Hace 124 minutos lo escucho rebotar en las paredes de mi cuarto, ese grito que se mueve como el animal que sabe que va a ser cazado, intento pensar en lo absoluto de mi conciencia, enlas banalidades de un mundo que cae ante mis ojos, pero los gritos siguen dando saltos entre los ornamentos de cada muro, me escudo entre los pliegues de mi cama y evitó el contacto con el aire de mi habitación, los gritos cesan cuando cierro mis ojos, es como si lo acompañará, es como si lo acompañará en su dolor, es como si lo acompañara y él supiera que lo acompañó, es como si lo acompañará y viera por sus ojos cuando los míos sólo ven oscuridad, dejó de cerrarlos al ver un callejón sucio asolado por ratas, basura y cartón en alguna parte de un mundo gris. Los abro solo para ver la oscuridad de un cuarto lleno de nada y oír los gritos de alguien que sé que sufre pero no veo, me mata, me mata y me mata su estruendo y agonía, pero es el dolor de mis ojos los que me piden cerrarlos, los que ahogan su llanto para volver a acompañarlo en ese frío rincón, siento el miedo de no entender que pasa o de donde me encuentro lo que me lleva a divagar en las infinitas posibilidades de incoherencias que asolan mi consciente, mientras que una parte de mi ser sabe que mi inconsciente está ayudando a este ser que sufre, no sé cómo, ni porqué, ni en dónde, solo sé que hace 187 minutos mi ser está siendo arrastrado a un suelo de concreto, alejado de la luz y del calor de otro ser y mi cuerpo ya no parece soportarlo, me comienzan a dar náuseas y la vista se vuelve oscura, como si el mundo comenzará a enmarcarse en nubes negras, siento que caigo, pero no es cierto, sé que aún estoy en mi cama pero me doy cuenta que no se nada y ahora mi cama ya no parece tan real. Al sentir el frío de ese callejón o el de ese suelo húmedo y sólido que me dice que moriré en él, sin embargo, sé que no me lo dice a mí, sino al anfitrión que calla mis pensamientos con sus gritos, quiero volver, después de la amenaza de muerte que me susurra el concreto, pero sé que será la última vez que pueda entender aquel rincón como un lugar. Debo elegir, pero no quiero elegir, y entonces escucho su voz, se trata de algo que aturde mis sentidos y logra que olvide desde mi nacimiento hasta lo inaudible que murmura, sin embargo no entiendo lo que dice pero como cual droga deseo que lo vuelva a vociferar, y mientras pienso en esto entiendo que lo que dice es mi proceder,por lo que abro los ojos y mi ser cae metros imaginarios hasta mi cama sin siquiera moverme. Mi mente divaga y entiende que me alejo, al entender que no podría hacer algo para ayudar en su existencia, y es en ese punto que me derrumbo y caigo a la almohada, a la inmensidad, entendiendo que aquel ensordecedor grito era solo un vestíbulo para entrar en el vacío que me envuelve y me describe como todo lo que viví en 225 minutos se perderá en la eternidad del tiempo y en la inconstancia de los infinitos.
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Editado: 09.10.2019