Caza Fantasmas

Capítulo 1

Ninguna persona es igual a otra, eso aplica en mi caso. Yo no soy normal.

Me llamo Aura Clark y puedo ver fantasmas, ¡sí! fantasmas o como otros le dicen espíritus, es lo mismo. No sé cómo lo desarrollé, porque no nací con esa habilidad, mi vida era normal hasta que fui a ese viaje de quince años. 

No se lo deseo a nadie, es lo peor que te puede suceder.

Hace 6 años

Hija, tengo una sorpresa—dijo mi madre emocionada con un brillo resplandeciente en los ojos, llevaba sus manos detrás de su espalda, escondiendo algo—ya te has convertido en toda una mujer, por eso tengo este pequeño regalo para ti—me enseñó un sobre naranja, creo que es de ese color.

Tomo el sobre y miro a mi madre, ella sonríe de oreja a oreja.

¿Qué es?—pregunté sin la menor idea de que es. Me insista a abrirlo y lo hago con emoción—es, es, es... ¡un viaje a Hawaii!—salto de emoción abrazando a mis padres—¡gracias, muchas gracias! es lo mejor que me han dado en toda mi vida.

Me alegro hija.

///

Hemos venido toda la familia a Hawaii, es lo mejor que me ha pasado, todos juntos en un viaje, mi viaje. Nos hemos quedado en un hotel muy lindo que son cabañas individuales. Tiene dos cuartos, uno lo compartimos mi hermano y yo, el otro mis padres.

Llegamos al hotel hace dos horas y fuimos a la playa disfrutando del resplandeciente sol de Hawaii. Todo es como lo imaginé, bailarines con ropa hula, la comida es deliciosa y lo mejor, la vista.

Ahora estamos paseando por el pueblo, es realmente hermoso, me he tomado muchas fotos, menos desperdiciar el fondo que es muy hermosa.

Hermana mira eso allá—señala unas ruinas a lo lejos de las casas que están en la playa—vamos a ir—asentí—¡papá, mamá! ¿podemos ir allá?

No sé hijo, se ve peligroso—mi madre se preocupó.

Mamá déjanos ir, no nos va a pasar nada—insistí, de verdad quería ir, se veía interesante.

Bueno, pero tengan cuidado, cuida de tu herman...—asentimos y salimos corriendo hacia el lugar, como niños pequeños antes de que mi madre terminara la oración.

Pasamos unas casas hasta llegar a una entrada con un arco de roca que decía "keiki o ka honua"(Hijos de la tierra).

¿Qué dirá ahí?—me miró como si yo supiera.

¡Acaso yo estudié hawaiano? —lo miré de reojo—vamos a entrar.

Se sintió una brisa fría e hicimos caso omiso continuando, nos creemos aventureros. 

Entramos a una especie de templo, se veía como si no hubiese sido deshabitado, estaba limpio y olía a flores, había velas encendidas por toda la entrada. Algo me decía que no era buena idea estar ahí.

¿Qué es esto? alguien vive aquí, no está deshabitado Jason, vámonos—dije agarrando su brazo.

Vamos a seguir, afuera dice que esta deshabitado, no va a pasar nada—siguió caminando y yo lo seguí para no quedarme sola.

Si no viviera nadie, no estarían esas velas encendidas, esto no me gusta—de pronto las velas se apagaron, y la brisa se hizo más fría, hasta dejarnos temblando—vámonos—creo que me entendió en este caso, porque asintió.

En el momento que íbamos saliendo del templo, siento una presión en el pecho que no me deja respirar, cuando miro hacia abajo hay una roca azul que brilla, inconscientemente me inclino para agarrarla, miro hacia el frente y una mujer con una cicatriz en el ojo derecho apareció frente a mi, de pronto sus ojos se volvieron negro y se convirtió en una especie de monstruo horrible, de la impresión me desmayé.

Desperté en un hospital, con mi familia alrededor de la camilla.

¿Qué ha pasado?—pregunté incorporándome en la cama.

Hermana, te desmayaste en ese lugar—se veía preocupado—¿estás bien?

Si—su expresión se relajó al escucharme.

Les dije que no fueran para allá—mi madre nos regañó—¿no sabes por qué te desmayaste Aura?—negué con la cabeza.

///

Los demás días circularon normalmente, estamos en el aeropuerto ya para volver a casa, mientras esperábamos para abordar fui un momento al baño. En el momento que estaba en el espejo del baño una joven azafata se me acercó.

¿Qué vuelo tomarás?—me pregunta mientras arreglaba con una sonrisa las arrugas en su ropa.

Vuelo a los Ángeles—terminé de lavarme las manos.

¿Puedes ayudarme?—la miré.

¿En qué?—pregunté con recelo.

Dale esto a la azafata del vuelo donde vas, se llama Carolina, estoy segura de que ella estará en ese viaje, dile que se lo manda Estefaní­a—me sonrió entregándome un sobre, lo tomé mirándolo unos segundos, pero para cuando levanto la mirada ya no está.




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