Catarsis: La vida es un cúmulo de crueles recuerdos.

Capítulo 14.

La noche caía, las estrellas empezaron a aparecer en el cielo, las calles estaban completamente solas y yo aún corría sin rumbo intentando escapar de aquella imagen que me perseguía, ese perturbarte rostro se había convertido en una pesadilla hecha realidad, voces y angustiantes gritos estaban en mi mente.

Corría sin parar hasta que tropecé, caí en un callejón oscuro; aquella aterradora figura la veía frente a mí haciéndome retroceder hasta chocar con un pared, me encontraba cara a cara con ella, su mirada reflejaba odio, esa mirada hacía mi cuerpo estremecerse, mi corazón latía con intensidad; Ariana se acercó a mí, extendió sus brazos y de repente voces invadieron aquel lugar, voces de tormento, voces horribles me acorralaban y hacían a mi retorcerse de sufriendo, observé su rostro y al ver sus ojos pude comprender que solo una mirada puede revelar los más oscuros sentimientos.

Mira fijamente sus ojos los cuales causaron en mí un sensación extraña, sentía como su mirada contratara mi cuerpo y mis emociones.

De la nada entre la basura veo una cuchilla brillar con intensidad, desesperado la tomé y en un impulso intenté pasarla sobre mis venas, aquel moviendo se vio interrumpido por algo dentro de mí que daba fuerzas, una fuerza interior me daba el poder de controlar mi brazo, pero aquella mirada causaba en mi un gran miedo que hacía que mi fuerzas bajaran hasta el abismo.

La cuchilla estaba muy cerca de mi muñeca, lágrimas de deslizaban por mis mejillas, no soportaba ver más a la mujer que amé y que me amó mirarme con odio, su mirada quitaba todo deseo de vivir en mí, todo lo que había logrado se había derrumbado, mi fuerza interior desapareció, sólo puse la cuchilla en mi muñeca.

— Papá ¿qué haces? —preguntó una voz.
— Mamá ¿por qué miras a papá de esa manera? —Preguntó otra voz.

—Tú amas a papá y nunca lo había s mirado de esa manera — Dijo una radiante niña que salió detrás de Ariana.

— Él me abandonó, le pedí ayuda y sólo se fue dejándome a mi suerte, estoy atada ¡A caso no lo vez! — Expresó Ariana enfurecida.

Decidí observarla y me di cuenta que unas cadenas ataban sus brazos y piernas, además una cadena rodeaba su cabeza.

— Mamá tú no eres así, déjalo pronto entenderá y descubrirá la verdad— Expresó Joey que de igual manera apareció detrás de Ariana.

Una enorme lágrima se deslizó por el rostro de Ariana.

— Te necesito — Expresó mientras desaparecía.

Mi ritmo cardíaco estaba muy acelerado, mis ojos se encontraban humedecidos por las lágrimas, una inmensa confusión rodeó mi mente.
Mi vista se hallaba fija en la inmensidad de la nada tratando se entender lo que había visto.

Un insoportable dolor de cabeza llegó a mí, mis ojos se empezaron a cansar, el sueño invadió todo mi ser así que recosté mi cabeza a la pared causando que a los pocos minutos me quedara dormido.

Un rayo de sol interrumpió mi apacible sueño causando que despertara, miré alrededor, no recordaba cómo había llegado este lugar, forcé mi a recordar y de un momento a otro los imágenes dieron vueltas en mi cabeza sin cesar.
Me levanté del suelo y salí de aquel rincón en el que me hallaba, divagué son rumbo durante horas intento encontrar el hospital, por un lado mi corazón anhelaba volver a el lugar donde se encontraban las personas que amaba, pero al ver que no encontraba la clínica no tuve más remedio que volver a la licorería.
Caminaba con las brazos cruzados por las frías calles de la ciudad, el viento de otoño, las hojas caían, el clima helado recorría mi cuerpo; observaba las calles vacías, vacías como mi corazón que anhelaba volver a aquel lugar donde siempre quiso estar, aquel lugar donde mi familia aún estaba en la tierra para hacerme feliz, pero desgraciadamente ya no estaba y mi corazón se había aferrado tanto a ella sin siquiera pensar que en algún momento se tenía que marchar.

El frío, el viento y las hojas se paseaban a mí alrededor, las personas comenzaban a salir de sus casas y para sentarse con su familia a disfrutar de una taza de chocolate caliente. Una inmensa alegría se percibía alrededor, la felicidad volaba como mariposas en el cielo, sin embargo un lugar abandonado y triste me salió al encuentro, la licorería de mi padre estaba una vez más frente a mis ojos; en la entrada podía ver las cintas amarillas que colocaban los policías, como un ladrón por la noche entré en aquel lugar. La alegría y el aire de paz que se sentía afuera desparecieron en un instante, era como salir de un capullo de paz y entrar a un mundo de amargura y tristeza. Mi amargura y tristeza pues al parecer esta infernal realidad era solo mía, mi dolor era mío y solo mío. Pues mientras yo sufría el resto de las personas vivían su realidad felices bebiendo una taza de café junto a su familia.



#12906 en Thriller
#7283 en Misterio
#46786 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, dolor, miedo al pasado

Editado: 18.12.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.