Catarsis: La vida es un cúmulo de crueles recuerdos.

Capítulo 13.

Al despertar me hallé nuevamente en mi habitación del hospital, la imagen que vi en aquel sueño seguía en mi mente, la perturbadora imagen de Ariana sufriendo me encadenaba a su sufrimiento, sus sentimientos eran los míos, sentía como si una parte ella quisiera conectarse conmigo y decirme algo, pero ya comprendía que era imposible, aunque fuese difícil de aceptarlo la mujer a la cual amé con todo mi ser, alma y corazón no estaba conmigo; mi realidad era algo muy distinto a lo que soñaba tener.

Decidí levantarme a recorrer los pasillos del hospital, el frío invadía mi cuerpo, traté disipar el recuerdo de aquel sueño pero la imagen se paseaba una y otra vez por mi mente. Me detuve en un pasillo a tomar un poco de aire, necesitaba tranquilizarme, olvidar, pensar en algo que no fuera el amor de mi vida, me tiré el suelo y posando mi cabeza sobre mis rodillas traté de pensar en otra cosa, pero imposible, la imagen seguía desequilibrando mi mente hasta que escuché una voz que me decía:

— ¿Te sucede algo? —

— No, todo está perfecto. — Mentí.

— No lo creo. ¿Te gustaría hablar conmigo? — Preguntó.

— No veo por qué no hacerlo. — Respondí mientras me levantaba de aquel rincón. Caminamos juntos hacia una pequeña banca que se encontraba más adelante.

— ¿Por qué estás aquí? ¿Qué enfermedad tienes? — Interrogó.

— Esquizofrenia, la enfermedad que arruinó mi vida por completo, la enfermedad que me atormenta cruelmente. —

— Entiendo. — Expresó bajando su mirada.

— No entiendes nada. No sabes lo que es tenerlo todo, amigos, familia, amor y de un momento a otro perderlo todo por culpa de una enfermedad mental. ¡No hay manera de que sepas lo que se siente matar al amor de tu vida, tus hijos y tus padres! ¡Yo lo viví, yo sé lo que es esto! y no hay manera de que comprendas. — Solté mientras aguantaba las lágrimas en mis ojos.

— Si, tienes razón quizá no pueda entenderlo pero también sé lo que es sufrir por culpa de una enfermedad. Tengo trastorno de personalidad múltiple, dime ¿Sabes acaso lo que es ser dos personas diferentes? ¿Acaso existe alguna manera que puedas saber lo que es ser un chico amable, tierno, dulce, honrado y trabajador y de un momento a otro convertirse una bestia, un ser despreciable, un patán, un violador, un pedófilo y ser rechazado por la sociedad? ¡Lo sabes! — Expresó aquel hombre.

— Soy Richard. — Me presenté con la intención de cambiar la conversación.

— Soy Henry. — Respondió con una sonrisa en pálido rostro.

— Quiero morir. — Solté dejando salir las lágrimas que estaban contenidas en mis ojos.

— No digas eso. ¡Hay mucho por lo que vivir y luchar! — Dijo Henry tocando mi hombro.

— Créeme cuando te digo que quiero ser feliz, pero a veces me pongo a pensar en los motivos que tengo para vivir y me doy cuenta que no tengo ninguno, que en mí ya no hay por qué luchar, que mi vida se ha convertido en cúmulo de sueños marchitos. Además tengo miedo de saber cómo será mi vida cuando logre completar el proceso de catarsis en mi vida. — Dije secando mis lágrimas.

— Deja que tus miedos se conviertan en valentía, hay mucho por lo que luchar, como por ejemplo cortar los sueños marchitos del jardín y plantar unos nuevos. — Expresó mientras me miraba fijamente a los ojos.

— No sé qué decirte. — Respondí.

— Quizá tú no, pero yo tengo mucho que decirte pues yo también viví con miedo, yo también sufrí cuando no comprendía lo que me estaba pasando y al igual que tú sentía que mis miedos querían seguir siendo miedos y por más que quisiera hacer una metamorfosis en la que el miedo se convirtiera en no podía. Sufrí al ver como el mundo me rechazaba y me etiquetaba de violador sin comprender la situación que estaba viviendo, pero así es el mundo, así son las personas, juzgan por lo que ven más no por lo que conocen, señalan sin saber que su dedo es un arma mortal para el autoestima de una persona. — Expresó mientras lágrimas salían de sus azules y cristalinos ojos.

— ¿Quieres almorzar algo? — Pregunté con la intención de que secara sus lágrimas.

Y así fue, secó sus lágrimas y con una sonrisa se levantó y caminamos juntos hacia el comedor; era agradable conversar con una persona que se sentía casi de la misma manera que me sentía yo, Henry comprendía cada palabra que salía de mi boca, al hablar con él sentí una conexión tan grande, sentí que tenía un amigo en el cual podía confiar, y sé que suena raro o incluso descabellado decir esto de alguien que recién conocía pero así era como mi corazón se sentía.

— ¡Por fin te encuentro! — Expresó una voz.

Giré mi cabeza para poder ver de quien se trataba y justo al instante me di que era Moisés quien me hablaba.

— No podía dormir así que decidí salir a tomar aire. — Respondí a su comentario.



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En el texto hay: misterio, dolor, miedo al pasado

Editado: 18.12.2018

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