Catálisis

Catalizador #164: ‘En el Sillón’

Sentado en el sillón escuchando el infinito y nadando por la eternidad mientras el mundo se mueve alrededor, dando saltos con cara de bufón, mi mente vacila en la idea de perderse en este, darle la mano a tal elocuente arlequín y dejarme llevar en el inconsciente colectivo. Pero cuando mi empresa toma fuerza y casi se convierte en un echo, mi ser es desenfocado y toda mi atención es arrastrado a un rincón de aromas repulsivos, de oscuridad inquietante y frío mortífero, intento pasar por alto el delirio con el fin de escapar a este banal mundo y por un minuto lo logro y nuevamente estoy a exportas de lograrlo, pero nuevamente el rincón es todo lo que veo, pero no se queda solo en mis ojos, aparte de poder verlo lo huelo, lo siento y lo vivo, hasta que mi mente arranca pero esta vez con terror de aquello que invade mi cabeza, pienso en 22 razones por las cuales podría imaginar un lugar de pesadilla, de espanto, y mientras me alejo en las 22 realidades que se desvelan a mi alrededor vuelvo a ser jalado, desde un punto que ya me parece familiar, y vuelve la sensación ajena, pero esta vez algo es distinto, esta vez siento la mirada incisiva en mi sien, y la sensación atraviesa mi cráneo y se aloja en mi paranoia, volteo con fuerza mi cabeza, olvidando la existencia de los huesos, solo para darme cuenta que aún continúo sentado en el sillón de mi casa, mi cuerpo se relaja y me lanzo sobre el respaldo de este, cobijado por lo mundano de la situación, mis ojos se centran y mi ser vuelve a ser uno, deja de vibrar a la velocidad que lo hacía y el mundo continúa a su ritmo natural, alcanzó a respirar antes que todo se derrita a mi alrededor, cuando un grito que toca mi conciencia me hunde en los infinitos pliegues del sillón para posesionarse frente al bendito rincón. siguen imponente, sigue oscuro, sigue mal oliente pero esta vez sé dónde mirar, cuando volteo hacia el origen del grito, lo veo, y todo lo que creí, se desvanece ante mis ojos cuando veo sus ojos, ojos que jamás podré olvidar, su mirada era todo lo que necesitaba a pesar de transmitir un dolor inimaginable, cada mirada se traducía en escalofríos en mi nuca, podía sentir la falta que yo le hacía en su existir que me conmovía al punto de olvidar el escenario de asfalto y orina para dedicar la vida entera en ella, su ropa, eran trapos malolientes, su pelo castaño parecía no haber tocado el agua jamás y su brazo estirado variaba de tonalidades con su suciedad, y aun así no dude en correr para tomar su mano, pero al tocarla todo lo que necesitaba lo tuve, y ya no necesite.

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En el texto hay: urbano, universos, irreal

Editado: 09.10.2019

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