorreaba por doquier y yo feliz de ello, después les arranque los ojos con unos cuchillos afilados de carne y al ultimo les di un disparo en la frente y vi como su miserable vida se les escapaba de si.
-Limpien todo y mándenselos al Don, una advertencia de que con mi familia nadie se mete- asintieron mis guardias y salí de ahí directo a la habitación, necesitaba componerme después de eso, me sentía tenso con todo esto.
Agradecía que mi angelito no me encontrará aquí con mi camisa manchada de sangre, me cambie por algo mejor y cuando salí escuche una música proveniente del patio, baje hasta allá y divise a Grace en mi campo visual haciendo una coreografía hermosa, las veía por videos en redes sociales pero nunca en vivo, ahora puedo deleitarme con sus acrobacias y perfectas formas de moverse al son de la melodía, al terminar se dio vuelta y al verme dio un saltito atrás