Nos subimos al auto, que ahora es una camioneta; este hombre colecciona autos, ya van tres. No dudo que sus autos tengan nombre.
Llegamos a la casa, ahora que veo bien es inmensamente grande. No es broma lo del dinero.
¿Qué me deparará el futuro en esta casa?
Una vez que nos bajamos del auto, Darío y Ryan salieron a ayudarnos con mis maletas. Una vez dentro, me llevaron a una habitación.
Esta casa es rara la sala esta abajo como si fueras al sótano y las habitaciones arriba, en fin. Mi habitación es muy bonita es blanca con celeste, la cama es inmensa en color blanco y tiene su propio baño. Tiene un escritorio con su computadora y una lampara en forma de girasol.
—Tratamos de decorarlo los más bonito posible para ti—dijo Darío sonriendo.
—Claro con mi ayuda—Marlyn apareció de la nada sonriendo y abrazándome con fuerza, dejándome casi sin aire.
—Gracias chicos, me gusta—sonreí recorriendo con la mirada una vez más la habitación.
—Bueno, te dejaremos para que te instales y bajes a cenar... hice lasaña—dijo Marlyn con emoción, asentí y salieron.
Terminé de instalarme y bajé. Están sentados en la mesa conversando alegremente, incluso el señor Cecilio que me observa llamándome con la mano para que me siente con ellos, sonreí acercándome y me senté en el asiento libre quedando al frente de Wesley.
No sé, todo el me confunde, es serio, misterioso, frío con todos y hoy me sonrió, no entiendo. Creo que se dio cuenta que lo observaba porque se ha quedado mirándome fijamente, hasta que la voz de Marlyn hizo que dejara de mirarme intensamente.
—Aura ¿Te sirvo?
—Si, gracias—ella me sirvió el plato en la mesa, volví a mirar a Wesley y estaba enfocado en su plato.
Gracias a Dios dejó de mirarme porque ya me incomodaba.
—Chicos no soy su sirvienta, cuando terminen laven los platos, ¡Por Dios!—todos la ignoraron levantándose de la mesa y alejándose de ella—Cecilio di algo—el señor Cecilio se encogió de hombros restandole importancia.
De un momento a otro los tres chicos estaban flotando en el aire.
—¡Qué rayos!—solté sin pensar, ella me miró sonriendo.
—¡Marlyn bájanos!—gritó Darío, se ve asustado y ¿Quién no lo estaría? ¡Están flotando en el aire!
¡Esta casa es de locos!
—¿Van a lavar los platos?—pregunta ella cruzada de brazos, pero con una sonrisa malvada en su rostro.
—Claro, ¡Ahora bájanos!—dijeron al unísono, fueron bajando lentamente hasta quedar en el suelo.
Los tres fueron a lavar los trastes refunfuñando y mi cara de asombro no se borraba a lo que ella rio a carcajadas.
—Tranquila, eso lo vas a ver todo el tiempo y más, vete acostumbrando—la miro impactada.
—¿Co-co-cómo pudiste ha-hacer eso?—dije tratando de articular bien mi pregunta.
—Cecilio me enseñó... bueno a controlarlo, yo ya sabía que tenía la habilidad de telequinesis, pero no lo podía controlar bien y desde que lo conocí mejoré a tal punto de hacer lo que acabas de ver—sonrió, miro a Cecilio que está tranquilo como si no se estuviera hablando de él.
—Pronto aprenderás—me sonríe y continua comiendo.
—Quiero ver esos platos rechinando de limpios—los chicos se giran fulminándola con la mirada—no me miren así.
—Empezarás mañana—dijo Cecilio una vez terminó de comer y levantándose para sentarse en el sofá—Wesley te ayudará—lo mira y yo también, él nos mira sin ninguna expresión, dándome a demostrar que le da igual—ahora ve a descansar que mañana te levantarás temprano.
¿Temprano? Bueno igual ni duermo, me da igual.
—Tranquila, bloqueé esta casa, ningún fantasma te molestará... y sí temprano.
—¡Deja de leer mi mente!—digo mirando a otro lado, el rio.
—Tienes que dejar de mirarme a los ojos.
—¿Cómo bloqueaste esta casa?—me senté a su lado en el sofá.
—Nuestras abuelas dejaron un libro con hechizos, después te lo muestro—asiento.
—¡Eh Marlyn! ¿Y ella? ¿No lavará su plato?—pregunta Darío, mirándome con seriedad.
—No, ella lo hará a partir de mañana—me guiñó un ojo sonriendo y le pasó los platos por el aire—lávalos tu—me fulminó con la mirada agarrando los platos.
—Solo porque acabas de llegar si no, no lo haría—me apuntó con el dedo y yo reí.
—Y porque puedo levantarte y hacerte girar en el aire—movió su dedo girándolo. Darío Cambió su expresión a miedo.
Me levanto despidiéndome de ellos, dirigiéndome a mi habitación. Llamo a mis padres porque sé como son y que me hayan dejado ir es un gran progreso, pero igual están preocupados por mí.