Catarsis: La vida es un cúmulo de crueles recuerdos.

Capítulo 5.

— ¿Por poco lo mato?— pregunté algo alterado.

— Si — respondió muy tranquila.

— ¿Estas segura? No me mientas por favor— pregunté desesperado.

—Sí. ¿Acaso no confías en mí?—dijo revisando los folios que llevaba en la mano.

— ¿Cómo he de confiar en alguien que recién veo? —me pregunté.

—Sí. Pero dime la verdad —mentí esperando una pronta respuesta.

—Ya, te lo he dicho, él está bien — dijo aun con su cabeza enterrada en los documentos que llevaba.

— ¿Eh? — dije aun desconfiado.

—Ya te he dicho la verdad, ahora recuéstate y ve a dormir — sugirió acariciando mi mejilla.

— ¡No quiero! Creo que ya he dormido suficiente — respondí siendo un poco grosero.

—Está bien, entonces tranquilízate.

A decir verdad, si la respuesta hubiera sido diferente, no sé qué hubiese pasado.
No soportaría escuchar que había matado a otra persona, pues ya había matado a  muchas personas. Pero eso no viene al caso en estos momentos, lo importante era que supuestamente el doctor Moisés ya estaba bien  aunque fuese muy difícil de creer para mí.

La verdad es que perdí la fe en todas las personas desde hace tanto tiempo.  La vida me obligó a aprender que no debo confiar en ningún humano y que los amigos de verdad no existen, pues los “amigos” presumen ser una tumba al guardar secretos, pero cuando menos lo esperes esas tumbas serán abiertas. Y será por las malas que aprendas que en los seres humanos no se puede confiar, pues su naturaleza es ser más que curiosos y buscar la felicidad en el sufrimiento del otro.

°°°

Estaba empezando la secundaria, estaba en séptimo grado, si mal no recuerdo tenía alrededor de unos 13 años de edad. Para esa época ya habían diagnosticado mi enfermedad mental.
Diría que para esa época era un gran secreto, a excepción de Ariana nadie lo sabía.
Un día como cualquier otro decidí contarle este secreto, a mí supuesto mejor amigo.

Amigo una palabra compuesta por cinco letras con un significado muy grande que ha sido tergiversado con el pasar del tiempo, la corrupción y la maldad humana han llegado incluso a cambiar el significado de lo que es un verdadero amigo. La maldad ha aumentado con el pasar de los corrompiendo hasta el más noble de los términos, como lo es la palabra amigo.

Aquel día le hice señas a Jaden para que se acercara a mí, le dije que tenía que hablar con él y que tenía que confesarle algo muy importante.

Y así fue, con mi corazón a punto de explotar y mi mente hecha nada, le confesé lo que nadie sabía; y aunque la verdad sentí que se asustó mucho, luego todo fue normal. Hablábamos, jugábamos, todo era perfecto, como sí no le hubiese dicho absolutamente nada.

Pero todo cambió. Después de una semana, toda la escuela lo sabía. Causando en mí un odio y rencor hacia pestes como él, que aseguran ser una tumba de secretos para a la mínima grieta aquel secreto sale y vuela como mariposa saliendo de un capullo.

Corrí hasta el aula, lo vi ahí con grupo de chicas seguramente presumiendo que tenía un amigo esquizofrénico.
Me acerqué con mi rostro enrojecido por la furia que sentía y le grité:

— ¡Eres un maldito traidor!—

Su rostro recibió un hermoso golpe de mi parte.
Lo lancé al suelo y lo empecé a golpear sin parar.

De repente todos se reían y se burlaban de mí diciendo cosas como:

-Ahí está lo enfermo mental.
-El lunático.
-El esquizofrénico.
-Se le va meter el demonio y nos va a matar a todos.

-corran el diablo está suelto.

Y así por culpa de ese idiota fue como mis días en esa escuela se acabaron. Al parecer después de eso, tuve uno de mis ataques y lastimé a muchos chicos ineptos que tomaban mi enfermedad como un juego. Y como consecuencia fui expulsado de una de las más grandes y prestigiosas escuelas del país.

Después de haber experimentado eso en la única persona en la que confié fue Ariana. ¿Por qué? Porque ella para mí no era humana. Para mi ella era un ángel, mi ángel protector, mi ángel de guarda.

Mi estrella, mi rayo de sol, mi universo. Mi todo.

°°°

Perdí toda fe y credibilidad hacia las personas.
Era difícil hacer amigos. Porque sabía que algunos de ellos me traicionarían como lo hizo Jaden.
En toda mi adolescencia fui un chico antisocial. Me alejaba de la gente. Evitaba a toda costa hacer amistades con el temor de volver a caer en las redes del engaño al confiar en alguien más.



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En el texto hay: misterio, dolor, miedo al pasado

Editado: 18.12.2018

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