Catarsis: La vida es un cúmulo de crueles recuerdos.

Capítulo 19.

El tiempo pasaba, las hojas de los arboles caían, el otoño se alejaba, y se acercaba el invierno, la nieve empezaba a caer, y el frío empezaba aumentar.

Empezaba aceptar mi realidad, todo iba muy bien. Luchas y más luchas, peleas y más peleas, guerras con mí mismo, peleas entre el presente y el pasado; Noviembre superó a Octubre, y mi presente comenzaba a superar al pasado.

Sonrisas nacieron en mi rostro, amigos de verdad llegaron a mí, para ayudarme a ser feliz. Alizza, un mujer hermosa, fuerte, y valiente, feliz, y quiere contagiar felicidad: Henry, hombre que ha sufrido, chico que ha llorado, era dos, y ahora empieza ser uno; Moisés, un gran doctor, amigo fiel, también ha sufrido, y también ha llorado, pero hoy es feliz, y enseña a ser feliz con ayuda del proyecto CATARSIS; Lucero, fue mi amiga y aún lo es, hace parte de mi pasado, pero es una pequeña luz en medio de tanto oscuridad que hay allí.

—Concéntrate Richard, sé que duele. ¡Pero tú puedes!

Solo debía recordar y controlar. Ya no era tan difícil, el pasado, solo es un recuerdo, más nada, ya no podía dañarme. Tenía sus cicatrices, pero me hacían más fuerte.

— ¡Lo hiciste Richard! — Un fuerte abrazo aceleró mi respiración por un segundo —. Lo estás haciendo… ¿Crees poder ser feliz?

—Yo los tengo a ustedes — Sonreí —. Soy muy feliz.

—Richard — expresó lucero —. En dos días es tu cumpleaños.

—Lo sé.

—Queremos llevarte a ver como reaccionas con el mundo después de mucho tiempo — completó Moisés —. Es uno de tus regalos de cumpleaños ¿lo aceptas?

—Sólo si van conmigo Alizza y Henry, ellos van muy bien, creo que merecen una oportunidad.

—No, es tu oportunidad, es tu regalo… — intervino Alizza —. Ya nosotros tuvimos nuestra oportunidad, esta es la tuya. Disfrútalo…

—Está bien…

Estaba a punto de ver el mundo después de mucho tiempo, sería mi regalo. Aunque estaba feliz, a la vez estaba un poco triste, pues, me estaba poniendo viejo.

—Veintisiete años… — dije —. Guau.

Ya era 10 de Noviembre, estaba cumpliendo años, era el primer año que cumplía sin mis padres y sin Ariana, era el primer año en el que no tenía a Rose y a Joey para levantarme de un susto. Estaba nostálgico por esa parte, pero a la vez, había una sonrisa en mi rostro, pues, aunque no tenía a mi familia conmigo, tenía amigos, que aunque no llenaban el vacío que dejaron todos ellos, me hacían feliz.

—Ola pero no de mar, Holanda pero no el país — bromeó Alizza —. Permiso, permiso… yo voy primero… ¡Feliz cumpleaños Richard!

— ¡Feliz cumpleaños! — gritaron todos en coro.

—Gracias…

—Ha llegado a la hora…. — dijo Lucero —. ¿Estás listo para tu regalo?

—Sí.

—No vayas — dijo mi voz.

—Cállate, no te haré caso, no te escucharé — me respondí en la mente.

—O mejor desobedéceme, es muy lindo sufrir — río.

—Cállate.

— ¿Sucede algo? — preguntó Lucero.

— ¿Eh?, no.

—Entonces, ¡vamos! — dijo entusiasmado Moisés.

Y así salimos de mi habitación, para salir al mundo.

Pero como siempre, sucedía lo extraños, la puerta aún me llamaba, pero me negaba a ir, sin embargo, sabía que algo había ahí, algo que cambiaría mi vida, no sabía si para bien o para mal, solo sabía que me cambiaría mi vida. Pero no quería dañar todo lo que había logrado y me negaba a entrar, me aferré a la falsa creencia de que ahí no había nada.

La puerta principal se empezó a abrir, y el sol empezó a molestar a mis ojos, mi ritmo cardiaco se aceleró y risas se escuchaban en mi interior.

Me hallaba caminando en las calles de la ciudad, la ciudad en la que crecí. Muchos recuerdos de mi infancia comenzaron a llegar a mi mente.

°°°

— ¡Sí, vamos al parque! ¡Yupi! — celebré emocionado.

—Vamos, súbete al auto — ordenó papá —. Tú también Ariana.

—Vamos, vamos, nos vamos al parque… — cantaba mientras el auto se movía.

... — ¡Llegamos! — celebré —. Vamos Ari, vamos a los columpios.

— ¡Yupi! — gritaba Ariana, feliz —. ¡Ay!

Ariana se calló, por suerte calló sobre mí.

— ¡Ay! — grité.

—Eres muy suave y blandito Ricky — dijo Ariana —. Gracias por evitar que me golpeara más fuerte.

Ariana se acercó a mí y besó mi mejilla.

—Gracias — expresé.

— ¿Por qué? — preguntó confundida.

—Por el beso…

— ¿Por el beso? — Rió —. Eres un loquillo.



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En el texto hay: misterio, dolor, miedo al pasado

Editado: 18.12.2018

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